Con el caluroso mes de agosto llegaron mis ansiadas vacaciones de verano. Margot accedió a concederme mi mes de vacaciones, pues en esta época estival hay pocos clientes, por lo que no necesita tener a todos sus camareros trabajando. Le sale más rentable concedernos nuestras vacaciones y yo no tenía ningún motivo para quejarme. Al fin era totalmente libre para descansar después de un año realmente agotador. Este mes de descanso me vendría muy bien para comenzar con más energía mi tercer curso en la universidad. Pero la universidad aún quedaba lejos, a más de un mes de distancia.
Hoy mismo me marchaba a Indianápolis para iniciar mis vacaciones junto a Molly. Pasaría allí un día y luego iríamos seis días a Lafayette. Por último, pasaríamos tres semanas en España. Pese a ser muy temprano —las siete y media de la mañana—, Sarah estaba despierta. Terminé de revisar mis maletas, pues no volvería al piso hasta septiembre. Cuando acabé de comprobar que llevaba todo saqué las maletas al comedor. Sarah estaba sentada a la mesa, tomando café. Al verme con las maletas se levantó de su asiento y vino hacia mí. Dejé las maletas a un lado para despedirme de ella.
—¿Ya te vas, Mandy?
—Sí, quiero llegar a Indianápolis al mediodía. Esta vez iré en coche, no pude sacar billetes para ir en autobús.
—Vaya, pues te espera un viaje algo largo —me miró algo sorprendida.
—Lo sé, pero por una vez no pasa nada, ¿no? Por cierto, ¿al final te vas a ir a de vacaciones?
—Sí, me voy a la semana que viene. Nos vemos en septiembre, ¿verdad?
—Claro —sonreí y nos dimos un abrazo de despedida.
Tras despedirnos, tomé mis maletas y bajé al aparcamiento. Ahí estaba mi coche, que, pese a ser algo viejo, funcionaba a las mil maravillas. Guardé las dos pesadas maletas en el maletero y subí al coche. Me esperaban algunas horas de viaje hasta Indianápolis. Me gustaba conducir, viajar por el sinfín de carreteras que hay en Estados Unidos. Viajar me hacía sentir como si fuera un alma libre de ataduras. Tenía un espíritu aventurero, aunque estaba aletargado en lo más profundo de mi ser. Al estar sola en mi coche pude sentir cómo ese espíritu aventurero despertaba de aquel letargo.
Llegué a Indianápolis alrededor del mediodía. Nunca antes había ido a esa ciudad en mi coche, casi siempre había ido en el coche de Molly o en autobús. Por suerte me pude orientar bien en aquella gran ciudad. Cuando llegué por primera vez a Indianápolis no era más que una ciudad normal, acogedora. Ahora era una gran urbe, parecida a Salt Lake City. Las calles de aquella moderna ciudad estaban salpicadas por lugares de lo más pintorescos, me recordaba a Salt Lake City. Una pregunta rondaba mi cabeza mientras callejeaba, ¿cómo dos ciudades tan lejanas podían ser tan parecidas?
Tenía la dirección de tía Molly apuntada en un papel que coloqué junto al salpicadero de mi coche. La revisé una última vez para después atravesar una gran avenida comercial. Aquella avenida desembocaba en otra avenida aún más grande, ésta avenida era residencial. Aparqué justo en el lugar donde indicaba mi papel. Era uno de los edificios de apartamentos más altos e imponentes de la ciudad. Molly me había descrito su nueva casa alguna vez, pero no la imaginaba así, no creía que fuese tan impresionante. Aquella construcción de color níveo parecía que rompía el cielo con su altura que quitaba el aliento. Más que Indianápolis me parecía Nueva York.
Miré aquel edificio con fascinación durante varios segundos para después tomar mis maletas y entrar en él. Lo primero que vi al entrar en aquel lugar fue un enorme hall. El suelo era de mármol rosado, al igual que algunas columnas de estilo corintio que decoraban la estancia. Había mucha gente yendo de un lado a otro, todos ellos iban bien arreglados. Miré mi ropa un momento. Llevaba unos pantalones cortos de color negro, una camiseta holgada de tirantes celeste y unas zapatillas negras algo desgastadas. Me sentía algo avergonzada al estar en un sitio lujoso vestida de tal modo. Atravesé el hall con paso firme hasta llegar al ascensor. Molly vivía en la planta diez, aquel edificio tenía 15 plantas.
ESTÁS LEYENDO
It's So Izzy |Guns N' Roses|
Fanfiction¿Qué pasaría si te tuvieras que marchar a un país totalmente distinto al tuyo sin tus padres? Esta es la historia de Amanda Pérez, una chica española de catorce años que vive en la España de los años 70. Su vida cambia por completo el día en el que...