Tras el largo trayecto en avión que separaba la capital de España e Indianápolis en Estados Unidos, pude bajar de aquel avión. El viaje en avión había sido muy tedioso, muchas horas sentada, mis piernas estaban cargadas, ahora necesitaba respirar aire fresco. Salí a la terminal del aeropuerto internacional de Indianápolis, dejé mis maletas en el suelo a mis pies y estiré mis brazos y piernas. Esta había sido la segunda vez en la que monté en avión, la primera había sido hace siete años y como en esta ocasión, también viajé a Indiana. Pero esta vez no iba de visita, esta vez iba a estar en Indiana de manera indefinida, pues ahora iba a vivir allí, todo había sido idea de tía Molly y mi madre.Molly Ann Baker en realidad no comparte ningún lazo de sangre conmigo y mi familia. Es una mujer americana de treinta y ocho años que, pese a no ser mi verdadera tía, la quería como si fuese mi propia tía e incluso como una segunda madre. Ella es una vieja amiga de mi madre, ellas dos se conocieron en la escuela cuando los padres de Molly se mudaron a España y desde entonces son las mejores amigas del mundo. Pese a que ha vivido muchos años en España y le encanta nuestra cultura, desde hace algunos años volvió a su lugar de origen. Molly procede de un pueblo muy pequeño de Indiana llamado Lafayette, que es el lugar al que ahora nos dirigimos. Cada verano tía Molly viene a pasarlo con mi familia a España. Pero este año había sido diferente a los demás.
—Mandy, apresúrate, vamos a perder el autobús —me avisó tía Molly, maleta en mano.
—¡Sí! —contesté mientras tomaba mi pesada maleta del suelo de la terminal.
Este año cumplí los catorce años y tanto mi madre como tía Molly pensaron que tal vez lo mejor para mí sería estudiar en los Estados Unidos ya que allí la educación es mejor y en años posteriores tendría más ventaja para ingresar en una buena universidad. Al principio a mi padre le pareció un completo disparate ya que soy su única hija y Estados Unidos está muy lejos. Al final, como siempre, tanto mi madre como la tía Molly le lograron convencer y él aceptó muy a su pesar.
He de decir que al principio a mi tampoco me agradó mucho la idea de estudiar fuera, pero al final acepté. No iba a estar sola, pues tía Molly iba a estar conmigo. Ella está soltera y no tiene hijos, por lo que viviríamos solas en su vieja casa en Lafayette. Eso sí, estaba muy nerviosa. No tenía ningún problema con el lenguaje ya que desde que era casi un bebé tía Molly me enseñó inglés. Lo que me aterraba era la gente, el miedo a saber si encajaría o no. Una vez dejé de lado mis pensamientos, monté en el autobús que me llevaría a mi nuevo hogar junto a tía Molly.
—Mandy, ¿estás nerviosa por ver tu nueva casa? —preguntó Molly con cariño.
—Bueno sí, un poco. Hace mucho que no voy a Lafayette y a duras penas recuerdo tu casa —reí algo nerviosa.
—Vamos, tranquila, no es muy grande, pero tendrás una habitación grande para ti sola. Eso sí, tienes que prometerme que te ocuparás de mantenerla limpia y ordenada —me advirtió sonriente.
—Prometido —le devolví la sonrisa.
Al cabo de alrededor de una hora, aquel autobús paró en la estación de autobuses de Lafayette. Tía Molly y yo tomamos nuestras maletas y caminamos durante unos cinco minutos hacía su casa. La casa estaba situada en un idílico barrio residencial en el que todas las casas tienen la misma fachada blanca con un amplio jardín y porche además de disponer de una ancha calzada donde algunos niños, aprovechando la falta de afluencia de coches, jugaban a pillar entre griteríos y risotadas. Tía Molly paró frente a una de las casas.
—Y aquí es donde vivo y desde ahora donde tú también vives —asentí con la cabeza para después entrar en la casa.
Aquella casa era más amplia de lo que exteriormente parecía. Un ancho pasillo decorado con algunos retratos y recuerdos de los viajes en los que mi tía se había embarcado conducía hacia la sala principal y unas escaleras de madera que llevaban a la segunda planta. Dejé mis maletas junto a la escalera y después entré a la sala principal. Estaba decorada con fotos de la juventud de Molly y algunas que nos habíamos tomado tanto en España como en mi última visita a América. Había una chimenea junto a un par de sillones y una mecedora a la izquierda y una gran mesa de comedor junto a una televisión a la derecha. Pero lo que más me llamó la atención fue una caja de color marrón llena de casetes y discos de vinilo que había junto a la chimenea. Había muchos vinilos y casetes de diferentes artistas, pero me quedé admirando uno con cara de boba.
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It's So Izzy |Guns N' Roses|
Fanfiction¿Qué pasaría si te tuvieras que marchar a un país totalmente distinto al tuyo sin tus padres? Esta es la historia de Amanda Pérez, una chica española de catorce años que vive en la España de los años 70. Su vida cambia por completo el día en el que...