Nunca me han gustado las despedidas y nunca me gustarán. El mero hecho de tener que dejar a alguien por un período de tiempo indeterminado me entristece, hace que me deprima. En ese momento me tuve que despedir de Sarah, mi entrañable compañera para marcharme hacia un futuro incierto en Baltimore junto a Evan. Él ya estaba en la ciudad, se había marchado hace ya dos días para finalizar los trámites de nuestro traslado desde allí. En cambio yo había aguardado hasta hoy para irme. No llevaba más que una maleta de piel negra y mi bolso, el resto de equipaje ya estaba en Baltimore.
Esperaba sentada a mi vuelo en el aeropuerto de Salt Lake City con Sarah, ella sentada a mi lado ojeando una revista de moda algo inquieta. Parecía muy callada, como si no fuese a hablar en todo el rato que quedaba de espera. Aún quedaban unos diez minutos para mi vuelo. Aunque era poco tiempo no iba a soportar tener que esperar junto a Sarah de ese modo. Me crucé de brazos y giré la cabeza para mirarla, tratando así de captar su atención. Ella apartó la mirada de su revista y la cerró para después dejarla en el asiento libre a su derecha. Dio un largo suspiro y finalmente me habló, por su tono parecía algo compungida.
—Ya sé que estoy muy callada pero sinceramente, no sé qué decir, Mandy —murmuró también cruzada de brazos.
—Vamos, no sé cuándo nos volveremos a ver. Tal vez sea en unas semanas o incluso meses. No te puedo prometer nada, ya sabes cómo es el trabajo, no puedo tomarme vacaciones a las primeras de cambio aunque sea la subdirectora de la sucursal.
—Lo sé Mandy, lo sé. No sabes cuánto te voy a echar de menos, ya eres como una hermana para mí.
—No seas tan melodramática, Baltimore no está tan lejos. Tú también puedes venir de visita, la casa es grande, puedes quedarte todo el tiempo que quieras —traté de quitarle peso al asunto para no entristecer a la buena de Sarah.
—Mandy, Los Ángeles tampoco está tan lejos y apenas os habéis visto Jeff, Billy y tú. La distancia es muy mala para todas las relaciones.
Me quedé callada, enmudecida ante el comentario de Sarah. No había dicho más que la verdad, la pura y triste verdad. Siempre se dice lo mismo, que ya nos veremos y que la distancia no importa pero sí que importa. Cuando hay que viajar a otra parte del país aunque sea a una o dos horas de tu hogar se pierden las ganas de ver a esa persona. Tal vez eso nos pasaría a Sarah y a mí por mucho que nos duela. Llegará el momento en el que nuestro único contacto será una conversación telefónica y nada más. Respiré profundamente cuando escuché el anuncio de mi vuelo. Agarré mi maleta y me levanté de mi asiento, al igual que hizo Sarah.
—Hora de separar nuestros caminos —Sarah miraba al suelo, se la veía triste.
—Te echaré de menos mi futura doctora.
—Y yo a ti, Mandy —nos abrazamos hasta escuchar un segundo aviso.
—Vamos, ya te tienes que ir —dijo Sarah mientras nos separamos.
Asentí y avancé hasta mi terminal con paso ligero. Sarah no se movió de su sitio hasta que me vio subir al avión. Yo la veía desde las ventanillas de la aeronave mientras avanzaba por el pasillo hasta el asiento que me había sido asignado. Ya cuando llegó el momento de despegar me despedí de Sarah desde la distancia. En la puerta de ese avión se encontraba mi nueva vida, el comienzo de una nueva y desconcertante etapa de mi ya agitada vida. Con la cabeza bien alta y sin mirar atrás, entré al avión y me senté en mi asiento, con más ganas que nunca de llegar a Baltimore y dar comienzo a una nueva etapa.
Di mis primeros pasos en la capital de Maryland alrededor del mediodía, cuando el sol estaba en lo más alto del cielo, haciendo así mucho calor. Era un día realmente bello, un típico día de verano ideal para pasar un buen rato en alguna zona verde acompañada de amigos y familiares. Tal vez hoy no podría hacer nada de eso porque me tenía que terminar de instalar, pero lo que sí sé es que en esa ciudad me aguardan grandes cosas. Pero por ahora, lo que tenía que hacer era ir a casa. Había acordado con Evan antes de ir hacia el aeropuerto que me recogería para llevarme a nuestro nuevo hogar. Salí de la terminal y esperé junto a mi maleta sentada en un banco junto al aeropuerto.
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It's So Izzy |Guns N' Roses|
Fiksi Penggemar¿Qué pasaría si te tuvieras que marchar a un país totalmente distinto al tuyo sin tus padres? Esta es la historia de Amanda Pérez, una chica española de catorce años que vive en la España de los años 70. Su vida cambia por completo el día en el que...