Era una agradable tarde de principios de septiembre. El sol brillaba, aunque cada vez los días eran menos calurosos. Estaba en el aeropuerto de Indianápolis, esperando junto a mi equipaje a que tía Molly me recoja para ir a Lafayette. Echaba de menos América, había pasado tres meses estupendos en España junto a mi familia.
Aquellos meses de vacaciones en España fueron ideales para liberar todo el estrés antes de embarcarme en mi nueva vida universitaria en Utah. Estando en aquel aeropuerto, me acordé de aquel día hace cuatro años. Como hoy, aquel día iba a comenzar una nueva vida. Sonaba estúpido, pues aquella vez dejaba España para vivir en Estados Unidos y esta vez estaría también en Estados Unidos, pero algunas cosas que antes eran fundamentales ya no estarían.
Tía Molly me esperaba junto a su coche en la puerta del aeropuerto. Cargué mis maletas y corrí hacia ella para abrazarla. No la veía desde hace un mes, pero aún así la había echado mucho de menos. Sin decir nada, cargamos las maletas en el maletero y entramos al coche. Me acomodé en el auto, el cual olía al ambientador de pino que tía Molly tenía junto al espejo. Esa fragancia, pese a ser una muy común, era la mar de reconfortante. Tía Molly encendió el motor y tomamos rumbo a Lafayette.
—Bueno Mandy, ¿qué tal el vuelo? —preguntó mientras conducía por la poco concurrida carretera.
—Oh, he estado muy bien, he estado casi todo el viaje dormida.
—Bueno, si quieres puedes seguir descansando hasta que lleguemos a Lafayette.
—Sí —asentí y apoyé mi cabeza en la ventanilla.
Casi siempre que viajo en coche suelo apoyar mi cabeza en la ventanilla. Me gusta sentir el traqueteo de la carretera y disfrutar del paisaje, de los lugares quedando cada vez más cerca, dejando atrás a otros. Sentir la sensación de la velocidad y la brisa que provoca la velocidad del coche en movimiento, ¡es algo que me apasiona! Alguna vez he pensado que ese comportamiento es más típico de los niños que de una mujer ya adulta como yo, pero era algo que no tenía remedio.
Tras media hora de viaje llegamos de nuevo a Lafayette, a casa. Todo seguía igual, la blanca casa de tía Molly en aquel tranquilo barrio residencial, los niños que jugaban con un balón, las mujeres que conversaban con una vespertina taza de té o café en el porche de una de las casas vecinas. Así era el panorama de aquel barrio a las cinco y media de la tarde. Tía Molly y yo tomamos las maletas del maletero del coche. Tomé ambas maletas y las subí a mi habitación.
Todo seguía tal y como lo dejé, mis pósters de mis bandas favoritas adornando las blancas paredes de la habitación. Dejé las dos maletas encima de la cama abiertas para luego vaciarlas y bajé a la sala de estar, donde tía Molly me esperaba sentada en su mecedora de madera. Tenía un papel en la mano. La miré más de cerca y no era un simple papel, sino una carta, pero no tenía sello. Fruncí el ceño y tía Molly me la entregó. Miré en el dorso de la carta y no ponía quién había escrito la carta.
—Molly, ¿de quién es esta carta?
—Léela —me ordenó algo preocupada.
Asentí y abrí la carta para comenzar a leerla: era de Jeff.
16-7-1980
Querida Mandy:
Tal vez te estés preguntando el por qué de esta carta ya que existen los teléfonos tanto aquí como en España, pero no me atrevo a decirte esto ni en persona ni por teléfono. Llámame cobarde, imbécil, lo que quieras, pero... me voy de Lafayette. Sí, yo también voy a dejar el pueblo.
¿Sabes Mandy? Me planteé irme contigo a Salt Lake City pues necesitaba cambiar de aires. Pero al final tuve que cambiar de idea. Billy se fue a Los Ángeles hace una semana. Él ya lo dijo hace mucho tiempo, se quería ir, quería probar suerte en el mundo de la música. Tú misma le escuchaste aquel día en el parque, cuando estábamos con Dave y sus amigos. Pensaba que lo decía en broma, pero al final ha sido cierto. Billy tomó unos pocos dólares y se fue del pueblo de madrugada haciendo autostop, sin más. No me dijo que se iba, y eso que pasé todo el día con él. Me enteré por su madre, que estaba muy preocupada por él.
Al final he decidido seguir los pasos de Billy y también me voy a Los Ángeles. Yo no seré tan atrevido, tengo algo de dinero ahorrado y mi padre me ha dejado su coche viejo. También llevaré mi batería, tal vez tenga suerte y encuentre alguna banda que me acepte. Me gustaría encontrarme con Billy en Los Ángeles, aunque en esa enorme jungla de asfalto será complicado vernos sin ni siquiera tener las señas del otro.
No te quiero dejar Mandy, pero mi futuro está lejos de Lafayette, y tal vez también lejos de Utah. Estoy muy contento de que vayas a la universidad, aunque me hubiera gustado que los tres hubiésemos estado juntos, como en los viejos tiempos. Nunca te olvidaré y recuerda Mandy, nos veremos cuando menos te lo esperes.
Te quiere,
J.D.I.
Según iba leyendo la carta y examinaba las palabras escritas del puño y letra de Jeff, mis ojos se iban tornando cada vez más cristalinos, hasta que una lágrima culminó y cayó en la carta, emborronando algo de tinta a su paso. Billy y Jeff se habían ido y no me había podido despedir de ellos como me hubiese gustado. No podía culparles de nada, yo misma les iba a dejar tarde o temprano. De alguna manera aquellas palabras habían dado de lleno en mi corazón, justo en la diana.
—Lo siento Mandy, quería llamarte para decírtelo, pero le prometí a Jeff no decir nada hasta que vinieses de tus vacaciones —tía Molly me abrazó.
—Tranquila, no pasa nada. Él me ha prometido que nos volveremos a ver algún día y creo en él —sonreí mientras me enjugaba las lágrimas.
—Él también me dijo eso cuando vino a traer la carta. Espero que tenga suerte, Los Ángeles es otro universo a comparación con Lafayette.
—Eso mismo espero —suspiré.
—Ahora te toca a ti emprender tu nueva vida Mandy, en dos semanas comienzas las clases en la universidad.
—Sí, estaré este fin de semana aquí y el lunes ya me instalaré en mi nuevo apartamento. Por cierto, gracias por conseguirlo, he visto las fotos que me diste y es perfecto.
—Oh, no tienes que agradecerme nada, fue gracias a un compañero del despacho de abogados. Es muy divertido compartir casa con una chica de tu edad. Seguro que las dos os llevaréis muy bien —sonrió.
—Bueno, ahora iré a mi habitación a deshacer mi equipaje —me levanté de la silla en la que estaba sentada y subí la escalera.
Ya en mi habitación, me senté en el suelo con la espalda apoyada en mi cama. Lo que menos me esperaba al llegar a Lafayette era que mis dos amigos a los que deseaba ver después de no haberles visto desde hace tres meses no estuvieran. De sobra sabía que algún día aquellos dos alocados muchachos se irían de aquel pueblo que no sabe apreciar su indudable talento, pero no tan de repente.
Tal vez soy una egoísta al pensar que se iban a venir conmigo a Salt Lake City, pero lo llegué a creer. Lo que me daba más rabia era el hecho de no poderme despedir de ellos. En mi mente seguían los recuerdos del baile, de Jeff bailando conmigo mientras Billy cantaba a nuestro lado, de aquella maravillosa noche.
Di un largo suspiro y me levanté del suelo. Fui vaciando el contenido de mi maleta para guardar toda la ropa en el armario. En cinco días me iría de nuevo, esta vez a Utah. Tenía ganas de conocer a mi nueva compañera de piso, estaba algo nerviosa por ello. Casi siempre he estado rodeada de chicos porque me llevo mejor con ellos, así que no sabía si aquella chica me iba a caer bien o no.
Cuando acabé esa tarea, volví a sentarme en el suelo. Había pensado en algo, algo que a priori es una idea estúpidamente absurda. Podría irme a Los Ángeles yo también, pero, ¿cómo les iba a encontrar? Según tengo entendido es una ciudad muy grande y además, ya han pasado varios meses desde que Billy y Jeff se fueron. Tal vez ni siquiera estén por allí, a lo mejor se han encontrado y se han ido a otra ciudad. Pero quería verles, por muy lejos que estén, aunque mi lugar ahora estaba en Utah y no en California. Era una idea algo estúpida, aunque cosas más estúpidas se han hecho por amor, ¿no?
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N/A:
Creía que no pero al final he podido publicar un nuevo capítulo. ahora sí, tal vez hasta el día 1 o el día 2 no pueda escribir nada porque estaré de viaje. Además, el día 4 me vuelvo a ir de viajes, podré escribir pero no tendré mi ordenador para publicar.
Espero que la espera se os haga amena :).
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It's So Izzy |Guns N' Roses|
Fiksi Penggemar¿Qué pasaría si te tuvieras que marchar a un país totalmente distinto al tuyo sin tus padres? Esta es la historia de Amanda Pérez, una chica española de catorce años que vive en la España de los años 70. Su vida cambia por completo el día en el que...