CAPÍTULO 27 -DULCE NIÑA

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Aún no había asimilado el hecho de la visita de Jeff y Billy cuando llegó la hora de que se marcharan. Como había imaginado habían venido en el coche de Jeff, seguramente Jeff habrá tenido que discutir con el terco de Billy para aceptar venir en coche y no en autobús. El coche de Jeff, su viejo pero siempre fiable coche. Antes era de su padre, pero al obtener el permiso de conducir se lo dio. Desde entonces Jeff cuidaba ese coche como si fuera su vida, pues junto a la música su gran pasión son los coches, la velocidad. Estoy segura de que si algún día deja de componer música, Jeff sería piloto.

Antes de que ese par de locos se marcharan de nuevo rumbo a la ciudad del rock, hablaron con Sarah y conmigo. Desde la anterior visita de Billy, Sarah y él se llevaban muy bien. Hablaban por teléfono y ahora parecían estar pasándolo muy bien, lo cual me alegró mucho. Jeff también parecía feliz, pude atisbar una pequeña sonrisa bajo su espesa mata de pelo. Ver a Jeff sonreír me hizo sonreír a mí también. Desde que nos conocimos ese muchacho es capaz de hacerme sonreír, no importa si estoy de buen o mal humor, con él nunca podré dejar de sonreír. Y esta vez no iba a ser menos, pues mis labios se arquearon como por arte de magia al ver los finos labios del pelinegro fruncirse en un rosado arco.

—Se te ve muy sonriente, Mandy. ¿Has visto algo bonito de repente? —preguntó Sarah mientras me miraba fijamente.

Me quedé pensando unas pocas décimas de segundo en la sonrisa de Jeff. Vaya que si no era preciosa, pero no podía contestar eso a Sarah. Justo cuando iba a responder escuché la grave voz de Billy responder a esa misma cuestión. 

—Claro, me está mirando a mí, ¿no lo ves, Sarah? —contestó Billy con arrogancia, salvándome el pellejo por enésima vez.

—Típico de la estrella —comentó Jeff riendo.

—Vamos Mandy, no me has contestado. Recuerda que tienes novio, no vayas a engañar al pobre Evan. Aunque es un pijo y un finolis te quiere —dijo Sarah curiosa.

—¡No es nada de eso! Sólo es que al veros tan felices me contagiáis la felicidad, nada más. ¿Y qué tiene de malo que sea pijo? —reí.

—Que no sé qué ve un chico forrado en una mujer de clase media como tú. Que aunque eres un bombón no pareces el tipo de mujer con el que saldría el vicepresidente de una empresa de finanzas —contestó Sarah.

—Oh, ya lo sé, pero yo soy feliz así —hinché mis mofletes.

—Sigues siendo la misma niña fresa de siempre —Jeff me agarró los mofletes risueño.

—¡No soy ninguna niña fresa!
Y además, ¿por qué lo dices?

—Siempre te enfadas como una niña buena. Bajo esa fachada de niña mala que escucha rock no eres más que una niña dulce. Mi dulce niña —murmuró esto último sonriendo.

—¡Nunca he sido una niña fresa! Y mucho menos cuando vine a Estados Unidos, ahí ya no lo era, ni nada parecido—negué.

—Siempre serás mi niña fresa —Billy me sacó la lengua sin dejar de sonreír en ningún momento.

—Oh Dios, veo que nunca te cansarás de llamarme eso.

—No, me encanta hacerte de rabiar, es muy divertido.

—Vamos señor rabioso, nos tenemos que ir —le llamó Jeff.

—Ya voy pesado, si eres tú el que más tarda —protestó.

—¿Ah sí? Pues esta vez llevarás el coche durante todo el viaje —Jeff rió malévolo.

—Bueno malvado Stradlin, nos veremos pronto, ¿no? —pregunté mientras le abrazaba.

It's So Izzy |Guns N' Roses|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora