CAPÍTULO 41 -CAMINOS

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Molly y Sarah se marcharon el domingo, después del mediodía. Aunque estuvimos muy poco tiempo juntas lo disfruté, al igual que en los viejos tiempos. Prometimos vernos más a menudo aunque nuestras agendas laborales —por el momento no la mía—, no lo pondrían nada fácil. Y digo por el momento porque hoy sería el día en el que comenzaría mi búsqueda de trabajo. Me levanté muy temprano, a las siete y media, con las pilas cargadas y una buena ración de optimismo dentro de mí. Realmente lo necesitaba, con la negatividad tan propia en mí no podría llegar muy lejos.

El primer paso para buscar trabajo sería redactar mi currículo. No fue difícil pues mi experiencia laboral se limitaba a mis años de camarera en el Margot en Salt Lake City y mi posterior andadura por Finanzas Peterson en Baltimore. Tal vez no era la persona más experimentada del mundo pero lo que podían ver es la continuidad, algo muy valorado por las empresas prestigiosas. Las empresas prestigiosas... mentiría si dijese que no quiero trabajar en una pues es algo que anhelo pero soy realista. ¿Y si me toca trabajar en una empresa cutre? No todo es un camino de rosas y por supuesto, el mío no iba a ser menos.

Cuando terminé de redactar mi currículo, me vestí y desayuné. Ayer, dando un paseo con Sarah y Molly encontré un buen punto de partida, una oficina de empleo. Como soy nueva en la ciudad me podrán ayudar a encontrar alguna empresa donde poder entregar mis currículo, ¿y quién sabe? Tal vez pueda encontrar mi tan querido trabajo. La ya mencionada agencia se encontraba en el centro de la ciudad, a diez minutos caminando desde mi casa. Al estar bastante cerca, podría ir andando sin ningún problema. Un buen paseo matinal nunca viene nada mal.

Una de las grandes ventajas de San Diego era su magnífica situación geográfica. En Estados Unidos, al oeste, casi al borde de la frontera con México, era la perfecta combinación de lo puro americano y lo latino. Después de haber vivido en Estados Unidos durante la mitad de mi vida ya casi había perdido mi acento español. Era lógico pues solo iba a España de vacaciones. Allí era como una extraña, una extranjera, por ello nunca me he replanteado dejar mi amada América por el viejo continente. ¿Qué haría en un lugar donde ya no hay un sitio para mí? Ahora en San Diego había un sitio para mí, me lo había ganado. Pero necesitaba pagar ese regalo continuando con mi vida.

Al llegar a la agencia toqué a la puerta. Se situaba en plena calle, flanqueada por comercios y algunos edificios residenciales. No parecía muy concurrida, a duras penas pude atisbar un par de trabajadores dentro desde el escaparate. Una empleada vino a recibirme con una sonrisa. Al menos había empezado con buen pie.

—Buenos días señorita, ¿qué se le ofrece? —preguntó la mujer cortés, sin dejar de sonreír.

—Ayer pasé por aquí y vi que aquí ofrecen algunos empleos. Soy nueva en la ciudad y necesito algún trabajo, cuanto antes mejor.

—Sígame entonces, veré lo que puedo hacer.

Asentí y fui detrás de la mujer. La agencia no era muy grande, había unas seis mesas de despacho desde donde supuse que trabajaban. Tal vez no había mucha gente por ser tan temprano, pero lo que sí era seguro es que ese no había sido el mejor lugar donde podía haber llegado. Otra vez más mi intuición me había fallado.

La mujer se sentó en un despacho al fondo del local. La mesa estaba cubierta de folios, documentos y un sinfín de artículos de papelería diversos esparcidos sin ninguna armonía. Al desastre ahí causado se le unió una gran carpeta que la empleada sacó, seguramente ahí se encontraban los afiches con los posibles empleos que me podía ofrecer. Después de revolotear durante unos pocos segundos por sus hojas, la mujer me miró dando así comienzo a la conversación.

—¿Has traído tu currículo o necesitas que te lo escriba?

—Aquí tiene —se lo entregué y rápidamente lo examinó.

It's So Izzy |Guns N' Roses|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora