Aquella fresca y radiante mañana de julio desperté más feliz que nunca. Aún estaba tumbada en la cama y me sentía como en el cielo, como si estuviera tumbada en una cama de rosas y no en mi sencilla cama. Solo había que mirar a mi izquierda para ver que era realmente feliz. Jeff seguía abrazado a mí, su pálido y desnudo torso se movía dulcemente al compás de su respiración. Aún dormía plácidamente, en su cara estaba esbozada una bella sonrisa. Aunque no pude ver mi cara seguro que tenía su mismo aspecto, por fin volvía a ser feliz de verdad, ya tenía un motivo para despertar cada mañana y para luchar. Tenía a Jeff y eso era lo que realmente importaba. Mi pena acabó en el momento en el que nos reencontramos y en ese momento me juré no volver a estar triste por más nada.
—Mandy, ¿qué hora es? —murmuró Jeff mientras se desperezaba.
—Las ocho y cuarto, a las nueve tengo que ir a la tienda —contesté mientras me incorporaba.
—Trabajas en la tienda de discos, ¿no? Me lo contó mi madre —dijo mientras me abrazaba.
—Sí, Bob me contrató. No es igual a todos los sitios en los que he trabajado pero al menos es divertido.
—Me alegro mucho por ti, señora Isbell —respondió sonriente.
—¿Señora Isbell? Aún no nos hemos casado y permíteme decirle que vamos muy deprisa. Debe cortejarme y pedir mi mano a mi padre —bromeé, a lo que Jeff me miró estupefacto.
—Lo-lo siento, no quiero ir deprisa ni —le corté.
—Es broma bobo, ¿para qué vamos a andar con formalidades si nos conocemos desde hace catorce años?
—Tienes razón, aunque contigo pienso ir al ritmo que quieras, ya después de tanto no quiero perderte, Mandy —me abrazó con más fuerza, como si pensara que me iba a escapar.
—Vamos, tranquilo cariño, luego nos vemos pero ahora suéltame que no quiero llegar tarde.
—Iré a recogerte a la tienda.
—Sospechoso... ¿Qué te traes de entre manos, Jeffrey Dean Isbell? —pregunté como si estuviese cuestionando a un sospechoso.
—Ya lo verás Mandy, ya lo verás —sonrió y me soltó.
Preparé el desayuno rápidamente junto a todo lo que necesitaba para el resto del día, incluida mi comida. Como anoche no pude cocinar nada porque pasé la tarde y la noche con Jeff me tuve que preparar unos sencillos pero apetitosos sándwiches para comer. Por un día no me pasaría nada por comer eso, ¿no?
—¿Sólo vas a llevar eso para comer? —preguntó Jeff mientras guardaba mis sándwiches en una bolsa.
—Sí, ya no me da tiempo para hacer nada más. Es mi segundo día de trabajo y no tengo ganas de enfadar a Bob.
—Vamos, te llevaré algo. No pienso dejar que pases hambre.
—Bueno vale, pero tampoco exageres —contesté riendo.
—Hace unos años no quise estar contigo para no estropear tu vida con el horror de la mía pero ahora que te tengo te voy a mimar —respondió mientras me abrazaba.
—¿Qué harás esta mañana? Si quieres puedes quedarte, aún no he hablado con tía Molly pero seguro que está encantada con tenerte por aquí.
—Iré a ver a mi madre, ayer casi no estuve con ella y me gustaría hablar. Dicen que el amor de una madre lo cura todo, ¿no?
—Supongo que tienes razón —contesté tranquila.
Después de nuestra charla terminé de preparar todo y fui a la tienda. Bob me había dejado algunos encargos, entre ellos contactar con algunos proveedores por lo que pasé gran parte de la mañana pegada al teléfono. Por suerte al ser temprano los clientes aún no habían llegado, solo unos pocos adolescentes que al igual que yo hacía con su edad, se lamentaban al ver los nuevos trabajos de sus ídolos porque no se los podían permitir. La ventaja que teníamos Jeff, Billy y yo era que nuestros gustos eran muy similares así que podíamos comprar todos los discos que quisiéramos entre los tres, por lo que nos salían muy bien de precio.
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It's So Izzy |Guns N' Roses|
Fanfiction¿Qué pasaría si te tuvieras que marchar a un país totalmente distinto al tuyo sin tus padres? Esta es la historia de Amanda Pérez, una chica española de catorce años que vive en la España de los años 70. Su vida cambia por completo el día en el que...