CAPÍTULO 26 -SORPRESA

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Mis primeras semanas en el departamento de ventas de Finanzas Peterson fueron realmente agradables. Tenía mi propio despacho en la planta ocho. Era una habitación muy amplia, decorada con muebles de oficina con un toque urbano y muy bien iluminada porque daba a la avenida principal. Disponía de mi propio teléfono, aunque sólo lo utilizo para la empresa y emergencias, además de una hora y media para almorzar. Al principio me costó adaptarme a mi nuevo empleo pues había estado casi cinco años trabajando como camarera, pero estas pocas semanas al frente de mi nueva labor habían sido de lo más gratificantes.

Ésta tampoco había sido una semana muy laboriosa para mi alegría. El último día laborable de la semana el, viernes, tampoco había sido un día muy duro. Sólo había tenido que ordenar unos cuantos informes y redactar otros tantos. Además, para mi inmensa suerte, mi jornada acababa a las dos de la tarde y no a las siete como acostumbro. No había nada más reconfortante que acabar antes el trabajo y poder tener la tarde libre. Aún sentada en el sillón de mi despacho, el teléfono sonó. No dudé un segundo y descolgué, pues seguro que era importante.

—¿Sí? Al habla Amanda, ¿en qué puedo ayudarle?

—Mandy, soy yo —contestó Sarah.

—¿Ha pasado algo? Ya sabes que este teléfono es sólo para cosas importantes.

—Ya lo sé, y esto es muy importante —enfatizó el muy—. ¿Tienes algún plan para esta tarde?

—Oh Dios, ¿no podías haberte esperado a que llegase para preguntarlo? —reí.

—Vamos, es importante, contesta —insistió.

—No, no tengo nada que hacer aunque tal vez Evan tenga pensado algo. ¿Contenta?

—Sí, cuando salgas del trabajo ven directa a casa —respondió alegre antes de colgar.

Poco después alguien tocó a la puerta de mi despacho. Me levanté para abrir y allí estaba Evan. Sonrió y entró al despacho, cerrando la puerta tras él.

—¿Mucho trabajo? —susurró en mi oído antes de besarme en el cuello.

—No, esta semana ha sido muy tranquila —respondí sonriente.

—¿Te apetece ir luego a algún sitio?

—Sarah me ha llamado hace un rato diciendo que fuera directa a casa, no sé qué habrá preparado. Supongo que luego puedes venir a casa.

—Perfecto, nos vemos por la tarde —me besó y salió del despacho.

Llevábamos saliendo desde hacía un mes. Al principio no quería tenerle nada más que como amigo, pero al final decidí darle una oportunidad. Se veía que era un buen chico, que me quería y que me iba a cuidar, justo lo que necesitaba. Lo que buscaba en un hombre no era un super hombre ni un Dios del Olimpo, sino alguien normal, mundano. Alguien que me cuide y me demuestre a diario que me ama. Tal vez suene cursi o parezca una de esas chicas buenas y dulces de película, pero era lo que realmente quería. Y justo todo eso lo había encontrado más cerca de lo que pensaba, en Evan.

Al llegar las dos de la tarde salí de la empresa. No sabía lo que me esperaba en casa, pues de Sarah podía esperarme casi cualquier cosa. Desde hacía algunas semanas sabía que tramaba algo, pero no el qué. Ella puede llegar a ser muy misteriosa, pese a ser un libro abierto para mí. Caminé lo más rápido que pude aprovechando la poca afluencia de coches a esa hora. Al ser la hora de comer no había casi tráfico pese a estar caminando por el centro neurálgico de la ciudad. Aligeré aún más el paso recorriendo la avenida.

En menos de diez minutos me encontraba frente al edificio de apartamentos donde vivo. Subí las escaleras hasta llegar a mi apartamento. Abrí la puerta y me topé con la sorpresa de Sarah. En el sofá estaban sentados Billy y Jeff junto a Sarah. Los tres me miraron sonriendo. Me pellizqué el brazo y dolió, no era un sueño, estaban allí de verdad. Hacía un año que no veía a Billy y dos que no veía a Jeff. Pese a todo el tiempo estaban iguales, físicamente no habían cambiado nada. Esbocé una amplia sonrisa y corrí a abrazarles, sin preocuparme siquiera si les hacía daño.

It's So Izzy |Guns N' Roses|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora