En todos estos meses he aprendido que hay palabras temibles, pero pocas tan terroríficas como un "te espero en la sala de reuniones a la hora del almuerzo" de parte de tu jefe. Estaba en mi despacho, terminando de recoger unos documentos cuando vi que restaban seis minutos para la hora acordada. Tenía miedo pues no sabía el por qué de tan repentina llamada. Mi primer pensamiento fue algo terrible pero inevitable. Era difícil no pensar que mi jefe quería verme porque tal vez haya hecho algo indebido pero de alguna vez deseché esa posibilidad. No había hecho nada malo durante estos días, o eso creía.
Estuve barajando todas las opciones que tenía hasta que llegó la hora de la reunión. La secretaria, una mujer mayor pero muy leal y trabajadora, me indicó que fuera a la sala de reuniones, la cual estaba situada en la cuarta planta. Salí de mi despacho sin coger nada más que la carpeta donde guardaba algunos informes para entregar al jefe y anduve hacia el ascensor. Mi temor se había convertido en nerviosismo, un nerviosismo totalmente notorio. El corazón me latía a mil por hora, mis pies se movían solos hacia la sala de reuniones. Lo único que necesitaba en ese momento era escuchar lo que fuese lo que me tenía que decir mi jefe y volver a mi burbuja, mi despacho.
Entré a la sala, no sin antes haber tocado la puerta. Allí estaban sentados Michael y Evan Peterson, padre e hijo, uno frente al otro. No me esperaba ver a Evan en esa especie de reunión, pues pensé que el único que quería hablar conmigo era su padre. Saludé con cortesía y me senté en un sillón junto a Evan. Ahora estaba un poco menos nerviosa, aunque de igual modo Michael lo pudo percibir. Él es un hombre muy avispado y atento, alguien que percibe cualquier cambio por mínimo que sea. Sonrió antes de comenzar a hablar en un tono bastante reconfortante.
—Tranquila Amanda, lo que te tengo que comentar no es malo, no hay necesidad de que sufras —rió al final de la oración, aplacando un poco mis nervios.
—Está bien —sonreí, dispuesta a escuchar.
—Tu trabajo durante estos siete meses ha sido formidable, estamos muy contentos contigo. Por eso te quiero proponer una idea para la que me gustaría poder contar contigo.
—¿De qué se trata, señor Peterson?
—Nos gustaría trasladar tu puesto a nuestra sucursal en Baltimore. Necesitamos a alguien que pueda guiar la empresa y hacer que florezca en todo el país y pensamos que eres idónea para el puesto.
—¿Baltimore? —pregunté inquieta.
—Sí, Baltimore, en la costa este. Recibiría un aumento de su sueldo en un veinte por ciento, aunque su incorporación sería casi inmediata.
—Es una ocasión única, no me cabe la menor idea, pero creo que antes lo debería consultar —miré a Evan por el rabillo del ojo.
—Mandy, yo también iré a Baltimore, es más, seré el presidente de esa sucursal —contestó Evan con una amplia sonrisa en su cara.
—Entonces acepto la oferta —extendí mi brazo para estrechar la mano de Michael, simbolizando así nuestro acuerdo.
Michael me soltó la mano para entregarme mi nuevo contrato. Tomé un bolígrafo de su escritorio y lo rubriqué, sin dejar de sonreír en ningún momento. Cuando lo terminé de leer y lo firmé se lo devolví a Michael.
—Bien señorita Pérez, si no le parece mal puede irse a casa. Como ya le he dicho me gustaría que se incorporase a su nuevo puesto de trabajo en Baltimore lo antes posible, así que tiene el resto de la semana libre para que pueda completar su traslado —anunció Michael solemne.
—Gracias señor Peterson, que tenga un buen día —me despedí y salí de la sala de reuniones, aún hecha un mar de confusión.
Evan también salió de la sala de reuniones, tan sonriente como siempre. Subimos en el ascensor hasta llegar a mi despacho. Abrí y nos sentamos, yo en mi sillón y él en una butaca frente a mí, mirándome sonriente.
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It's So Izzy |Guns N' Roses|
Fanfic¿Qué pasaría si te tuvieras que marchar a un país totalmente distinto al tuyo sin tus padres? Esta es la historia de Amanda Pérez, una chica española de catorce años que vive en la España de los años 70. Su vida cambia por completo el día en el que...