Miré el reloj que había sobre la mesita de noche por quinta vez en la noche. Ya eran las cuatro y aún no había conseguido dormirme. Los recuerdos de la conversación que había mantenido con Jeff hace ya casi dos horas me atormentaban. Su cara, su semblante serio clavado en mis ojos, sufriendo por escuchar las palabras que más odia de mi boca, todas esas imágenes rodaban por mi cabeza haciendo que me fuera imposible dormir. Y cómo no, todo eso era por mi culpa, por haberle roto el corazón en mil pedazos. Ahora me tocaba sufrir las consecuencias y la primera de ellas era no poder dormir.
Cansada de dar vueltas en la cama, decidí salir de la habitación para tomar el aire. Tal vez la fresca brisa angelina me ayude a despejar la mente. Cuando iba a salir al balcón, la presencia de un hombre me paró en seco. Casi di un grito al ver que me jaló el brazo de la nada. Me tranquilicé al ver la brillante y pelirroja cabellera de mi querido amigo Billy que, al parecer, tampoco dormía. Aún vestía las ropas que había llevado durante el concierto aunque ya no llevaba maquillaje. Me soltó el brazo para después darme la charla.
—¿Pero tú no deberías estar durmiendo? Ya son las cuatro de la mañana —me regañó.
—No puedo dormir —contesté afligida.
—Vamos, es broma. ¿Es por la cama? Mira que le dije a Slash que la arreglase pero no me hizo ni caso. Si quieres puedes quedarte con la mía —contestó con dulzura casi susurrando para no despertar a los demás.
—Gracias Billy, pero no es por eso. Es por mi culpa —dije al borde de las lágrimas, aguantando para no llorar ahí mismo.
—Hey, vamos, tranquila. Siéntate, aunque es muy tarde y quiero dormir te haré una consulta psicológica rápida. ¿Quieres una infusión? Te vendrá bien para dormir —dijo mientras apoyaba su brazo sobre mis hombros.
—Sí, muchas gracias —le abracé—. ¿Pero realmente tenéis infusiones aquí? Pensé que preferíais beber hasta quedaros dormidos en vez de recurrir a los remedios más sanos —pregunté riendo.
—Muy graciosa Mandy y sí, tenemos. De hecho yo soy quien las usa, por eso tengo un montón. ¿Te gusta la manzanilla?
—Sí —respondí.
Billy asintió al escuchar mi contestación y preparó dos tazas, una para cada uno. Nos sentamos en la mesa de la cocina, a oscuras, para no molestar a los demás. Como no se veía muy bien, Billy encendió una vela que encontró en uno de los cajones de la cocina y la dejó en el centro de la mesa. Después comenzamos con nuestra charla.
—Sin levantar la voz y sin llorar, explícame qué es lo que ha pasado desde que saliste del bar con Slash y Jeff —contestó tajante.
—Tuvimos que traer a Slash entre los dos porque de lo borracho que estaba casi no podía andar. Cuando le acostamos fuimos al balcón y hablamos. Jeff me preguntó si era feliz con Evan y le contesté que sí, que por eso me voy a casar con él. Obviamente no se lo tomó muy bien y se fue a su habitación. Y ahí es cuando mi cabeza ha empezado a dar vueltas, cu...
—Otra vez no —Billy no me dejó terminar.
—¿Qué pasa Billy?
—Hace no mucho, un par de meses o así hablé con Jeff sobre esto mismo y me dejó muy claro que lo único que sentía por ti era una profundo cariño fraternal, nada amoroso. Y ahora me vienes con esto —respondió Billy visiblemente enfadado.
—No le culpes Billy, la culpa es mía, por darle falsas esperanzas. Si le hubiera dejado claro que no quiero nada con él nada de esto habría sucedido.
—Pero la pregunta es esta, Mandy. ¿Eres feliz con Evan? ¿Realmente le amas tanto como dices?
Otra vez esa pregunta. Esas cuatro palabras que tanto turbaban mi ser, y esta vez de la boca de Billy. No era la forma de elocución lo que me molestaba sino el efecto que esos cuatro simple vocablos tenían en mí, la forma en la que cambiaban mi mente y distorsionaban mis pensamientos. Billy me observaba en silencio, con la luz dorada de la vela candente su pelo parecía arder, al igual que su mirada. Sus ojos claros, normalmente serenos, me miraban fijamente, como si pudieran ver dentro de mí, dentro de mi mente. Tardé en contestar varios segundos pero mi respuesta fue la misma.
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It's So Izzy |Guns N' Roses|
Fanfictie¿Qué pasaría si te tuvieras que marchar a un país totalmente distinto al tuyo sin tus padres? Esta es la historia de Amanda Pérez, una chica española de catorce años que vive en la España de los años 70. Su vida cambia por completo el día en el que...