CAPÍTULO 42 -TEMBLOR

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Me resultaba difícil pensar que hacía tan solo 24 horas estaba buscando un trabajo desesperadamente por las cálidas calles de San Diego. Era difícil pensarlo pues en ese momento esperaba a aquella extraña banda de la que tanto me han hablado, de esa a la que todos tachaban de temible. No tenía miedo, ni mucho menos, pero sí me daba respeto. Seguro que no eran tan fieros como los pintaban pero no podía confiarme. Sería un error confiarse ya el primer día de trabajo, cuando mejor impresión tengo que dar. La clave era muy sencilla: agradar a la banda para ganármela. Aunque algo más complicado en la práctica, no me resultaría algo imposible.

Por eso había llegado pronto, nada más abrir. Tenía que dar buena imagen desde el primer día. ¿Quién me tomaría en serio si ya desde el primer día cometo algún error o hago alguna estupidez? El jefe me había mandado esperar sentada en unas butacas junto a la puerta. Estaba nerviosa, mis dedos no dejaban de tamborilear en ambas rodillas. Además, no paraba de mirar el reloj colgado en la pared de en frente. De momento, los chicos venían cinco minutos tarde. No era demasiado pero sí lo suficiente para alterar mis nervios. Me estaba impacientando y una de las empleadas lo notó así que se acercó a mí.

—Tranquila, lo vas a hacer muy bien. Se ve a la legua que eres una chica muy responsable y trabajadora.

No pude evitar sonreír al escuchar aquel cumplido, realmente necesitaba una dosis extra de confianza. Di una gran bocanada de aire y después contesté.

—Gracias, aunque lo que me preocupa son los chicos. ¿Y si no me hacen caso? Sobretodo el líder, me han hablado muy mal de él.

—Oh por eso no te preocupes, ya están ahí.

Miré a la puerta y vi a tres chicos entrando. Uno de ellos, moreno de piel con pelo castaño alborotado y ojos verdes, era más alto que yo. Los otros dos, ambos pálidos con ojos marrones y uno  pelirrojo y el otro rubio, eran algo más bajos que yo. Mi primera impresión fue buena, aunque no parecían tener ni mucho menos a lo sumo diecinueve años, eran mayores. No me fijé mucho en su ropa, los tres vestían de un modo muy casual aunque más que una banda parecían unos skaters. Noté cómo el más alto me miraba de arriba a abajo, como si me estuviera analizando. Él sonrió, yo no sabía cómo reaccionar. De momento el niñato me había ganado un punto. Me crucé de brazos y se decidieron a hablar, empezando el rubio.

—Nosotros somos Tremor, ¿eres nuestra representante?

—Sí, encantada —respondí sonriente.

—Vaya, y yo que me esperaba a alguna vieja carroza y nos encontramos con una tía joven —comentó el alto mientras los otros dos chicos reían. Era tan directo como parecía, poco después pude saber que el chico era un verdadero libro abierto.

—No soy una tía, soy Amanda y más te vale comportarte si no quieres quedarte en la calle. No pienso renunciar al trabajo por tu culpa, ¿te enteras? —respondí muy seria y firme, elevando un poco mi voz, logrando que al menos dejase los comentarios estúpidos por un rato—. Vamos, contadme un poco de vosotros, iremos a uno de los despachos.

—Soy Tracey y estos son Emmanuel y Robert —contestó el alto señalando respectivamente al pelirrojo y al rubio mientras íbamos hacia el despacho. El jefe apareció y me paró justo cuando los chicos entraba al despacho.

—Amanda, ¿pasa algo? —me preguntó el jefe cuando los chicos entraron.

—No, todo bajo control —sonreí levantando mi pulgar derecho.

—Ánimo —me dio una palmada en la espalda y entré al despacho, donde los chicos ya estaban sentados.

—Bueno, vamos a hablar. ¿Tenéis algo grabado? —pregunté sentándome en una butaca.

It's So Izzy |Guns N' Roses|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora