CAPÍTULO 47 -REENCUENTROS EN EL VÓRTICE

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Tal vez no meses pero sí unas pocas semanas fue lo que necesité para ordenar mis pensamientos tras el mazazo emocional de mi traslado desde San Diego. Esos días los pasé en mi habitación pensando, en la sala de estar escuchando música con Molly o incluso tocando mi guitarra, una afición que nunca dejaré. Aunque no lo parezca lo pasé mal pues por mucho que lo intentase era imposible olvidar el pasado y más aún si era doloroso. Lo podía dejar pasar para que éste quedase oculto en mi mente pero nunca desaparecería, se quedaría allí, oxidado en lo más profundo de mi ser.

Molly me ayudó con sus tertulias cuando podía venir desde Indianápolis pero en este tiempo aprendí de una vez por todas a resolver mis problemas por mí misma pese a que Molly interviniese en algunos de mis asuntos, siempre para asegurarse de que iba en el rumbo correcto. Ella era como mi madre, por muy mayor que yo sea ella siempre estaría allí, a pie de cañón para ayudarme en todo cuanto pudiese. Así era mi querida Molly Ann Baker, la mujer que sin ser parte de mi familia biológica se comportaba como tal desde que nací.

Tras mis semanas de reflexión llegó la hora de volver a llevar una vida normal y eso implicaba encontrar un trabajo. Ahí fue donde intervino Molly pues tras hablar con ella y explicarle lo que buscaba me encontró un trabajo en el pueblo. No era el más emocionante ni el mejor remunerado pero para mantener mi siempre humilde estilo de vida valdría. Trabajaría en la tienda de discos que frecuentaba cuando no era más que una adolescente amante del rock y la música fuerte. El dueño y encargado, Bob Ferry, había hablado con Molly y estaba encantado de contratarme así que fui al lugar en cuestión sin pensarlo dos veces.

La pequeña tienda se situaba a unas pocas manzanas de casa, junto al gran parque de Lafayette. Cuando llegué me paré un rato a contemplarla desde fuera, pese a que su fachada había sido renovada seguía teniendo el mismo encanto que hace por lo menos quince años. Bob me vio desde dentro y me invitó a entrar. Lo primero que vi fue una gran estantería con los nuevos éxitos, entre ellos los dos discos de Guns N' Roses que habían sido publicados hasta la fecha. También había otros discos de más bandas, como una llamada Bon Jovi y otra Metallica. Los tiempos habían cambiado y aunque mis siempre admirados Aerosmith y The Rolling Stones seguían sacando muy buenos discos las nuevas generaciones venían pisando fuerte.

—Veo que te has fijado en los nuevos discos —comentó Bob mientras yo retiraba mi vista de la imponente estantería y caminaba hacia su mostrador.

—Sí, veo que tienes a Guns N' Roses en primera fila —contesté risueña.

—Admiro mucho a esos chicos, en especial al pequeño Bill y a Jeffrey porque les conozco casi desde que nacieron. Nunca pensé que esos dos granujas llegaran a ser unos músicos tan famosos —dijo en tono nostálgico, pues conocíamos a Bob desde hacía muchos años.

—Su música es genial, ahora son estrellas. Quién lo pensaría hace quince años, ¿eh?

—Tienes razón pero bueno, así es la música. Molly me contó que te encanta y que incluso has trabajado con una banda en San Diego, ¿no?

—Sí, aunque no acabó muy bien, que se diga —confesé algo compungida tras recordar los horribles acontecimientos con Tremor.

—¿Qué te pasó? Si no es mucho molestar, claro.

Sonreí y le empecé a contar mis tiempos como mánager de Tremor, desde que conocí a la banda hasta que se disolvió, sin olvidar todo lo que pasó con Tracey y sus extravagancias. Bob ni se inmutó, tal vez porque todo aquello que le narré no sería algo extraño para él. Cuando acabé retomamos la conversación.

—Bueno, estoy seguro de que aquí te irá mucho mejor, ya lo veías cuando eras pequeña. Solo tienes que sonreír al cliente y darle un trato cercano, eso siempre ayuda. Lo bueno es que al ser tan joven estás al tanto de todas las novedades, sobre eso no tengo nada que comentar —explicó mientras me mostraba la tienda.

It's So Izzy |Guns N' Roses|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora