Eran las nueve y cuarenta y cinco minutos del sábado cuando acabé de prepararme. Había tardado poco tiempo, alrededor de cinco minutos pero me demoré mucho en recoger mi habitación. Había quedado con Billy en la estación de autobuses de la ciudad a las diez. Por suerte no quedaba muy lejos del apartamento, a unos diez minutos a pie. Tomé mi bolso donde guardé la cartera y las llaves y salí a la sala de estar. Sarah también se estaba preparando para salir, al parecer tenía que trabajar. Me miró y me dedicó una de sus tiernas sonrisas.
—¿Ya te vas? —me preguntó Sarah mientras tomaba su bolso de un perchero cercano a la puerta principal.
—Sí, he quedado con Billy a las diez en la estación, no quiero llegar tarde.
—No te preocupes, te acerco en mi coche —ofreció Sarah.
—No hace falta Sarah, tienes que ir a trabajar. No quiero que llegues tarde por mi culpa.
—Oh, vamos, me pilla de camino, tengo que pasar frente a la estación. Deja de protestar y mueve el culo o llegaremos tarde de verdad —abrió la puerta y la seguí.
En menos de cinco minutos llegamos a la estación. Una de las características que más me gustan de nuestro apartamento es la buena comunicación que tiene, pues desde allí se tarda muy poco tiempo en llegar a los lugares más importantes de la ciudad. Sarah aparcó frente a la estación para que pudiese salir sin molestar a los demás coches. Para ser las diez de la mañana de un sábado de julio había muchos coches, algo impropio de esas fechas. Normalmente a esta hora no hay casi tráfico, pues la gente está trabajando o de vacaciones. Antes de bajar del coche me despedí de Sarah.
—Gracias por traerme Sarah, que te vaya muy bien en el trabajo.
—De nada Mandy, suerte con tu amigo. Espero que me le puedas presentar esta noche, tengo ganas de conocer a ese pelirrojo del que tanto me has hablado —sonrió coqueta.
—Seguro que le caes muy bien, sois igual de coquetos —reí y bajé del coche.
Cuando vi el coche de Sarah alejarse por las concurridas calles de Salt Lake City, anduve hacia la entrada de la estación. Al igual que yo había mucha gente aguardando a la llegada de sus seres queridos, algunos sentados en bancos a la sombra y otros de pie. Miré a todos lados, había quedado con Billy frente a la estación. Al no verle por los alrededores pensé que aún no había llegado, así que me senté en un banco a esperarle. Me quedé sentada algo despistada cuando vi que algo, o más bien alguien, me tapó los ojos. Me di la vuelta y allí estaba Billy, sonriendo como siempre.
—¡Billy! ¡Por fin nos volvemos a ver! —le abracé.
—Hola Mandy, veo que sigues igual, bueno, más guapa aún —contestó sonriente.
—Oh, vamos, no me hagas la pelota. Tú tampoco has cambiado mucho, por lo que veo sigues igual de pelirrojo e igual de coqueto —ambos reímos y Billy se sentó en el banco junto a mí.
—Nunca dejaré de ser coqueto. Si alguna vez tengo un doble y no sabes si es una imitación o el verdadero muéstrale una chica guapa, ya verás cómo vas a averiguar quién es el real y quién no —bromeó.
—¿Y si a tu doble también le gusta esa chica? —le seguí el juego.
—Ninguna chica es capaz de resistirse a los encantos del verdadero Billy —fanfarroneó.
—Oh dios, era de esperar una contestación así —reí—. ¿Sólo llevas esa mochila como equipaje? —señalé una mochila marrón que tenía a su izquierda.
—Sí, se me olvidó decirte que esta noche sale el autobús para ir a Lafayette así que no pasaré la noche aquí —me miró apenado.
—Oh, no pasa nada. ¿A qué hora sale el autobús?
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It's So Izzy |Guns N' Roses|
Fanfic¿Qué pasaría si te tuvieras que marchar a un país totalmente distinto al tuyo sin tus padres? Esta es la historia de Amanda Pérez, una chica española de catorce años que vive en la España de los años 70. Su vida cambia por completo el día en el que...