#87: The Holder of Youth

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En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución de salud mental o centro de reinserción social que encuentres. Al llegar a la recepción, pide visitar a alguien que se hace llamar The Holder of Youth. El encargado ahogará una risita infantil y se levantará de su asiento, haciendo un gesto para que lo sigas. Hazlo, pero no muestres ninguna emoción que no sea molestia, ya que hay criaturas que te miran, esperando una oportunidad para borrar tu mente.

El asistente te guiará a través de las instalaciones, saltando alegremente y girando pasillos a su antojo. No te molestes en tratar de recordar el camino, eso es irrelevante. Después de lo que se sentirá como horas de marcha, llegarán a una habitación vacía y frenará bruscamente, anunciará que han llegado. Síguelo y cierra la puerta con firmeza, él esperará a un lado, meciéndose con cautela sobre sus talones. Luego irá hacia la puerta, abriéndola con una pequeña sonrisa.

A través de la puerta, verás una pradera exuberante, llena de vitalidad y de vida. Sigue a tu guía y detente cuando él lo haga. A continuación, echará una mirada nerviosa a su alrededor, y se inclinará hacia ti con temor en sus ojos. Dirá una sola palabra, luego saldrá por la puerta y la cerrará. No debes olvidar esa palabra.

Camina hacia delante con pasos firmes, manteniendo un rostro enojado, los guardianes saben que no perteneces aquí, pero tendrán mucho miedo de enfrentarte. . .  por ahora.

Continúa caminando hasta llegar a un círculo de flores, entra en él. Las flores se marchitarán de golpe, con excepción de unas pocas.

Del lado donde no se marchitaron las flores es la dirección por la que debes caminar, ve hacia esa dirección, da 44 pasos, luego detente, gira a la derecha, y camina otros 44 pasos. Cuando te detengas por segunda vez, da un giro completo. Debes estar en un bosque denso y frondoso. Si no es así, entonces los guardianes han reunido su valor, y ningún poder en aquel lugar podrá salvarte.

Al llegar, inmediatamente da tres pasos hacia atrás, deberías estar bajo un árbol de gran tamaño. Las ramas se enredarán en tu cuerpo y te mantendrán atrapado. No luches. No importa cuanto se contraigan, no debes mostrar dolor, pero mantén tu cuerpo hacia adelante, pues el árbol puede intentar aplastarte contra sí mismo. Cuando el árbol te suelte, varios niños saldrán de entre los arbustos, riendo y jugando, ajenos a tu presencia, y formarán un círculo alrededor del árbol.

A medida que comienzan a bailar alrededor de él, van a cantar en voz agradable, una canción infantil tonta, haciendo que los árboles de alrededor tiemblen de risa. Hagas lo que hagas, no hables o suavices tu cara, espera a que los niños hagan una pausa y se sienten para recuperar el aliento. Uno de ellos finalmente se dará cuenta de tu presencia, y preguntará qué estás haciendo allí. Diles que deseas ver al Padre. Ellos se quedarán asombrados. En caso de que comiencen a reír, tu muerte llegará pronto, por criaturas que no hay palabras para describirlas.

Diles una vez mas, severamente, que deseas hablar con el Padre, y su líder agachará la cabeza con tristeza, murmurando cosas de ti. Se pondrá de pie, y dejará a los demás. El resto empezará a hablarte y a hablar entre ellos, pero tu no debes mirarlos ni escucharlos, ni incluso pensar en nada que puedan decir de ti, lo único que ellos quieren es romper con tu máscara de enojo para castigarte. Si dejan de hablar, debes decirles:“Dejen de quejarse y disfruten su existencia”. Debes sonar tan amenazador como sea posible, ellos volverán a hablar. Nadie sabe lo que pasa si se quedan en silencio.

Cuando el otro niño por fin llegue, se sentará de nuevo, y una figura alta y arrugada saldrá de la espesura. Te mirará fijamente, con un rostro demacrado y con un enojo que debe coincidir con el tuyo. Exigirá saber por qué, de todos los lugares, has ido a aquél. Míralo y pregúntale, ¿Acaso eso importa realmente?

La figura suspirará, y empezará a quejarse sobre la estupidez de la juventud; permanece en silencio, pues no son bien recibidas las interrupciones. Cuando finalmente termine, te volverá a preguntar por qué estás aquí. Pregúntale: ¿Qué eran antes de esto? 

Los ojos del anciano brillarán de comprensión, se sentará en una piedra cercana y empezará a hablar. Te dirá, con todos los detalles posibles, lo que eran antes de que todo empezara, cuando todavía había una pizca de bondad en ellos. Explicará, con voz fuerte, los tiempos más tranquilos, y hablará de los acontecimientos que provocaron su caída. Cada ilusión, cada sueño aplastado será descrito por él.

Mientras el anciano habla, el verde a tu alrededor se convertirá en tierra muerta, ennegrecida, árboles podridos y vegetación sin vida. No cambies tu expresión, y mantén tu mirada en el anciano.

La historia terminará con “¿Ves lo que le han hecho a mis hijos?” Las pequeñas figuras que estaban sentadas a tu alrededor serán ahora cadáveres pútridos, con destellos de tristeza en sus rostros putrefactos, rogando por ser liberados. Todos ellos se pondrán de pie, y se acercarán a su padre, mientras te dicen que su hambre debe ser saciada.

Ahora, en tu voz más alta, grita la palabra que te dijo el trabajador. Si la has olvidado, o la pronuncias mal, pasarás el resto de la eternidad como la comida de los niños muertos.

Di la palabra, correctamente, y todos ellos deberán caer al suelo, tapándose las orejas, y las ramas del árbol se romperán. Toma el mayor trozo de madera que puedas encontrar, corre hacia el anciano y apuñálalo en el cuello con la madera. A medida que se ahoga con su propia sangre, sostendrá una rosa. Tómala, mientras la oscuridad te rodea, obligándote a ahogarte y morir como el anciano.

Cuando sientas como si tus pulmones fueran a reventar, encontrarás una puerta que te llevará al lugar al que llamas hogar, entrarás en ella, mientras te falta el aire y apretando la flor en tu mano húmeda y fría.

Esa rosa es el Objeto 87 de 538, un recuerdo triste. Representa la pureza que una vez exisitió, y que no exisitirá otra vez.

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