#118: The Holder of Joy

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En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de reinserción social a donde puedas llegar. Cuando alcances la recepción, pregunta por visitar a quién se hace llamar The Holder of Joy. El recepcionista se estremecerá violentamente y te pedirá que reconsideres. Insiste gentilmente, y de mala gana se arrepentirá. Se abrirá una escotilla en el techo encima de ti, y te ofrecerá a subir a través de ella. Acepta su oferta.

Una vez subas por la escotilla, estarás en una vieja fábrica, similar a los viejos talleres del siglo XVIII de las ciudades en la costa este de los, en ese tiempo, recién fundados Estados Unidos. Estará sucio, polvoriento y poco iluminado, y el sonido de las máquinas será tan fuerte que serás incapaz de oír tus propios pensamientos. Habrá una gran pasarela entre unas máquinas inmensas. Camina a través de ella. Trabajando en esas máquinas resonantes, calientes e infernales, estarán niños pequeños, y se verán tan fatigados y harapientos que es posible que los confundas con personas de edad avanzada. En la poca luz que habrá podrás distinguir sus rostros sucios, suplicantes, llenos de desesperación y deseando ser libres de su eterno tormento. Sólo sigue caminando; ningún mortal puede ayudarlos, e intentarlo hará que te les unas en su eterna labor.

Podrá tomar un largo tiempo, pero finalmente llegarás a la oficina del capataz. Entra y encontrarás a un hombre sencillo, rudo, fuerte como un ladrillo, quién tendrá la apariencia de estar entrado en los 40 y vestirá una camisa blanca abotonada. Una vez se dé cuenta de tu presencia, levantará la vista de lo que sea que esté haciendo y te mirará con una expresión de disgusto. Confiado, hazle una pregunta: ¿Puede algún júbilo venir de ello?

Una vez haya hecho la pregunta, el capataz se levantará y abandonará su oficina. Síguelo. Los dos estarán en la pasarela una vez más, y él gritará una orden a los niños trabajadores. Lo que diga exactamente se perderá en el ruido de la maquinaria, pero ellos lo entenderán. Los niños se lanzarán dentro de la maquinaria, alterando el sonido de horribles maneras. Oirás claramente sus huesos crujir y sus músculos desgarrarse, mientras los niños se destrozan y aplastan por las máquinas, a las que se lanzaron ciegamente. Entre este espectáculo de pesadilla, escucharás la voz del Holder explicarte la verdadera naturaleza de la alegría y el dolor, aunque no puedo escribirlo aquí ya que sólo los dignos pueden saberlo.

Cuando todos los niños hayan sido completamente triturados por la infernal maquinaria, el capataz te dirá que vuelvas a su oficina y lo esperes allí. Haz lo que te diga, y cuando entres, te encontrarás en el lugar que llamas hogar, en tu dormitorio. En tu cama (o en cualquier superficie que uses) habrá una camisa blanca abotonada, como la que el capataz tenía. Esta camisa te otorgará un sentido de familiaridad y camaradería con quienes hables.

Esa camisa es el Objeto 118 de 538. Ahora conoces el júbilo, pero como tal, nunca lo podrás tener.

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