#192: The Holder of Indulgence

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La palabra indulgencia (del latín indulgentia, de indulgeo, “ser amable” o “compasivo”) significa, originalmente, bondad o favor; en el latín post-clásico llegó a significar la remisión de un impuesto o deuda. En la Ley Romana y en la Vulgata del Antiguo Testamento se usaba el término para expresar la liberación de una cautividad o castigo. En el lenguaje teológico también se suele usar en su sentido original para significar la bondad o el favor de Dios. Pero en el sentido estricto del término, “indulgencia” es la remisión del castigo temporal debido al pecado cuya culpabilidad ha sido ya perdonada.


En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de reinserción social al que puedas llegar, y pregunta en el escritorio de recepción por ver a The Holder of Indulgence. Si el trabajador es hombre, se inclinará hacia atrás en su silla y respirará profundamente; si es mujer, se inclinará hacia adelante y soltará un fuerte suspiro.

De cualquier forma, luego de varios segundos, serás guiado afuera hacia un viejo auto. Siéntate en el asiendo del copiloto. No te sientes en la parte de atrás, ni mires el espejo retrovisor en cualquier momento durante el viaje. Si lo haces, bueno, déjame decirte que los otros pasajeros no lo apreciarán. El (o la) recepcionista tendrá una conversación contigo, y deberás responder cualquier pregunta que te haga honestamente, a menos que quieras saber qué les ocurre a los mentirosos y a sus lenguas. No hay necesidad del cinturón de seguridad, no te lo pongas.

Luego de conducir lo que parecerán días, el recepcionista te llevará al medio de un campo, donde se encuentra un viejo burdel. Las puertas se abrirán de repente y el recepcionista se habrá ido. Si el sol se pone, dirígete al prostíbulo con rapidez, ya que sólo el suave resplandor de las linternas que cuelgan en su pórtico te protegerán de lo que acecha en los campos. Cuando llegues al pórtico, no intentes entrar al prostíbulo, o mires dentro. Si lo haces, sus clientes te tirarán dentro, y no serás capaz de escapar de sus placeres hasta que te despedacen.

En el pórtico, verás a una gran mujer tocando una flauta hecha con tendones y huesos humanos. Cada nota que toque hará que el instrumento sangre profundamente. Nunca has oído esa canción antes, pero serás capaz de tararear en voz baja su ritmo. Luego de unos pocos minutos, u horas, dependiendo qué tan fuerte hayas tarareado, ella dejará de tocar. En este punto, deberás despojarte de todas tus posesiones, incluida tu ropa. Si tienes anillos de oro o plata, es recomendable que te los quites también. No deberías temerle si realmente le has dado todo lo que tenías, pues si no ha sido así, o te has escondido algo, ella lo usará para traer tu sufrimiento eterno.

Después que te hayas quitado tus pertenencias y las hayas dejado a tus pies, ella asentirá una vez. Ve delante y con una rodilla en el suelo, toma su mano izquierda y pregunta: ¿Cómo encontraron la felicidad?

De repente, su mano izquierda tomará tu brazo y lo volverá sepulcralmente frío, y no serás capaz de moverlo sin tener que arrancártelo. La flauta comenzará a tocar música sola, y a través de su sonido escucharás Sus violentas orgías y cómo se reían con júbilo en Sus creaciones. Te sentirás tan abrumado por el asco que querrás introducir los dedos en tus oídos tan profundamente para incluso perforar tu cerebro. Si, sin embargo, puedes sobrevivir y retener tu cordura, cuando la canción termine verás a la mujer muerta y descompuesta, luego de haberte soltado hace ya un rato. En este punto, podrás tomar la flauta, y el recepcionista regresará con ropa limpia para ti mientras te lleva de regreso a la institución.

La flauta es el Objeto 192 de 538. Su canción es lo único que los distrae.

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