#175: The Holder of Ashes

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En cualquier cuidad, en cualquier país, espera una noche que esté lo suficientemente fría como para que puedas ver el vapor de tu respiración en el aire. Sube el edificio más alto que encuentres y busca un camino hasta el borde del tejado. Susurra dentro de la oscuridad que deseas visitar a aquél que se hace llamar The Holder of Ashes.

Muy lentamente las estrellas en el cielo titilarán, una a una, hasta que sólo quede la luna. Espera hasta que la luna se desvanezca en la oscuridad y no se oiga ningún otro sonido con excepción del suave soplido del viento. Deberás dar un paso adelante, fuera de la cornisa. Si retrocedes ahora, estarás obligado a permanecer en la fría y silenciosa oscuridad para siempre.

Caerás lentamente, y aterrizarás en la sólida tierra. Deberás levantarte del suelo y rápidamente seguir tu camino a través de la oscuridad. Plumas negras caerán alrededor tuyo. No debes hacer ningún sonido, o la infinita legión de cuervos revoloteando silenciosamente sobre ti descenderá y harán un festín con tu carne por toda la eternidad.

Luego de una indeterminada cantidad de tiempo, que puede ir de horas a semanas, verás delante a un hombre de pie en la oscuridad. Él es viejo y arrugado, vistiendo nada más que un taparrabo marrón. Si te acercas, verás que tiene un plumaje negro, clavado toscamente en su piel, en todo su cuerpo. Estará de pie, silencioso, con su cabeza inclinada.

Mientras te aproximes, el hombre emplumado lentamente levantará su cabeza. Deberás bajar la tuya, ya que mirar a sus enjoyados ojos negros es mirar en las profundidades de la nada.

El hombre lentamente levantará sus brazos a los lados. Sus plumas negras soplarán de un lado a otro en el repentino y fuerte viento. Él tirará su cabeza atrás y dejará escapar un grito sobrenatural. Deberás cubrir tus orejas y gritar, sobre el viento y el grito: ¿Por qué fueron silenciados?

El hombre se detendrá y levantará la cabeza hacia un lado. De repente, él comenzará a llorar lágrimas de brea ardiente. Su cuerpo hará ignición en un fuego carmesí, y rápidamente deberás mirar a otro lado, o las llamas saltarán hambrientas y te consumirán a ti también.

Espera a que el hombre no sea más que cenizas, y busca entre sus restos. Ahí encontrarás una pequeña y negra estatua de un cuervo con sus alas extendidas, hecho con la ceniza comprimida. Cuando la tomes, te encontrarás a los pies del edificio por el que subiste.

Esa estatua es el Objeto 175 de 538. Cuando llegue el momento, se alzará desde sus propias cenizas y cantará la canción que pondrá fin a esta tierra.

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