#162: The Holder of Sickness

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En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a una institución mental u hospital, dirígete al escritorio principal y pregunta por visitar a The Holder of Sickness. El trabajador se estremecerá y comenzará a sudar profusamente, tendrá arcadas y arañará su piel. Él te llevará por un largo pasillo blanco y te sentirás tan enfermo que tu dolor se duplicará. Te sentirás afiebrado, tu nariz sangrará y tus ojos se nublarán con infecciones. Vomitarás y te ensuciarás de forma abundante y lo único que querrás será caer con tus ahora sucias ropas, pero no debes sucumbir ante las náuseas o perderás el camino y estarás condenado a recorrer ese pasillo blanco, sufriendo la enfermedad por toda la eternidad.

El asistente, ahora cubierto en pústulas y quistes, colapsará y serás tomado por enfermeras sin rostro, siendo llevado ante una puerta de metal, manchada con sangre fresca. La puerta llevará a otro pasillo blanco, con luces fluorescentes zumbando y pintura desescamada. Será tan largo que no podrás ver el final. No pienses en el asistente, pues él esta ya más allá de toda ayuda ahora.

A medida que vas por el pasillo, verás puertas aparecer a cada lado conteniendo variados quirófanos. Médicos con rostros pálidos, contorsionados y sin ojos, mutilando quirúrgicamente a pacientes que una vez fueron humanos, pero ya ha sido reensamblados en otra cosa. Los pacientes, gritando, en pedazos, con elaborados vendajes y decayendo sobre las mesas de operaciones serán tan espantosos que será difícil apartar la mirada. Sin importar esto, no debes permitir que tus ojos entren en contacto visual con los pacientes, o te convertirás en uno de ellos, todos Buscadores que fracasaron, tu sufrimiento será eterno y más agudo que la muerte de un millar de pacientes con cáncer.

Si te sientes absorbido por una fuente invisible hacia una de las habitaciones, toda esperanza se habrá perdido. Resígnate a estar en una de las mesas de operaciones, extendido, inmortal, completamente consciente y experimentando el infierno que es una cirugía estando despierto todo el tiempo. Si ocurre esto, tus únicos rezos serán para que esto termine alguna vez.

Si te las arreglas para llegar al fin del pasillo sin volverte loco o volverte uno de los pacientes, alcanzarás otra puerta de metal, con incrustaciones de sangre café coagulada y vísceras.

Se abrirá. Ábrase camino a través de la corteza alrededor de la estructura y camina a través de la puerta. En el interior estará una habitación pequeña, impecable y brillante que apesta a anestesia, desinfectante y sangre vieja. El único sonido que escucharás además de tu corazón latiendo serán las zumbantes luces fluorescentes, que, en combinación con la terrible sensación que otorga ese lugar, será suficiente como para conducirte a la locura.

En medio de la sala, prominentemente fijada, estará una camilla de alta tecnología, rodeado por todo tipo de equipos. En la camilla, estará atado fuertemente un niño pálido, con sus ojos de color azul brillante mirando hacia la luz, aterrorizado. Él llora amargamente, y ruega para que le ayudes a escapar. Debes resistir las ganas de ayudarlo, pues de otro modo, él se convertirá en el doctor y tú en su paciente. Sólo debes preguntarle: ¿Qué yace adentro? El niño convulsionará en miseria y comenzará a llorar más lastimeramente que antes.

Deberás buscar el Objeto. Toma un escalpelo y corta donde quieras, lo que buscas yace en alguna parte dentro del niño. Él estará completamente consciente, y sus gritos de dolor harán eco a través de la sala tan fuerte que pronto la sordera y la locura comenzarán a afectarte. Trabaja rápidamente.

Corta a través de los huesos, quita los órganos y levanta capas de mucosa y vísceras para encontrar este Objeto. Comenzará a cambiar de forma a medida que operas en él. Se convertirá en un viejo amigo, tu hijo, tus padres, tu esposa o incluso en ti mismo, pidiéndote que pares. No debes parar, ni siquiera por un segundo, porque sus órganos  y carne se regenerarán y si logra hacerlo completamente, prestará atención a su atormentador.

Busca en cada milímetro. Husmea cada contorno de sus intestinos, corta en su cerebro y busca en cada grieta, haz tu camino en cada capa de músculo y arranca cada órgano dentro hasta que encuentres algo con forma de huevo del tamaño de un ojo.

Cuidadosamente, quita la membrana para revelar un pequeño tumor negro, cubierto de pus blanco y amarillo que olerá horrible, pulsará y chorreará todo tipo de líquido pútrido. Quema la membrana y asegúrate de dejar el tumor en algún lugar donde nunca sea tocado con las manos desnudas o su hedor sea inhalado.

Este tumor es el Objeto 162 de 538. Mantenlo en cuarentena o se esparcirá.

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