#120: The Holder of Sweets

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En cualquier ciudad, en cualquier país, sube a un auto, solo. Conduce hacia el oeste hasta que llegues a un entorno rural. Encuentra una casa en una zona espaciosa donde parezca que vive una familia. Saca el auto de la carretera y camina lentamente por el camino de entrada, mirando sólo tus pies. No importa lo que observes por tu visión periférica, no levantes la mirada.

Sólo cuando llegues al pórtico frontal podrás relajarte, por ahora. Golpea tres veces, suavemente, y espera. Si la puerta no se abre, llama confiadamente: “Vine por The Holder of Sweets y espera otra vez. Si la puerta se abre y ves a un niño pequeño, arrodíllate y reza, aunque nada podrá ayudarte. Si un anciano canoso con ojos crueles responde, por otro lado, te llamará sin pronunciar palabra. Síguelo.

Inmediatamente, olerás algo delicioso siendo elaborado en la cocina. Vuélvete hacia el anciano, pero no lo mires directamente a los ojos. Con una voz que suena como tela desgarrada, dirá: “Mi esposa”, y te señalará la cocina. Una vez el hombre se desvanezca, será tu última oportunidad de volver atrás.

El lugar parecerá muy grande para estar dentro de la casa. Estará llena de pasteles deliciosos y postres de todo tipo – un sinnúmero de ellos en los mostradores, mesas, o en bastidores, para que se enfríen. La mitad lejana de la cocina estará pintada en un extraño y refrescante color rojo. El lado por donde entraste tendrá sombreados azules. La ventana cerca tuyo te mostrará a un niño pequeño jugando con su perro en el pasto. Sin hacer más que mirar, sin embargo, serás bienvenido por una hermosa mujer en uno de los mostradores.“¡Hola!”Ella te ofrecerá una bandeja con pasteles. ”¿Quieres un regalo?” Rechaza su oferta de inmediato. La mujer podrá encogerse de hombros, pero sonreirá radiantemente.“Oh, bueno, entonces,  ¿Te gustaría hacer galletas conmigo?” 

Si respondes que no quieres, o que no sabes cómo, ella dejará caer lo que sea que haya estado sosteniendo con un estrépito. El rostro de la mujer se tornará horrible, su mandíbula se romperá y reensamblará para dar cabida a sus retorcidos colmillos, y su carne caerá al suelo salpicando hojas rojas mostrando su verdadera forma. Será la última cosa que verás antes de sufrir una muerte eterna, hecho pedazos y cortado en trozos no más grandes que una calderilla… Pero siempre aún consciente. Sentirás como todos tus restos son añadidos a una masa, luego puestas en el calor infernal del horno, incapaz de gritar, incapaz de ver, sólo serás consciente cuando seas rostizado y eventualmente siendo lentamente devorado y digerido.

Sería mucho, mucho más sabio aceptar. Ella sonreirá de forma encantadora: “¡Precioso! Pásame esa taza de medir”.

Durante todo el tiempo, quédate a su lado. No vayas al lado rojo de la cocina, y no toques ninguno de los productos horneados. Cada vez que le preguntes algo, ella te interrumpirá pidiéndote que le lleves un ingrediente. Debes intentar preguntarle 12 veces antes que reúna todos los ingredientes. Uno más, o uno menos, y sufrirás la muerte eterna anteriormente descrita.

Después de juntar y mezclar, ella se dirigirá al lado rojo de la cocina. Estará caliente y no será confortable, e instantáneamente, ella se tornará en su verdadera forma, lo mismo ocurrirá con los ingredientes. No retrocedas o grites cuando veas las entrañas ensangrentadas y los cuerpos que reemplazarán a los sacos de harina y jarras de crema; estos son todos los Buscadores que fallaron. Mantente alerta y en calma sin dudarlo, y no sufrirás su mismo destino.

La forma demoníaca de la mujer se tornará hacia ti, preguntando dulcemente, “Bueno, ¿Qué estás esperando?” No hagas ninguna mueca a la sonrisa que te dé, ahora astillada con afilados colmillos. “Trae la bandeja para hornear”.

Ella mirará por la ventana del lado rojo, sigue su ejemplo. Fuera, el perro se ha convertido en una bestia, y estará despedazando el cuerpo mutilado del niño pequeño.

La mujer dejará de mezclar la carne ensangrentada en la cacerola, y dirá, “Aww, se llevan tan bien, ¿No es así?”

Deberás responder: “Tan bien como está quedando tu mezcla”.

Si la convenciste, ella sonreirá y continuará preparando las galletas. Sin embargo, si hubo un traspié en tus palabras, te pusiste pálido o repentinamente comenzaste a sudar, te unirás a los Buscadores del pasado.

Si aún vives hasta ahora, la mujer abrirá el horno y pondrá la bandeja dentro. En este punto, la cabeza del niño golpeará súbitamente contra la ventana. Tan pronto como oigas el vidrio quebrarse, rápidamente introduce a la mujer al horno y ciérralo. Asegúrate de que la bandeja esté firme a la superficie. Ajusta la temperatura a 538 grados y aléjate a una distancia de un brazo, más o menos. Sea lo que sea que escuches en el horno, no lo abras, aunque sean las voces de tu familia o tus seres amados. No abras el horno.

La cabeza del niño estará frente al mostrador. Pregúntale: ¿Qué va a tentar a aquellos que los buscan?

El responderá con un croar sin vida, y su larga y macabra respuesta terminará justo cuando la puerta del horno sea arrojada lejos. Evita el insoportable calor, rápidamente toma una de las galletas que la mujer no esté tocando. No toques sus restos. No hagas caso de las ampollas en tus manos y esprinta hacia el refrigerador, ábrelo y lánzate dentro.

Estarás en el piso de tu cocina, en tu propia casa. Estás a salvo… por ahora.

La galleta es el Objeto 120 de 538. De ninguna manera debe ser consumida.

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