Derribando muros de sal

Capítulo 46: La promesa

Capítulo 46: La promesa

Emma se levantó, arrancó un ramillete de flores silvestres que crecían a pocos pasos de las lápidas y las colocó junto a los nombres de sus padres.

— Volveré cuando haya cumplido mi venganza — susurró a modo de promesa antes de emprender de nuevo el paso en dirección a la casa donde la esperaban Killian y Ruby.

Sabía que iba a ser complicado ocultarle su nuevo propósito al pirata, no obstante debía hacerlo para evitar el riesgo de que Rumpelstiltskin volviera a matarlo. Estaba segura de que Garfio se alteraría si descubriera que estaba decidida a impedirle librar batalla junto a ella pero ya lo había visto morir una vez y había sido más que suficiente. No le dejaría luchar contra alguien tan poderoso solo con la ayuda de una espada. Esbozó una pequeña sonrisa y entró en la casa con paso decidido aunque todos sus nuevos muros estuvieron a punto de derrumbarse cuando Killian la observó con una ceja levantada.

— ¿Estás bien, amor? — preguntó mirándola directamente a los ojos. Era difícil ocultarle algo, realmente difícil.

— Estoy bien — contestó sin perder la sonrisa y se sentó al lado de Ruby — Gracias por contarme todo lo que sabías acerca de mi familia y mi pasado — comentó sosteniendo una mano de la loba entre las suyas — La información que me has proporcionado es lo único que necesitaba para poder seguir adelante con mi vida.

Ruby le dedicó una sonrisa leve pero Emma continuaba sintiendo la mirada acusadora de Killian atravesándole la nuca. Sus palabras no le habían convencido. Sabía que podía mentirle a todo el mundo menos a él.

— Será mejor que volvamos al barco — propuso mientras le daba un abrazo a Roja — Ya llevamos demasiado tiempo fuera y no quiero que los marineros provoquen un motín. Me gusta demasiado este Capitán — bromeó con un guiño de ojo.

Emma se levantó y caminó hacia la puerta seguida de Ruby y un Killian más silencioso que nunca. Antes de despedirse de la loba, Emma tuvo que prometerle varias veces que mantendría el contacto con ella y que volverían a verse pronto.

— Cuídala bien, pirata — dijo Ruby con un tono de advertencia.

— Te aseguro que no puede estar en mejor mano — contestó el Capitán sin ser capaz de ocultar su preocupación.

Emma observó el horizonte y percibió cómo los primeros rayos del alba rasgaban la penumbra. Ante esta visión, fue repentinamente consciente de que llevaban toda la noche despiertos y miró a Killian de reojo. Sintió una punzada de culpabilidad cuando distinguió dos pequeñas sombras que se perfilaban bajo sus párpados, acentuadas por la palidez de su rostro. La joven rubia trató de distraerlo, y amenizar el camino hasta el barco, a través de una conversación banal en tono jocoso. Sin embargo, las únicas respuestas que obtenía del pirata eran monosílabos que imposibilitaban cualquier intento de Emma por enlazar más de dos frases seguidas.

— Swan...—Garfio interrumpió las palabras de Emma lo cual ocasionó que ella enmudeciera en el acto — ¿Qué ocurrió antes de que vieras las tumbas de tu padres? Caíste de rodillas...no podías dejar de temblar...— murmuró con la mirada perdida en sus ojos.

— Tuve...una visión del momento en el que murió mi familia — confesó ella con un hilo de voz — Supongo que no fue más que un producto de mi imaginación debido al cansancio y el exceso de información en tan poco tiempo —entrelazó su mano con la de Killian y la apretó con suavidad — Tuve una crisis nerviosa...eso es, pero ya estoy bien. Te lo prometo.

El pirata asintió y volvió a clavar la mirada en el camino que zigzagueaba delante de ellos con la esperanza de divisar las velas de su navío lo antes posible. Emma estaba segura de que no había creído nada de lo que acababa de contarle pero en cierto modo tampoco le había mentido. Era cierto que había visto a sus padres morir en una visión y también era verdad que había estado al borde de una crisis nerviosa. Ocultar toda la verdad era algo distinto a mentir o, por lo menos, eso quería pensar.