Capítulo 44: Amor verdadero

322 22 6
                                    



Capítulo 44: Amor verdadero

La mujer caminó con lentitud por la habitación mientras observaba cada rincón con melancolía. Acarició la piedra fría de la estufa y rozó tímidamente la cuna de Emma que volvió a balancearse con un quejido de antaño.

— Siento no poder ofrecerte nada para beber — dijo Emma sin ocultar su impaciencia. Aquella mujer tenía las respuestas sobre su pasado y lo único que llevaba haciendo desde hacía varios minutos era pasearse de un lado a otro en silencio — Estamos escasos de provisiones — continuó con cierta ironía.

Roja parpadeó varias veces y le dedicó una sonrisa de sinceras disculpas.

— Lo siento... — suspiró y volvió a pasear la mirada por la estancia — Este lugar me trae demasiados recuerdos.

— Eso es justamente lo que necesito saber — comentó Emma cada vez más ansiosa — Conocías a mis padres, ¿verdad? Tú eres la de las cartas, ¿no es así?

Killian se acercó a ella y le dio un suave apretón en el hombro indicándole que tuviera paciencia, pero Emma le devolvió una mirada desesperada y suplicante que dejó entrever que estaba cansada de esperar, cansada de ser simplemente una chica huérfana con millones de preguntas sobre su pasado y ninguna respuesta de utilidad.

— Conocí a tus padres — contestó Roja y toda la atención de Emma y Garfio se centró en ella — Pero será mejor que nos sentemos, Emma, es una larga historia.

La joven rubia ni siquiera se sorprendió de que Ruby conociera su nombre sin que ella se lo hubiera mencionado. Sentía que existía una fuerte conexión entre ellas, y pensó que tal vez podían llegar a entenderse solo con un gesto o con una mirada. "No digas tonterías" se reprochó a sí misma. Acabas de conocerla y lo único que sabes de ella es que era amiga de tus padres.

— Fui más que una amiga de tus padres — dijo Roja como si hubiera leído su mente — Fui su confidente, alguien en quién confiaban ciegamente...y les fallé— la última palabra fue tan solo un murmullo que el sonido del viento se encargó de borrar y Emma no estuvo segura de sí lo había escuchado o había sido fruto de su imaginación.

— ¿Qué ocurrió? — susurró Killian animándola a que continuara hablando.

Emma notó que Ruby era incapaz de hablar. Tenía los ojos llenos de lágrimas y la joven luchaba inútilmente contra sus propias emociones para mantenerse de una sola pieza y explicar su historia.

— Les fallé — dijo un poco más fuerte y finalmente las lágrimas que había tratado de contener se derramaron por sus mejillas sin control.

Roja apretó la sábana raída de la vieja cama entre sus dedos y Emma le cogió la mano con calma tratando de reconfortarla. Tal vez no era el gesto más adecuado para dos desconocidas que se acababan de encontrar, pero Emma supo casi al instante que no eran tan desconocidas como ella pensaba, y que aquello era justo lo que debía hacer. Ruby observó sus manos y esbozo una leve sonrisa, al tiempo que se secaba las lágrimas con el dorso de la manga. Levantó la mirada y por unos segundos sintió que Blancanieves jamás se había marchado de su lado. Podía verla en los ojos de Emma, en los cuales se reflejaba la misma fuerza interior que poseía su antigua amiga. Sin embargo, había algo distinto, algo muy sutil que las diferenciaba y el corazón de Roja se llenó de un inmenso dolor al descubrir que era: La falta de esperanza. Blanca jamás había carecido de ese don que la impulsaba siempre hacía delante, a pesar de todas las dificultades, pero la chica que se encontraba sentada junto a ella tenía la mirada plagada de cicatrices, y si algún resquicio de esperanza trataba de sobrevivir, una de esas cicatrices lo engullía irremediablemente.

Derribando muros de salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora