Capítulo 29: Suspiros con sabor a ron

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Capítulo 29: Suspiros con sabor a ron

Un manto de estrellas se extendía hasta el horizonte cubriendo el navío y ocultándolo del resto del mundo. El mar estaba en calma y solo se escuchaba el murmullo constante de las olas chocando contra el casco del barco, una melodía que rozaba en cada nota hasta los rincones más secretos de la embarcación. Emma observó cómo los astros celestes utilizaban el océano de espejo e iluminaban las oscuras aguas al reflejarse en ellas. El paisaje era embriagador y un tenue escalofrío recorrió la espalda de la chica rubia al presenciarlo. Suspiró hondo y cerró los ojos mientras sentía la brisa impregnada de salitre acariciándole las mejillas y jugando con su cabello. Se concentró en el peso de los brazos de Killian alrededor de su cintura y en su aliento cálido y reconfortante besando su cuello sin llegar a tocarlo. Supo inmediatamente que el “tic-tac” del reloj se había detenido en ese mismo instante y que cada segundo que le habían robado al universo era solo para ellos. Apretó la mano del pirata con dulzura y todo lo que le había atormentado hacía unos minutos se desvaneció en la penumbra de la noche. El mundo y el tiempo les pertenecían, eran dueños de su destino y de la vida que acababan de iniciar juntos. Dos almas gemelas que se habían encontrado en el momento menos esperado y habían descubierto que estarían unidas para siempre. Dos seres que habían entrelazado sus espíritus en aquel navío y cuya esencia siempre permanecería entre aquellas tablas de madera. “Emma Swan y Killian Jones.” La mujer vocalizó sus nombres sin pronunciarlos en voz alta y abrió los ojos de nuevo. Esta vez centró la mirada en el centro del barco y de nuevo se volvió a quedar sin habla.

— Killian…— musitó mientras observaba una pequeña mesa colocada en medio de la embarcación y alumbrada por la luz trémula de dos candelabros.

— ¿Te gusta? — preguntó sin ocultar el nerviosismo que desprendía su voz.

Era la primera vez que preparaba algo como aquello y tenía miedo de fallarle. Temía no ser lo bastante bueno para ella y ese era un sentimiento nuevo que le sorprendía, como tantos otros desde que aquella mujer había llegado al Jolly Roger. La estrechó contra su cuerpo esperando una respuesta y cada segundo le parecía una eternidad. Finalmente, Emma se giró con la mirada rebosante de felicidad y él no necesitó nada más para saber que el esfuerzo había merecido la pena. La chica apoyó una de sus manos en el garfio del pirata y con la otra rozó su mejilla suavemente mirándolo a los ojos.

— No tengo palabras —murmuró mientras apoyaba la cabeza en su hombro y se hundía en la calma que sentía siempre que sus cuerpos estaban en contacto —Es precioso.

Killian suspiró aliviado y rodeó la cintura de la mujer que amaba con el garfio. Habían sucedido demasiadas cosas desde su encuentro y, por ello, tenía la certeza de que necesitaban compartir unas horas  a solas. Observó el navío alumbrado con las antorchas y los candelabros y se dio cuenta de que tenía un aspecto mágico y casi irreal. Sin embargo, Emma parecía pertenecer a la embarcación más que nunca. Su figura se fundía con las luces y las sombras que se proyectaban sobre la cubierta y la convertían en un elemento más de aquella atmósfera de fantasía. Garfio vio por primera vez la verdadera naturaleza que se escondía en su interior. Ella era un ser mágico, alguien que estaba más allá de los límites que él conocía y que albergaba una fuerza inmensa en su interior. La miró a los ojos y detrás de todas las cicatrices que cubrían su mirada, observó un brillo que no había percibido hasta ese instante. La verdadera señal de que ella era diferente al resto. Se trataba de un ser poderoso que el tiempo y las heridas de su pasado se habían encargado de ensombrecer y le habían robado la luz poco a poco.

— Me alegro de que te guste — dijo y cogiéndola de la mano la condujo hasta una de las sillas que había colocado alrededor de la mesa.

Emma observó toda la comida que había ante sus ojos y miró al pirata con incredulidad.

Derribando muros de salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora