Capítulo 6: El pacto

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Capítulo 6: El pacto

Esta vez Emma se sumió en un sueño mucho más profundo acunada por el balanceo constante del barco, y por el cosquilleo que le había producido la mano de Garfio en los poros de su piel. Sin embargo, los sueños no la abandonaron durante el resto de la noche, las pesadillas por fortuna, sí lo hicieron.

Se encontraba en una habitación pequeña y acogedora al lado de una estufa de leña que crispaba y reflejaba destellos de luz anaranjada sobre las impolutas paredes de la estancia, otorgándole una atmósfera mágica y casi irreal. La niña no tendría más de seis años y jugaba con una muñeca de trapo que había vestido con un precioso traje rojo y colocado una tiara de flores en su cabeza. La alzó de un brazo en el aire y la hizo girar viendo como la falda del vestido se ahuecaba a su alrededor, flotando alrededor de ella. La pequeña sonrió al verla, la abrazo con fuerza y susurró: "Eres una princesa, Emma Swan." A menudo le gustaba imaginar que formaba parte de todas aquellas historias que su madre le había relatado algunas veces antes de irse a la cama y que había podido escuchar entre la muchedumbre cuando bajaban al pueblo a comprar: coronaciones, grandes bailes, palacios, vestidos de seda y brillantes coronas doradas con diamantes y jades incrustados.

Un agradable aroma impregnó la habitación y le dio unos toquecitos en la nariz activando su sentido del olfato. Emma dejó la muñeca encima de un viejo taburete de madera y se giró para buscar el origen de aquel olor que tanto le gustaba. No le costó mucho encontrarlo. Encima de la repisa de la ventana había un pastel de manzana que sin duda su madre había puesto allí para que se enfriara. Sus grandes ojos verdes brillaron de emoción y con pasos rápidos y cortos se dirigió a ese lugar. A llegar se puso de puntillas para intentar coger un trozo de dulce, pero estaba a demasiada altura para su corta estatura. Frunció el ceño y recordó el taburete donde había dejado a la muñeca vestida de rojo, inmediatamente una traviesa sonrisa le iluminó el rostro y se dispuso a cogerlo para poder alcanzar la repisa de la ventana.

- No, Emma – la voz acusadora de su madre la cogió desprevenida cuando rozó el asiento– acabo de hacerlo, te vas a quemar. Si te quedas diez minutos quieta y calladita te cortaré un trozo en cuanto se enfrié.

Emma la miró disgustada pero decidió obedecerla. No le gustaba verla enfadada, se podría decir que realmente la temía cuando estaba de mal humor. En verdad, aquella mujer se esforzaba mucho por criarla lo mejor posible con los escasos recursos económicos de los que disponían, pero no tenía madera para ser madre y sus esfuerzos se veían constantemente frenados y abocados al fracaso por dos motivos: su escasa paciencia y la testarudez y carácter rebelde de la niña. Tal vez también influenciaba el hecho de que ella no era su verdadera madre, algo que Emma descubriría algunos años más tarde y que sería el causante de su primera huida. La primera de tantas que marcaron y dividieron su vida como si se tratase de los capítulos de un libro de cuentos, uno muy distinto a los cuentos con los que soñaba cuando tenía seis años.

Las primeras luces del alba se filtraron entre los tablones de madera y la despertaron. Emma abrió los ojos perezosa, todavía con el recuerdo del sueño que acababa de tener. A pesar de que había sido mucho más apacible y tranquilo que el primero, también había reforzado aquella sensación de vacío y soledad que siempre la acompañaba. Nunca sintió que aquel fuera realmente su hogar ni se sintió arropada por el calor de una verdadera familia. Su vida había sido una constante lucha por encontrar su lugar en el mundo y cuando por fin pensaba que lo había logrado todo se vino abajo. Ese último detalle le llevó a recordar el primer sueño de la noche, la cárcel, el ladrón y aquella mujer que se encontraba en la prisión contigua a la suya. Por algún motivo sentía que se le escapaba un detalle, algo relacionado con esa extraña que de repente le resultaba mucho más familiar que antes...

Derribando muros de salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora