Capítulo 40: Espuma de mar

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El viento se arremolinaba enfurecido alrededor de Emma a medida que la furia de la mujer de ojos verdes aumentaba. Sabía que con un simple movimiento de mano todo su sufrimiento terminaría, sabía que tenía el poder necesario para matar a Neal y la tentación se volvía más fuerte a cada segundo.

— Intentaba....salvarte... — el hombre se removió inquieto y se llevó las manos al cuello tratando de liberarse.

Emma apretó los dientes con fuerza y luchó con todas sus fuerzas contra el deseo que la impulsaba a tirar más fuerte de las cadenas. En lugar de eso aflojó un poco más la presión hasta que los pies de Neal casi tocaron el suelo, aunque no pensaba concederle esa ventaja.

— ¿De qué tratabas de salvarme, Neal? ¿De una vida perfecta? ¿De los sueños que por fin comenzaban a cumplirse?

— Nosotros teníamos una vida perfecta, Emma — el hombre se sorprendió al descubrir que podía hablar con claridad y que las ataduras de su cuello casi habían desaparecido por completo — Podríamos haber cumplido todos esos sueños juntos. Todavía podemos.

— ¡Tú me traicionaste! — exclamó Emma en un grito desgarrador que atravesó la isla y rebotó en cada árbol que encontró a su paso hasta perderse en la lejanía.

"¿Emma?" El viento trajo hasta sus oídos la voz de Killian que continuaba buscándola a través de la vegetación y que sin duda había escuchado su grito. Conociéndolo estaría justo a su lado en cuestión de minutos, así que debía de proceder con rapidez. Aquella venganza era suya.

— ¿Él? — El rostro de Neal se contrajo en una mueca de disgusto — Es imposible...yo mismo vi como...

— Yo lo he salvado — respondió Emma de manera tajante ante la mirada incrédula del hombre — Sí, Neal, el amor verdadero puede conseguir cosas extraordinarias, cosas que tú jamás experimentaras porque eres demasiado egoísta para amar a alguien más a ti mismo. Dime, ¿tu pequeño truco no funcionó con ella? — señaló la capa con los ojos y volvió a alzar la mirada — ¿O tal vez ella ya había encontrado a alguien mejor? No le resultaría muy difícil.

Pudo ver en sus ojos que aquellas palabras le habían herido pero no le importó. Le gustaba aquel juego. Ella poseía el control de la situación y no pensaba desaprovechar la oportunidad de devolverle todo el daño que le había ocasionado. El sabor de la venganza se instalaba lentamente en su boca y tenía un gusto agradable. Se lamió lentamente el labio superior con la lengua mientras extendía la mano y volvía a presionar las cadenas invisibles alrededor de su cuello. El dolor le nublaba el juicio y ya no quería escuchar nada más de aquel hombre, simplemente quería terminar de una vez con todo aquello. Poner punto y final a su pasado.

— No volví a por ella...— murmuró Neal luchando de nuevo por respirar — Me di cuenta que tú eres la única mujer que...

— ¡Mientes!

De nuevo Emma voceó más alto de lo que hubiera deseado pero esta vez no obtuvo ninguna respuesta de Garfio. Sabía que él ya la había encontrado y que posiblemente la estaba observando desde algún punto cercano. Las sombras ya se habían abalanzando sobre la isla desde hacía varios minutos y la oscuridad que les envolvía era casi total. Sin embargo, a pesar de que no podía verlo, sabía que el pirata estaba cerca de ellos porque su cuerpo y su misma alma podían sentirlo. Al igual que el timón es creado para adaptarse a la mano de su Capitán y la corona para reposar con gracia y majestuosidad sobre la cabeza de su princesa; los corazones de ambos habían sido creados para encajar como una sola pieza. Latían al unísono y podían palpar las emociones del otro. Emma era consciente de que Killian estaba esperando el momento oportuno para vengar la venganza de Ariel pero ella no podía permitírselo. Llevaba demasiado tiempo esperando ese momento.

Derribando muros de salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora