Capítulo 7: Sentimientos encontrados

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Capítulo 7: Sentimientos encontrados

Los días pasaban lentos y monótonos en el barco y Emma llegó a perder la noción del tiempo. No sabía cuantos días llevaban navegando pero debían ser bastantes, tal vez incluso semanas y aquella situación comenzaba a desesperarle. Su relación con Garfio había mejorado durante las últimas jornadas, ya que entre todos los marineros que se encontraban en aquel navío él era, con diferencia, con el que prefería hablar. Sin embargo, aquella pequeña confianza que empezaba a surgir entre ellos se tambaleó aquella misma tarde.

La chica se encontraba junto al timón, apoyada en la borda del barco de espaldas al pirata. Observaba como tantos otros atardeceres el mar azul y plateado que lamía el casco del barco una y otra vez en un vaivén interminable. A diferencia de los días anteriores, el Sol apenas se vislumbraba, ya que permanecía oculto tras una densa capa de nubes que se oscurecían por momentos y solo algunos rayos de luz conseguían filtrarse entre ellas.

- ¿Quieres intentarlo tú? – la voz del capitán le sobresaltó, llevaban casi una hora en completo silencio – Puedo enseñarte.

Garfio le señaló el timón con la cabeza y aquel gesto animó a Emma. No era el mejor plan del mundo, pero seguro que resultaba más entretenido que seguir mirando durante horas aquella masa azul que se extendía hasta el infinito. El pirata se apartó del puesto de mando y le cedió el lugar a ella. Acto seguido se colocó detrás de la chica, con el cuerpo pegado al suyo y Emma no pudo evitar que todos los músculos de su cuerpo se tensaran al sentirlo tan cerca de ella.

- Tienes que poner una mano aquí – le dijo mientras le cubría la mano con la suya y la conducía al lugar exacto el en el que tenía que coger el timón.

- Bien, y la otra… - de pronto se calló, iba a tomarla de la mano como había hecho anteriormente antes de darse cuenta de que no podía hacerlo. Apartó el garfio con suavidad antes de rozarla con él y se limitó a señalarle el lugar correcto, tocando el timón con aquel trozo de metal – la otra la colocas justo aquí.

La mujer siguió las instrucciones tal y como le había ordenado pero le resultaba casi imposible concentrarse en las explicaciones que comenzó a darle a continuación. Su respiración le producía un cosquilleo en la oreja que no era capaz de ignorar y notaba como su aliento le rozaba uno y otra vez el cuello con cada una de las palabras que pronunciaba. El corazón empezó a latirle desesperadamente en el pecho. “Relájate” se dijo a sí misma, “solo intenta enseñarte como tripular un barco, relájate, maldita sea.” Pero cuanto más lo intentaba más nerviosa se ponía y menos atención prestaba a las explicaciones de Garfio. Entonces ocurrió. Los labios del pirata se apoyaron en su cuello durante unos instantes y le dieron un pequeño pero cálido beso que mandó una oleada de señales eléctricas por todo su cuerpo. Emma se estremeció.

- ¿Qué…qué crees que estás haciendo? – pretendía sonar enfadada, pero su voz solo desprendió sorpresa.

Intentó liberarse de los brazos del capitán pero él con una rápida maniobra le dio la vuelta y la acorralo contra su cuerpo. Ahora lo tenía enfrente y pudo ver como una sonrisa de medio lado le iluminaba el rostro y los ojos le brillaban con cierta picardía.

- Venga, Swan, no vas a negarme que no deseas esto desde hace días – dijo con sorna en la voz, casi parecía que estuviera retándola.

Su cuerpo se apoyó más contra el suyo y Emma apartó ligeramente la cabeza hacia atrás. Estaban tan pegados que un simple movimiento podía hacer que sus labios se encontraran y eso era lo último que ella quería que ocurriera, ¿o sí quería? La cabeza comenzó a darle vueltas.

- No sé de qué estás hablando – contentó mientras intentaba inútilmente apartar su cuerpo empujándolo con las manos – suéltame Garfio.

El pirata no se movió ni un solo centímetro y su sonrisa se amplió.

Derribando muros de salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora