Capítulo 22: ¿Y ahora crees en él?

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Capítulo 22: ¿Y ahora crees en él?

Garfio se acercó a la borda del barco y extrajo un pequeño recipiente de uno de los bolsillos de su gabardina. Emma lo observó con curiosidad mientras el pirata abría el envase de cristal y vertía un líquido dorado y espeso en el océano. La mujer estuvo a punto de preguntar qué estaba haciendo, pero de pronto percibió la silueta borrosa del Jolly Roger ante sus ojos. El barco fue volviéndose lentamente más nítido y en pocos minutos ocupó el espacio que anteriormente parecía vacío.

- Todo es más sencillo cuando tienes algo con los que negociar – comentó lanzándole una mirada de agradecimiento a Ariel que a Emma no le pasó desapercibida – Vamos.

Garfio condujo a la chica hasta el Jolly Roger con la sirena pisándoles los talones. No la soltó en ningún momento y Emma agradeció aquel gesto, ya que sentía que si el pirata dejaba de estrecharla ella se rompería en mil pedazos. Garfio y ella bajaron a los camarotes mientras Ariel llevaba al hombre que habían capturado hasta los calabozos del barco. El pirata tenía planeado hablar con él más tarde pero en esos momentos toda su atención se centraba en Emma que no había pronunciado palabra desde que John se había quitado la vida delante de ellos. Quería saber qué hecho había unido el pasado de aquel hombre con el de la chica rubia pero decidió no presionarla y limitarse a concederle la paz que necesitaba.

Cuando llegaron a su camarote la mujer se tumbó bocarriba en la estera y Killian se recostó en su dejando que el silencio los envolviera. Emma suspiró hondo, cerró los ojos y enredó los dedos en el cabello del pirata mientras intentaba relajarse, pero las imágenes de los últimos minutos continuaban frescas en su memoria y la perseguían a través de los párpados cerrados. Garfio observó las rozaduras que las cuerdas habían abierto en la piel de Emma y acercó los labios a las heridas de su muñeca izquierda. Las besó con delicadeza y subió lentamente sin dejar de acariciarla hasta que sus labios se unieron. De nuevo volvieron a sentir una explosión de calor y adrenalina por el contacto de sus bocas y Emma notó como el dolor de sus heridas se hacía más soportable, sobre todo en su corazón. Apartó suavemente el rostro de Killian para sumergirse una vez más en sus ojos azules. Podía ver en ellos las cicatrices que el paso del tiempo y los acontecimientos de su vida habían dejado en su alma, un sutil brillo de tristeza que nunca desaparecía de su mirada y que tal vez pasaba desapercibido para la mayoría de personas pero no para ella. Acarició su mejilla y volvió a acercarse a sus labios lentamente dejándose llevar por lo que sentía por aquel hombre. Sus corazones estaban rotos pero habían encontrado la mejor cura para poder seguir adelante: permanecer unidos.

Killian empezó a desnudarla lentamente y Emma le ayudó mientras su piel quedaba expuesta centímetro a centímetro ante los ojos del pirata. Garfio pasó suavemente la mano por el cabello rubia de la chica y continuó bajando por su cuello y su pecho, deteniéndose unos segundos en cada resquicio de su cuerpo. Tenía entre sus brazos a la ninfa más bella del océano y cada uno de sus movimientos era un acto de absoluta adoración hacia la chica. Ella no le pertenecía, era un alma libre que había decidido quedarse a su lado, y él se sentía de la misma manera. Nada los ataba el uno al otro, simplemente la certeza de que no podían vivir separados. Emma gimió levemente cuando la mano de Killian alcanzó su entrepierna y comenzó a explorar las partes más recónditas y delicadas de su cuerpo. Comenzó a desvestirlo y se sumergió en el placer que le provocaba el contacto de la piel del pirata contra la suya. Buscó de nuevo su boca con desesperación y se enlazaron en un beso rápido y cargado de pasión que disparó sus corazones y los hizo latir al unísono.

- No nos volveremos a separar – susurró Garfio en su oído – te lo prometo.

Emma asintió y dejó que sus cuerpos se unieran como uno solo. Rodeó el cuello del pirata entre sus brazos y permitió que el mundo desapareciera a su alrededor. Sus respiraciones eran cada vez más agitadas y ninguno deseaba separarse del otro. La chica comenzó a acariciarlo y Killian recorrió su cuerpo con el garfio. Ella se estremeció y suspiró hondo disfrutando de la sensación que le provocaba el frío contacto del metal contra su cuerpo cálido. No lograba acostumbrarse a la inmensa felicidad que la envolvía y se alojaba en su interior cada vez que hacían el amor. Deseaba que el tiempo se detuviera y las tablas de madera de aquel navío fueran eternas testigos de su amor. Garfio se giró quedando tumbado a su lado, sin separarse ni un centímetro de su cuerpo y sus movimientos se volvieron más rápidos y apremiantes. A pesar de que Emma ya conocía la sensación que la envolvería en pocos minutos no pudo evitar que la volviera a sorprender con la misma fuerza e intensidad que la primera vez. Apoyó la cabeza en el hombro del pirata y dejó que la adrenalina corriera por sus venas. Killian gimió con un último movimiento que provocó una oleada de placer en ambos y se refugió en el pecho de la chica antes de que sus cuerpos se relajaran. Permanecieron en aquella posición unos minutos hasta que Emma rompió el silencio.

- Quiero contarte lo que pasó – comentó mientras trazaba círculos y formas irregulares con el dedo en la espalda de Garfio.

Killian continuaba arropándola entre sus brazos y aquello le daba la confianza necesaria para relatar lo que tanto la angustiaba sin temor a derrumbarse de nuevo. Sin embargo, hablar de su pasado seguía resultándole muy difícil pero deseaba ser sincera con la persona que había conseguido que volviera a creer en el amor. Garfio percibió su preocupación y apretó su mano con suavidad para convencerla de que podía confiar en él.

- Fue un accidente – dijo sin saber muy bien por donde debía empezar a contar lo sucedido – ese hombre iba a matar a una persona que era importante para mí. Quise defenderlo y disparé una flecha hacia su pierna para que lo soltara pero… - la voz de Emma se entrecortó antes de terminar la frase y Killian la estrechó más fuerte contra su cuerpo. Ella suspiró y se concentró en la calidez de la piel del pirata para calmarse antes de continuar hablando – Disparé la flecha para darle en la pierna pero su hija pasó en el peor momento y…

Esta vez Emma fue incapaz de terminar pero Garfio ya se imaginaba como terminaba la frase. Ahora comprendía porque el marinero la odiaba tanto y también entendía el dolor que la chica sentía en aquellos momentos. Sin embargo, debía reconocer que había una parte de aquella historia que le había afectado más que el resto, la mención de una persona importante para ella.

- ¿Quién era esa persona que intentabas proteger? – preguntó e inmediatamente se arrepintió de haberlo hecho, pues lo que realmente afectaba a Emma era la muerte de la hija de John. Ella le respondió de todos modos.

- Alguien ha quién quise hace tiempo – contestó sin mirarle directamente a los ojos.

- ¿Le amabas? – inquirió Garfio sin poder evitarlo. La curiosidad era demasiado fuerte y quería conocer más cosas sobre el pasado de Emma.

La chica suspiró hondo y se enfrentó a su mirada antes de hablar. No quería hablar de Neal con Killian pero sabía que tarde o temprano debería explicarle muchas cosas. Tal vez ese era un buen momento para empezar a hacerlo.

- Le amaba más que nada en el mundo, pero me traicionó y deje de creer en el amor.

El pirata percibió el dolor en los ojos de Emma y se arrepintió de haber conducido la conversación por aquel camino pero necesitaba saber algo más antes de zanjar el tema. Él no había sido traicionado pero sabía lo que era sufrir por amor y pensar que nunca podrías encontrarlo de nuevo.

- ¿Y ahora crees en él?

Una risita nerviosa escapó de los labios de Emma y rozó los labios de Killian con un dedo antes de besarlo con delicadeza.

- Por supuesto – susurró.

- Entonces eso es lo único que importa – dijo devolviéndole el beso y enredando la mano en su cabello – sé que te duele por qué piensas que tú fuiste la causante de esa muerte pero no debes torturarte así a ti misma. Tienes que dejar de culparte, no fue tu culpa.

Emma guardó silencio porque sabía que Killian tenía razón pero de todos modos no podía dejar de pensar que la niña seguiría viva si ella no hubiera lanzado esa flecha, y también su padre. Por su parte Garfio tenía muchas más preguntas que plantearle pero decidió que aquel no era el mejor momento para hacerlo. Ya sospechaba que Emma había estado enamorada en el pasado pero escucharlo de sus labios había sido más duro de lo que él imaginaba. ¿Quién sería ese hombre? ¿Qué habría pasado para que su relación se terminara? ¿Sentiría ella todavía algo por él? Todas esas cuestiones se acumulaban en su cabeza y deseaba darles respuesta lo antes posible, sin embargo se limitó a acariciarle el rostro y susurrarle unas palabras de consuelo al oído.

- Pase lo que pase estaré a tu lado. Intenta dormir un rato, no voy a moverme de aquí.

Emma cerró los ojos y trató de hacer lo que Killian le pedía, pero aquel día algunos fragmentos de su pasado invadieron sus sueños con más fuerza que nunca.

Derribando muros de salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora