Capítulo 41: El bosque encantado

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Capítulo 41: El bosque encantado  

— ¿Y ese cambio?

Garfio caminaba detrás de Emma de vuelta al camarote que ambos compartían en el navío y no pudo evitar mirarla de arriba abajo mientras se mordía el labio inferior con picardía. La mujer giró la cabeza y dejó escapar una leve risa al observar la mirada del pirata. Los ojos le brillaban de pura emoción y deseo, sin duda su nueva apariencia le gustaba.

— He pensado que este aspecto era más apropiado para la vida que estoy dispuesta a compartir junto a ti — dijo escogiéndose de hombros y volviendo a mirar hacia el frente — ¿Te gusta?

La mujer se mordió el labio incluso antes de sentir los brazos de Killian rodeándole la cintura. Cerró los ojos al sentir su aliento en el cuello y un pequeño escalofrío le recorrió cada centímetro del cuerpo.

— ¿Necesitas una respuesta? — susurró el pirata contra su piel — Estas preciosa.

— Siempre dices lo mismo — protestó ella torciendo el gesto.

Killian la guio hasta el camarote y cerró la puerta tras ellos. Emma dejó escapar un suspiro cuando los labios del Capitán dejaron un rastro de cálidos besos a lo largo de su cuello. Era tan reconfortante volver a estar juntos de nuevo que por unos minutos se olvidó de todo lo que había ocurrido aquel día. Garfio ascendió por su mejilla sin dejar de besarla y Emma sabiendo exactamente lo que el pirata buscaba giró el rostro hasta que sus bocas se unieron. Sabía a salitre y ron. Tal y como la última vez. Exactamente el sabor que tanto añoraba y que siempre estaba dispuesta a volver a probar. Sus piernas flaquearon durante unos segundos y rodeó el cuello de Killian con los brazos permitiendo que él fuera su punto de apoyo.

— La alforja — murmuró el pirata separándose de sus labios.

Emma abrió los ojos volviendo de golpe a la realidad. Se perdió en el azul intenso de su mirada y dejó escapar un largo suspiro al mismo tiempo que apoyaba su frente en la del pirata. En realidad le habría gustado alargar aquellos minutos eternamente pero Killian tenía razón: Necesitaba respuestas.

— La alforja — repitió la mujer rubia apartándose a regañadientes de su cuerpo.

Garfio la observó durante unos instantes con una sonrisa de medio lado. Una sonrisa entre dulce y pícara que siempre conseguía detenerle el corazón. Emma estaba segura de que si continuaba observándola de aquella forma durante mucho más tiempo terminaría lanzándolo contra la pared y nada conseguiría detenerla. Killian pareció adivinar sus intenciones porque dejó escapar una leve risa y comenzó a caminar en dirección a la cama, dejándola allí plantada y de nuevo con el corazón a mil.

— ¿Por qué siempre haces lo mismo? — preguntó con fingido enfado.

— ¿Hacer qué? — el tono del pirata desprendía una inocencia de la que en realidad carecía.

— Lo sabes perfectamente.

Emma siguió sus pasos y se sentó en la cama incluso antes de que él llegara. El pirata la observó desde arriba y le dedicó una amplia sonrisa que se alejaba bastante de la dulzura para volverse completamente pícara. Garfio levantó una ceja y Emma sabía con seguridad lo que vendría a continuación: una de aquellas frases que producían en ella dos sentimientos contradictorios. Por una parte, deseaba lanzarle cualquier objeto que tuviera a mano, por otra, cerrarle la boca con un beso que callara su arrogancia. Solía ganar la segunda.

— No es mi culpa ser endiabladamente atractivo, Swan.

— Pffff... — Emma dejó escapar un suspiro de resignación y giró el rostro para que Killian no pudiera ver la sonrisa que comenzaba a dibujarse en sus labios, ya que eso solo aumentaría su ego. Si es que aquello era posible.

Derribando muros de salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora