1.- Tan perfecto...tan él.

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Paso lento, paso rápido, paso lento paso rápido.

No pisar las líneas de las baldosas.

Contar cuantas manchas marcaban el enorme ventanal del hospital.

Nada.

Steve Rogers, el ex capitán américa no podía hacer nada para evadir el gran nerviosismo que sentía en esos momentos. Se sentó y mordió sus uñas moviendo su pierna con exageración para intentar disiparlo aunque sea un poco.

-¿Rogers?.- La dulce voz de la enfermera lo hizo detenerse y asintió tragando saliva.- Ya puede pasar.

-¿Pa...pa...pasar a dónde?.- Ella sonrío paciente y le apuntó una puerta.

-En unos minutos nacerá su bebé.

Steve se levantó y tropezando con el aire se abrió paso hasta la habitación. Se sentía tan temeroso y lerdo como ese chico de Brooklyn, ese que se caía cuando quería patear una piedra por el camino.

Abrió la puerta y saludó tímidamente con la mano a Natasha, su amiga, su compañera y ahora la mamá de su hijo. Ninguno de los dos pudo explicar como nació eso a lo que ahora llamaban relación.

No estaban seguros si se amaban o ni siquiera sabían si seguirían juntos. Pero había algo potente que los llevó a crear esa persona pequeña que ahora sólo quería salir.

-¿Estás bien?.- Dijo sentándose en la camilla.

-Vamos Steve, soy una agente de élite...he recibido peores palizas que un parto.- Le sonrió cansada y respiró hondo dando a entender que estaba en medio de una contracción.- Este muchachito no me verá sufrir por él, esto no es nada.

-Bien dicho agente Romanoff.- Steve le acarició el cabello y esperó paciente mientras su brazo era atacado por la espía que se esforzaba por no soltar ningún quejido. Cuándo lo soltó el arqueo una ceja.

-Bueno, quizás si es algo doloroso...pero no pasa nada, estoy bien.

-Me parece muy útil la anestesia.

-¿Te parece que quiero drogar a mi bebé?.

-De acuerdo sólo decía. P

Minutos más tarde y tras sólo tres esfuerzos de Natasha se escuchó un llanto resonar por la habitación. Steve depositó un suave beso en la frente de la nueva mamá mientras observaba con asombro al húmedo pequeño que se elevaba en las manos del doctor.

¿Cómo era posible que esa cosa pequeña fuera el dueño tan absoluto de su corazón?.

-Es un niño.- Dijo el doctor cortando el cordón y envolviéndolo sobre una suave tela azul. Lo dejó sobre el pecho de Natasha quién le acarició suavemente la nariz.

-Hola pequeño, oh eres tan feo cómo todos, pero sin duda serás hermoso.-Soltó provocando alguna que otra risa en la sala.- Te amaré por siempre.- Le susurró de manera que sólo él pudiera oírla.

-Nos lo llevaremos para hacerle el chequeo habitual ¿Vale?.

-¿A dónde se lo llevan?.- Preguntó la espía en defensiva.

-Deben hacerlo. Nat, entrégalo.- Dijo Steve quitando al pequeño con suavidad.- No me separaré de él, te lo prometo.

Y tal como lo prometió se quedó al lado de la enfermera durante todos los procesos. Le ofrecieron ponerle su pañal y vestirle pero no se sintió capaz de tocarlo.

Aún no sabia si en este lugar recóndito a unos kilómetros de Wakanda, dónde el y Natasha se habían establecido después de que Steve sacara a todos de prisión, se sabia de la existencia de Los Vengadores o siquiera sobre el Capitán América pero les había ido bien así.

Nuestro :  James. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora