Penultimo Capitulo.: Isabella y Sofia

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Decidí comprar ese vestido, lo mandaron a arreglar para mí, así que después de ver los vestidos, fui a la clínica para el chequeo del bebe, le hable a Ian para avisarle que ya estaba en el hospital, me dijo que no tardará, que si queríamos podíamos iniciar sin él.
Me negaba a entrar al ultrasonido sin Ian, odiaba que no hubiera llegado.

—Nicole Geller— anunció la enfermera— es su turno.

—¿Podemos esperar otros cinco minutos? — le pregunté.

—No podemos esperar más, perderá su cita.

—¿Quieres que te acompañe?— me pregunto Camila

—No, espero que Ian no tarde en llegar.

Le dije y entre sola.

— ¿Cómo has estado? — me pregunto la doctora

—Me he sentido muy bien, no he tenido los síntomas que tuve de mi primer hijo— le dije, ella me recostó y comenzó a sentir los latidos de mi vientre, pero la doctora cambiaba de posiciones mucho y no me decía nada

Yo me quede inmóvil, tratando de comprender lo que la doctora estaba haciendo

— ¿La acompaña su esposo? — me dijo 

—Estoy segura que está por llegar— le dije— ¿pasa algo?

La doctora giro para ver si Ian ya había llegado, pero no estaba ahí.

—Puedo darte la noticia a ti sola, si gustas— me dijo

¿La noticia? ¿Qué noticia?

Ahora era yo la que giraba a ver si Ian llegaba, y lo hizo, llegó corriendo

—Disculpen, disculpen, se me hizo tarde

— ¿Dónde está Drew? — fue lo primero que le dije

—Esta con mi familia, por eso se me hizo un poco tarde.

—Bien, le decía a su esposa que tengo una noticia.

—Bien— afirmamos los dos

—De hecho son dos— nos dijo

—¿Dos noticias?— le pregunté

—No, dos bebés... tendrán gemelos.

Yo no supe cómo fue mi reacción, pero sí vi la de Ian, se puso completamente blanco.

—¿Son niños o niñas?— me atreví a preguntar

—Son niñas — me dijo muy segura

Ian apretó mi mano muy fuerte, no decía nada, no podía leer su expresión.

—Bien— dijo por fin.

La doctora termino de examinarme y después ya nos podíamos ir...

—Ian no me has dicho nada— le dije — ¿qué opinas de las gemelas?

—Soy el hombre más feliz del mundo en este momento. — me dijo besando mi mano.

Pasaron algunos días, yo estaba un poco (demasiado) estresada por el embarazo y por la boda, se comenzaba a notar un poco y no quería que tuvieran que arreglar mi vestido. A eso se le sumaba que Drew necesitaba el doble de atención y yo estaba tan ocupada que me preocupaba que se sintiera ignorado.

Una tarde, Ian no llegaba a casa, yo tenía muchas cosas que hacer, pues había conseguido un empleo en una editorial de cuentos infantiles y aunque tenía que trabajar desde casa, las tareas a realizar eran inmensas. Le había marcado a Ian como cinco veces y simplemente no me contestaba. Una hora después él llego a la casa.

—Amor, perdón por llegar a esta hora, no fue mi culpa, tuve una junta.— intentó justificarse

—Últimamente tienes muchas juntas — le reclamé — y yo cada vez tengo más cosas que hacer

—No te pongas así, no hay que pelear — intentó tranquilizarme

—Es muy fácil decir eso cuando tú no tienes nada que hacer— le dije, pero en realidad lo que hablaba en ese momento no era yo, sino el estrés que tenía acumulado.

—Toda está boda me tiene muy estresada — le dije sin deseárselo realmente — desearía que no pasará

—Yo también estoy cansado — me gritó— y que bueno que mencionas lo de la boda

—Sí ya te cansaste pues entonces vete...— le dije en un impulso, sin medir las consecuencias.

—Bien, eso haré. — Dijo Ian, tomo sus llaves y se fue.

Creía que no era en serio, pero al ver pasar las horas, comencé a preocuparme... Drew estaba dormido, no había escuchado nada de lo que había pasado. Su celular estaba apagado. Me arrepentía de haber dicho eso acerca de la boda, fue un impulso de idiotez, él debía saber que yo lo que más anhelaba era convertirme en su esposa
Vi que realmente ya era hora de recuperarme, de evitar que el estrés me consumiera.
Una parte dentro de mi decía que Ian no iba a tardar en regresar, lo sabía, así que me di un baño, me maquille y me puse un bonito vestido, le di un baño a Drew y así me quede a esperar a que Ian regresara.

Fue hasta la medianoche que él volvió, no lo cuestione de donde había estado, él no dijo nada porque yo me adelante a hablar.

—Ian, mi amor... ¿aún te quieres casar conmigo?

Ian solo río

—¿Ya no es el estrés el que está hablando? — me dijo tiernamente

—Fui muy estupida, no quiero que creas en todas esas cosas tontas que te dije. Por favor perdóname.

—Lo entendí perfectamente, por eso fui a buscar esto. — me dijo sacando una caja de regalo

Al abrirla me di cuenta que era otra versión del libro que había tomado cuando nos conocimos.

—¿Dónde lo encontraste? Creí que ya no había otra copia

—He recorrido cada librería de cada ciudad que he visitado, es una sorpresa que aquí en Nueva York lo haya encontrado en aquella librería donde nos conocimos.

—No sabes cuánto te amo— fue lo único que pude decirle. No podía expresar todo lo que sentía por Ian en una sola frase, un te amo ya no era suficiente, pero era la frase que podía usar en ese momento.

Ambos estábamos en la cama, imaginándonos cómo sería ahora que por fin íbamos a estar casados.

—¿Has pensando en nombres para las niñas? — me pregunto

—No del todo, aún sigo impactada con la noticia de que serán gemelas, nunca me imaginé mi vida así.

—¿Y que es mejor? ¿Lo que te imaginaste o está vida?

— En cualquier escenario donde estés tú, ese escenario es el mejor que pudiera imaginar.

Ian beso mi nariz.

—Isabella y Sofía— me dijo

—Isabella Davies Geller y Sofía Davies Geller será. — le dije regresándole el beso

Un profesor muy especial || Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora