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Broken.

Jolene no podía moverse. Y no es que no quisiera hacerlo, realmente estaba petrificada sobre sus pies. Sus pestañas estaban inmóviles, sus ojos abiertos de par en par y su respiración se entrecortaba de a ratos.

Por un momento pensó que lo estaba imaginando todo, que su mente de niña no la estaba dejando pensar claramente, pero al voltear la cabeza en distintas direcciones y al ver que todos se encontraban en el mismo estado de trance que ella, sus alarmas se encendieron en un abrir y cerrar de ojos.

Los ojos de los habitantes del Distrito Shiganshina estaban posados sobre la enorme criatura que asomaba su cabeza por el otro lado del muro y la boca de Jolene rozó el suelo. No había ningún tipo de ruido en el lugar, pero en su cabeza había un sonido ensordecedor que le daba escalofríos.

Pensó en correr, en esconderse, en buscar a su madre y no volver por nadie más, pero no lo hizo. Se quedó observando atónita al caer en la dura realidad de que los titanes no eran un juego. Había dudado mucho sobre su existencia debido a que nunca los había visto, y casi siempre imaginaba cómo sería ser uno de ellos, sin saber lo que en realidad eran. Como si fueran alguna clase de criatura mítica, de esas que solo existen en los cuentos de hadas. Pero sólo había una pequeña diferencia.

Los titanes... Los titanes eran reales.

Y es que, él no se lo había repetido sólo una vez, sino millones.

— Los titanes no son sapos a los que besas y se convierten en príncipes. No son dragones y tu no eres una guerrera que puede vencerlos en un abrir y cerrar de ojos. Masacrarnos, para ellos es como tomar el té en el parque, y tú... Tú eres una mocosa de porquería.

Lo que le había dicho no era suficiente para describir lo que en realidad eran. Sus palabras nunca serían del tamaño de los titanes y nada, nunca, lo sería.

El titán Colosal aplastó el muro con sus manos y le dio una enorme patada a este. Las rocas comenzaron a salir disparadas en todas las direcciones habidas y por haber, aplastando y matando a la gente que tenía la mala suerte de ser golpeada por una de ellas mientras que Jolene seguía en estado de trance. El pánico inundó al Distrito Shiganshina y la niña sólo pudo reaccionar cuando escuchó una voz a lo lejos llamándola.

— ¡Jolene!

A Shekina Tamashi le tomó dos gritos para que su hija respondiera a su llamado y cuando finalmente lo hizo, la multitud la arrastró hacia atrás, provocando que cayera sentada al suelo. Las personas pasaban por encima de Jolene como si fuera un papel, aplastándola por completo y dejándola sin el aire suficiente como para gritar.

— ¡Jolene!— Escuchó a Shekina con la voz desgarrada a unos metros de distancia y al sentir como alguien le pisaba el estómago, un grito ensordecedor se escapó de su garganta sin previo aviso.

— ¡Mamá!— Sus ojos estaban húmedos al igual que sus mejillas.

Shekina trató de llegar donde su hija desesperadamente, sin darle importancia al hecho de que los titanes estaban entrado por el agujero que El Titán Colosal había creado tan solo unos cuantos minutos antes. Pero la enorme multitud la arrastró y ella, con toda su fuerza de voluntad, empujó a los que estaban en su camino.

Aun así no fue suficiente.

Aun así no fue suficiente

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Young Blood |Levi Ackerman|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora