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You'll thank me...

Una segunda oleada de disparos estalló en la profundidad del bosque de los árboles gigantes. En el centro de las cegadoras luces y explosiones similares a una supernova, inmóvil como un animal enjaulado, el titán femenino no podía hacer más que protegerse la nuca con las palmas de sus rojizas manos. La lluvia de miles de filosos arpones, con cables de acero del grosor de un barrote, impidió toda posibilidad de poder arrancárselos de encima de un movimiento brusco, cómo había pensado en un principio. Los estruendos rebotaron como un eco en el corazón del bosque, e incluso los soldados encargados de obstruir el paso de los titanes se llevaron una buena sorpresa al poder oírlos con claridad una segunda vez. Inmóviles sobre las anchas ramas de los árboles de gran altura, los cadetes se mantenían al borde del montón de copas frondosas, viendo como pequeños grupos de gigantes con sonrisas aterradoras trataban de trepar por las nudosas cortezas hasta dónde ellos se encontraban. Jean, Alan y Armin se trasladaron a otro árbol cuando vieron cómo un titán de diez metros se las arreglaba para escalar usando dos troncos como soporte.

En la otra punta del bosque, entre una gran cantidad de ramas gruesas y astillosas, el escuadrón de operaciones especiales aún tenía dificultades para interpretar lo que había sucedido unos cuantos minutos atrás. Cuando dedujeron que la única razón por la que se habían internado en aquel bosque era con el objetivo de atrapar al titán femenino, Petra no pudo evitar contradecir a Eren con furia cuando el chico insinuó que, tanto el capitán como el comandante, no confiaban ni siquiera en los soldados con varios años dentro de la Legión, como lo eran ellos. Auruo bramó furioso, pero Erd le dio la razón a Eren. Argumentó que debía haber una muy buena razón para que el comandante Erwin desconfiara hasta de sus propios hombres, y Gunther, de cuclillas sobre una rama cercana, preguntó el por qué. Jolene sintió, angustiada, que aún seguía presa de la alucinación que la inhabilitó durante la huida del titán femenino.

— Sólo hay una razón para que no puedan confiar en nosotros... Hay alguien además de Eren que puede convertirse en titán. Un espía.

— Un espía... ¿Eso es posible?— Gunther se enredó con sus propias palabras.

— El comandante está convencido de que es así. Me imagino que a los que informó del plan, fueron los soldados quienes han permanecido con vida durante los últimos cinco años. — Erd evocó los rostros de Hanji, Levi, Mike, Nanaba, y otro puñado más de exploradores, probablemente los únicos conocedores de las intenciones del comandante.

— Ya veo. Así que es eso. — Comentó Gunther, pero sabía que había muchas otras cosas que no llegaba a comprender. Auruo, con ademán ególatra, entornó los ojos hacia Eren para alardear que entendía algo de todo lo que estaba sucediendo.

— ¿Entendiste, Eren? Las circunstancias obligaron al capitán a ocultarnos ciertos detalles, pero no quiere decir que no confía en nosotros.

Petra asintió cabizbaja.

— Sí, ahora lo entiendo. Asumiendo que cuando cayó la primera muralla, hace cinco años un espía se hubiera infiltrado en nuestras tropas... es así como el comandante redujo las posibilidades.

— Entonces, ¿el espía es el asesino de Sawney y Bean?— Cuestionó Erd con los ojos posados sobre Jolene. La pregunta captó su atención al instante, y dejó de pensar por su propia cuenta para oír la conversación de sus compañeros. La castaña rememoró cuando, algún tiempo atrás, fue acusada de ser la asesina de los titanes que Hanji utilizaba como sujeto de pruebas. Más porque las Tropas Estacionarias la tenía entre ceja y ceja que por poseer realmente algún tipo de prueba en su contra.

— Oh... El comandante me preguntó sobre eso. — Petra parpadeó como si finalmente hubiera abierto los ojos. Eren se quedó petrificado al recordar que Erwin también le había hecho una pregunta a él, durante el escándalo de Sawney y Bean.

Young Blood |Levi Ackerman|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora