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Rude & kind.

Eren llevaba casi quince minutos fuera del cuarto de Jolene, golpeando la puerta con los nudillos ya rojos y adoloridos. Tenía la cabeza apoyada sobre la madera de la entrada, mientras veía cómo sus dedos rebotaban una y otra vez, provocando un sonido que probablemente se escucharía más fuerte del otro lado. Aun así, Jolene no contestaba y el silencio dentro de su cuarto parecía estar muerto.

— Jolene... Llegaremos tarde al entrenamiento. — ¿Cuántas veces había dicho lo mismo sin recibir respuesta alguna? Tres, cuatro, quizás cinco veces. O más. — El capitán se enfadará.

Repitió las mismas palabras una y otra vez mientras que su tono de voz se oía cada vez más arrastrado y apagado. Estaba totalmente consciente de que su compañera dormía como un tronco del otro lado de la puerta, y por un momento sintió como sus pies poco a poco se resbalaban por los azulejos, dando la impresión de que su cuerpo estaba hecho de hielo. ¿Siquiera el sueño era contagioso?

Realmente envidiaba a Jolene. Había entrado a las Tropas de Exploración incluso antes de comenzar su entrenamiento, y se lo tomaba tan a la ligera que se quedaba dormida en lugar de cumplir con su entrenamiento. Se notaba que le importaba poco y nada el pertenecer a las fuerzas del ejército, así como le daba igual cumplir los horarios de descanso.

Los ojos somnolientos del moreno chocaron con un objeto a un par de centímetros de sus pies. Una flor marchita, sólo con dos pétalos aún unidos a ella dentro de una taza de porcelana rebosando de agua.

— Oye, hay una flor podrida al lado de tu puerta. — Informó viendo como aquella planta literalmente se disolvía en el agua. — Creo que le has puesto demasiada agua. Morirá pronto, si no es que ya lo ha hecho.

— ¿Eren?— Petra se asomó por el final del pasillo. Parecía estar volviendo del tercer piso, aunque no hubiera nada realmente relevante en él. — ¿Qué haces ahí?

— Ah, Petra. Buenos días. — Se empujó sobre la puerta con las palmas de las manos, recuperando la compostura.

— Debemos irnos, el entrenamiento no tardará en empezar. Y no quieres saber cómo se pone el capitán si no cumplimos con los horarios. — Sonrió con las manos apoyadas sobre sus caderas y Eren por un momento pensó que, si Jolene había alcanzado a oír a Petra, despertaría.

Se quedó con el oído bastante cerca de la entrada, esperando oír alguna clase de movimiento. Y nada de nada. Jolene seguía durmiendo como un oso, si no es que no había muerto durante la madrugada.

— Bueno, hablando de eso...— El chico se rascó la nuca, ignorando el impulso de entrar a la habitación de su compañera sin permiso. — Quizás Jolene sea la primera en conocer la furia del capitán.

— ¿Qué?— La pelirroja caminó hasta quedar parada a un lado de su compañero, con una ceja arqueada y una mueca de confusión abarcando todo su rostro.

— Estoy tratando de despertarla hace más de quince minutos y tengo la leve sensación de que está muerta. O al menos muy cansada.

Ral no pudo evitar observar detalladamente la taza ubicada en el suelo, detrás de los pies de Eren. La había visto en algún lado, pero al darse cuenta de que la integridad física de Jolene corría riesgo, decidió enfocarse en su conversación con Jaeger. Investigaría más tarde.

— Entonces yo debería intentar...

— Desde aquí afuera es inútil y ni siquiera le queda tiempo para desayunar. Entraré antes de que el capitán se dé cuenta de que Jolene aún no se ha levantado. — Eren apoyó la mano sobre el pomo de la puerta, y cuanto estuvo a punto de girarla Petra lo detuvo.

Young Blood |Levi Ackerman|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora