Young Blood |Levi Ackerman|

21

Who will fix me now?

Después de todo lo ocurrido, la Legión de Reconocimiento y los ingenieros de la Guarnición llegaron a toda prisa; una vez más el muro Rose fue liberado con éxito de la amenaza de los titanes. Tomó un día entero eliminar a los gigantes restantes dentro de la ciudad, por lo que la artillería estuvo disparando sin parar y los soldados no pudieron descansar en ningún momento, siendo impulsados por la idea de que todo aquel esfuerzo valdría la pena.

Mientras que los proyectiles altamente explosivos eliminaron la mayor parte de los titanes, la Legión de Reconocimiento eliminó a los que se encontraban demasiado lejos de los cañones. Sin importar la victoria de la humanidad, doscientos siete cadetes murieron o desaparecieron y ochocientos noventa y siete fueron heridos durante la operación dirigida por el comandante Pixis.

Y aunque fue la primera victoria del hombre contra los titanes, el precio a pagar fue realmente nefasto.

La sopa frente los ojos de Jolene soltaba un vapor que se desvanecía a penas se desprendía del líquido caliente. Hacía más de diez minutos que le habían servido el almuerzo, y la chica estuvo todo ese tiempo mirando como el caldo se enfriaba con el pasar de los segundos, como si realmente fuera algo interesante.

Una semana entera había transcurrido desde que Eren tapó el hueco en la muralla, y los soldados también habían pasado una semana sin poder verlo ni saber absolutamente nada de él. Lo único de lo que Armin, Jolene, Mikasa y Alan eran conscientes era que su compañero estaba siendo retenido en un calabozo subterráneo por la Policía Militar y que sería juzgado tarde o temprano. En pocas palabras, decidirían que hacer con semejante poder en manos de la humanidad.

— Come. — Ordenó Alan, que se encontraba sentado junto a Mikasa frente a Jolene y Armin.

— No tengo hambre. — Informó la castaña y alejó el rostro del plato, saliendo de su trance. Soltó un largo suspiro y se llevó la palma de la mano a la boca para bostezar ampliamente. — Ah... La sopa es asquerosa.

Empujó el plato de un costado hasta alejarlo de su vista y recostó la cabeza sobre la mesa, encima de sus ante brazos. Miró a Armin desde abajo y él se encontraba bebiendo de su vaso de agua, observándola con las cejas levantadas.

— Aun no entiendo...— Comentó Mikasa desconcertada y se detuvo en medio de la oración. La herida en su pómulo seguía abierta, sólo que de un color rojizo oscuro y la verdad era que según Jolene no le quedaba mal. — ¿Por qué juzgarán a Eren?

Alan se llenó la boca de sopa, evitando a toda costa contestar la pregunta de su compañera. Tanto él como Armin y Jolene sabían perfectamente para que Eren sería juzgado. Y es que, los soldados no lo aceptarían como un regalo luego de enterarse que él podía convertirse en uno de los seres que la humanidad tanto temía, a pesar de haber demostrado lealtad al tapar el hueco en el muro. Sería un camino muy largo hasta que al menos consideren a Eren como un aliado y no un enemigo.

— No estoy del todo seguro, pero creo que van a decidir qué hacer con él. — Contestó Armin al ver que ninguno de sus dos compañeros quería contestar a la pregunta de Mikasa; Jolene parecía estar exhausta y Alan trataba de ahogarse en el caldo con tal de evitarse un ataque de la chica de la bufanda.

— ¿Qué hacer con qué?— Volvió a interrogar Mikasa.

Armin tragó en seco.

— Probablemente...— Se quedó varado en medio de su respuesta y bajó los ojos hasta el plato de sopa que tenía en frente. Ni siquiera él podía decirlo sin sentirse miserablemente inútil.

Jolene volvió a abrir las retinas y se reincorporó, apoyando su barbilla sobre la palma de su mano y observó a Mikasa con ojos fúnebres. Ambas chicas se clavaron la vista, una sin entender nada y otra pensando en cómo contestar de la manera más suave posible. Pero no había otro método más factible que el directo.