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Thief.

En el cielo que cubría al Distrito de Trost había nubes grandes y oscuras. No fue hasta después de unos cuantos minutos que se desató una tormenta, bañando a todas las personas y casas que se encontraban allí.

— ¡Atrápenlo!— Un panadero gritó a lo lejos mientras Jolene escondía un trozo de pan debajo de su abrigo. — ¡Es un ladrón! ¡Debe ser castigado!

Robar se había hecho una costumbre muy enfermiza para ella. No podía conseguir un trabajo debido a su corta edad y lo único que tenía a su favor era que, físicamente, era muy fuerte. Podía correr rápido y por periodos de tiempo bastante extensos, sabía manejar muy bien las navajas y ya había herido a más de tres soldados que intentaron atraparla por robar.

Su capucha y el pañuelo color azul que le cubría la mitad de la cara, la ayudaban a mantener su identidad oculta mientras que el pantalón algo ceñido a las piernas la dejaba moverse aún más rápido de lo normal

Después de la caída total del muro María, un tercio del territorio que la humanidad tenía había sido perdido y casi todos los habitantes del Distrito de Shiganshina habían muerto a manos de los titanes. Incluyendo a Shekina la madre de Jolene.

Años antes, ella había intentado desesperadamente buscar a su padre, pero al no encontrarlo por ningún lado, simplemente se rindió y supuso que el también había muerto.

El agua chapoteaba debajo de sus botas y al correr tan rápido, más de una vez se había mojado el pantalón. Trataba de mantener a salvo el pan que escondía debajo de su abrigo, pero cuando las Tropas Estacionarias comenzaron a perseguirla, en lo único que pensó fue en llegar a lo más pronto posible a un refugio.

— ¡Atrápenlo rápido!— Un soldado gritó mientras corrían detrás de ella.

Al verse acorralada, decidió que lo mejor era desviarse del camino. Se escondió dentro de un callejón cuando se dio cuenta de que las Tropas Estacionarias habían bajado la guardia y aunque estuviera lloviendo a cántaros se sentó en el suelo, aún con el pan debajo de su ropa.

— Ese delincuente ha ganado mucha fama últimamente.— Una mujer parecía estar hablando con alguien fuera del callejón y Jolene la escuchó atentamente.— Este lugar se volvió muy inseguro desde que él apareció, es como una plaga.

Jolene apretó los ojos y soltó todo el aire que sus pulmones retenían. ¿Cuándo fue que había caído tan bajo? Se había convertido en uno de los delincuentes más buscados del Distrito de Trost y del muro Rose en menos de cuatro años y todo debido a su corta edad. Nadie le daría un trabajo estable con tan solo catorce años de edad.

Con la mano que no estaba ocupada protegiendo el trozo de pan se tocó el pecho. Sobre su corazón.

— Mamá... Ayúdame, por favor. — Y luego de pronunciar aquellas palabras estalló en llanto.

No pudo contenerse. Desearía no haber caído tan bajo, desearía poder cambiar su vida. Desearía que Shekina aún estuviera viva.

El llanto de Jolene se detuvo cuando escuchó el sonido que hacen los engranajes al expulsar los suministros de gas y se puso de pie inmediatamente. Un soldado estaba cerca y a ella le era imposible no reconocer aquel sonido.

Se escondió detrás de una pila de cajas al oír como aquel soldado se había detenido justo afuera del callejón y de su pantalón sacó una navaja. No dejaría por nada en el mundo que la atraparan.

Ya había oscurecido, lo que la favorecía bastante para permanecer oculta. Se agachó detrás de la pila de cajas, esperando a que aquel soldado apareciera. Jolene nunca había matado a nadie y tampoco quería hacerlo. No quería convertirse en lo que su madre más odiaba. Una asesina.

Young Blood |Levi Ackerman|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora