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Tightrope.

A pesar de que por un mínimo instante hubieran tenido el presentimiento de que Annie veía a través de sus verdaderas intenciones, Alan y Armin suspiraron aliviados cuando consiguieron convencer a su antigua compañera de entrenamiento para que los escoltara a través del laberinto urbano de Stohess. Repleto de sofisticadas construcciones de color arena, tejados simétricos y escalones y veredas empedradas de rectángulos lustrados, la ciudad se veía como un espacio sedado en silencio y ausencia, porque no pasaba un sólo transeúnte por allí. Alan, inmutable, no despegaba la mirada dorada de la nuca de Annie, quien caminaba frente a ellos cumpliendo su papel de guía aunque los cuatro cadetes ya conocieran la zona de antemano. El joven pelirrojo parecía un perro guardián esperando el momento exacto en el que su blanco le transmitiera una señal de peligro, pues tanto él como Armin notaron que las extrañas preguntas que Annie formulaba intentaban, sin decírselo directamente, comunicarle algo sumamente particular.

¿Quién te ordenó que te unieras a la Legión de Reconocimiento?

Alan se agazapó levemente, como el reflejo de un animal siendo descubierto, cuando Annie dobló el cuello y miró de reojo sobre su hombro.

— La huida no fue tan difícil como me esperaba. — Comentó Eren con el rostro oculto de la luz solar. — La Policía Militar hace bien su trabajo, sin duda.

— No mires tanto a los lados, Eren. — Lo reprochó Mikasa. El moreno entonces fijó la mirada en el camino.

— Ojalá no descubran que Jean se está haciendo pasar por mí... aunque no creo que podemos engañarlos por mucho tiempo. No nos parecemos en nada. — Farfulló entre dientes, siendo consciente de que en ese preciso instante Jean estaba abordo de un carruaje con la etiqueta de "titán cambiante" estampada en el cerebro, usando una peluca castaña y anudada como un gato atropellado sobre la cabeza y maldiciendo en voz baja, porque de todos los posibles candidatos para hacerse pasar por Eren habían elegido al único imbécil que no lo soportaba.

— No deberías preocuparte por eso. Ambos tienen cara de pocos amigos, así que nadie lo notará. — Aseguró Armin. Eren abrió los ojos y la boca de par en par al sentir que acaban de escupirle el peor insulto imaginable frente a sus narices.

— ¡Qué dices! ¡Yo no tengo la cara de caballo que él tiene!— Se defendió al instante. — Sigo pensando que Alan habría sido mejor doble que Jean.

— Soy bastante más alto que tú. Lo habrían notado. — Negó el pelirrojo, pues él había sido uno de los candidatos para suplantar a Eren. No lo habían elegido porque le sacaba, al menos, una cabeza de altura.

— Es cierto. Alan haría de buen doble para el comandante Erwin...— Eren bufó al oír el comentario de Armin.

— ¿Cómo habrían escapado si yo no hubiese accedido a ayudarlos?— Annie preguntó repentinamente, interrumpiendo la discusión de los soldados sobre los dobles y recordándoles que estaban en medio de una huida. Armin se aclaró la garganta.

— Con el equipo de maniobras tridimensional.

— Eso es una locura. ¿No habría sido más sencillo escapar antes de llegar a Stohess? ¿Por qué aquí y ahora?— La soldado rubia echó un vistazo a su alrededor. El ancho camino rodeado de casas de estilo renacentista, estatuas de personajes que nunca había visto en su vida y las plantas que cumplían una función decorativa en aquella calle brillaban apaciblemente debajo de la luz amarilla del sol. El silencio los envolvía de tal manera que el eco de las botas de los jóvenes rebotaba de esquina a esquina como una pelota de goma. Annie se dio cuenta de que era extraño que no pasaran civiles por allí.

— Porque pensé que el diseño de la zona urbana nos ayudaría a intercambiar a Eren por Jean. Además, para ganar tiempo era mejor obedecer que oponernos desde un primer instante. — Explicó Arlert bajo la mirada inexpresiva de Annie. Ella volvió la vista al frente al escuchar su explicación.

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⏰ Última actualización: Jul 26, 2019 ⏰

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Young Blood |Levi Ackerman|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora