Hell.
Y, justo como Darius dijo, a la mañana siguiente Hanji y Jolene se dirigieron en el mismo caballo hacia el campo de reclutas; Jolene tenía las manos apoyadas sobre sus rodillas mientras que Hanji no apartaba los ojos del camino y batallaba consigo misma con miles de preguntas para la niña que estaba sentada detrás de ella, rehusándose a hacerle un interrogatorio en medio del Distrito.
Jolene traía el cabello limpio y amarrado en la parte de atrás de su cabeza y esa misma mañana le habían dado un uniforme acorde a la situación. La típica chaqueta de cuero marrón, los pantalones blancos, la camiseta dentro de estos y las botas. El uniforme del que había estado escapando durante años.
Por algunas extraña razón, no le dieron las correas que la mantendrían unida a su equipo, pero en ese momento lo que más le importaba era que la camiseta dentro del pantalón le molestaba. Se miró el estómago varias veces, considerando la idea de sacar las puntas de su camisa del pantalón y lo hizo. Tiró de su camiseta y esta quedó fuera de la prenda blanca.
Mucho mejor.
Pensó mientras relajaba los músculos de su abdomen. Se sentía mucho más cómoda de esa manera, sin mencionar que tener la camiseta demasiado pegada al estómago le daba un calor insoportable.
— Jolene. — Hanji habló sin voltearse y Jolene levantó la vista.
— ¿Mmh?
— ¿No estás nerviosa? Demonios, en mi primer día parecía que necesitaba cambiar mis pantalones constantemente, fue el infierno.
— La verdad no.
— ¿Qué?
— No estoy nerviosa. — Se quedó en silencio. — De hecho, me intriga demasiado saber qué clase de compañeros tendré. Aunque si me siento un poco... arredrada.
— Tu lenguaje es muy raro. — Observó la mujer sin titubear y Jolene ladeó la cabeza.
— ¿Raro?— Preguntó. — ¿Cómo?
— Sí... No parece propio de un "delincuente". — Hizo comillas con los dedos sin dejar de ver hacia el frente. — Es como si supieras más de lo que deberías.
Jolene echó la cabeza hacia atrás mientras se sostenía con la yema de los dedos de la silla de montar en la que se encontraba sentada. Las voces de los pueblerinos le hacían temblar los tímpanos y no consiguió recordar la última vez que había caminado por esas calles sin necesidad de tener el rostro cubierto. Las cosas estaban cambiando... Y no sabía en qué dirección se dirigían.
— Leía mucho cuando era niña. — Confesó sin despegar los ojos de las nubes sobre su cabeza. — Leía tanto que a veces me olvidaba de dormir o de comer. Al principio era algo así como un pasatiempo, pero a los pocos meses de aprender a leer una oración de corrido se volvió una necesidad. Tenía cinco años en ese entonces.
Estiró el brazo hacia arriba, abrió la palma de su mano como si pudiera alcanzar el inmenso manto celeste y aplastó los dedos entre sí, apretujando imaginariamente las nubes brillantes por el contraste del sol.
— No he vuelto a leer desde los nueve. Pero creo que no olvidé ni una de las palabras que alguna vez vi. — Apretó los labios, angustiada, pero aun así soltó una sonrisa distorsionada. — Porque... ¿Cómo olvidar lo que me hacía feliz?
Hanji sintió un golpe en su pecho que la obligó a mantener el rostro inexpresivo. Con sólo contarle aquella pequeña porción de su vida, Zoe se dio cuenta de que Jolene era una persona herida y hasta quizás no se componía de mucho más que un montón de pedazos destrozados. ¿Qué le había pasado durante los cuatro años que se dedicó a robar en el Distrito?
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Young Blood |Levi Ackerman|
FanfictionLevi lo era todo para Jolene. Aun sabiendo que él y su madre la engañaban todos los días de su vida, siendo totalmente consciente que la ausencia de su padre no se debía al tan molesto pretexto de "Está luchando contra los titanes para que podamos a...