Young Blood |Levi Ackerman|

22

Ocean eyes.

Los integrantes del escuadrón de operaciones especiales se alojarían en el antiguo cuartel de la Legión de Reconocimiento con la única finalidad de proteger a Eren Jaeger; el lugar no era más que una pila de torres amontonadas rodeadas de puros bosques totalmente alejados de las murallas y ríos, por lo que era inútil para las Tropas de Exploración. Pero aun así, Jolene no pudo evitar observarlo con ojos vivaces al percatarse de que aunque estuviera en un estado de abandono completo, el viejo castillo se mantenía intacto. Tanto así que desde la lejanía simulaba estar habitado.

Al parecer sus ojos encandilaban de fascinación y una pequeña sonrisa con la boca abierta llamó la atención del capitán, quien se encontraba montado sobre su caballo a un lado de la chica. La observó durante varios segundos con los ojos indiferentes y gélidos, algo muy común en él. Pero Jolene estaba tan ensimismada que ni siquiera consiguió notar el vistazo que Levi le proporcionaba y siguió tan asombrada como el primer instante en el que se había topado con el cuartel decrépito.

¿Acaso todo la asombraba? Desde un viejo castillo demacrado hasta la primera vez que sus ojos chocaron con el caballo que se le había asignado tan sólo unos cuantos kilómetros atrás antes de partir hacia la guarida de la Legión — que, por cierto, llevaba pensando en un buen nombre desde hacía más de un año. —

Era tan increíblemente tonta que a Levi se le dificultó creer que los más altos rangos de la Policía Militar la habían considerado un genio, a pesar de que él mismo la había visto luchar por su cuenta de una manera eficaz contra un titán de quince metros. Y, según Hanji y los reportes que ella le había mostrado, cuando hizo la prueba del Gobierno Central el entrenamiento de Tamashi había comenzado hacía apenas un mes, consiguiendo lo que tantos soldados anhelaban y podían hacer luego de años de preparación plagada de dolor.

Por eso, la pregunta que el capitán se formulaba cada vez que veía a Jolene era siempre la misma:

¿Cómo alguien tan idiota puede ser considerada lo mejor de lo mejor?

El escuadrón de operaciones especiales estaba conformado por cuatro soldados y el capitán, hasta hacía apenas dos días, cuando Eren y Jolene se unieron de puro imprevisto. Petra Ral había eliminado hasta diez titanes y ayudó a derribar a otros cuarenta y seis, Auruo Brossard se encargó de treinta y nueve para luego ayudar con otros nueve. Erd Gin exterminó catorce y colaboró con treinta y dos; por último, Gunther Schultz cooperó para matar a cuarenta titanes y se deshizo por su cuenta de siete.

Eran los mejores de la Legión de Reconocimiento, escogidos por el capitán Levi. Por eso, si Eren perdía el control no dudarían un segundo en asesinarlo; al mismo tiempo, Jolene no dejaría que eso sucediera y en un intento por rescatarlo la matarían a ella también, en consecuencia por ser amiga de un titán. Después de todo esas eran las indicaciones que Hanji le había dado a Levi si no podía controlar a Tamashi, pero aunque Zoe solo estuviera bromeando, el azabache se lo había tomado muy en serio. Quizás demasiado.

Jolene bajó de un salto del lomo de su caballo sin poder controlar su curiosidad y se echó a correr en dirección al cuartel, siendo seguida por los ojos curiosos y sorprendidos de los integrantes de su escuadrón. Había leído en una cantidad innumerable de libros dónde describían a todo detalle la estructura de un castillo, pero jamás había tenido la oportunidad de ver uno con sus propios ojos sin necesidad de imaginarlo.

— ¡¿Qué crees que estás haciendo, sangre nueva?!— La voz de Auruo resonó por todo el bosque, pero aunque aturdió y sobresaltó un poco a la castaña, ni siquiera le prestó atención.

Los pocos metros que alejaban al montón de torres del bosque estaban cubiertos con varios bloques de piedra, simulando un suelo compuesto por baldosas; muchos de estos estaban partidos y entre cada ladrillo había varios brotes de malezas de un color verde brillante que a simple vista no parecían ser tan molestas. Las rasillas que constituían y sostenían la forma de las torres lucían desgastadas por las tormentas, el sol y el pasar de los años, mientras que las cúspides eran cubiertas por azulejos azules amontonados uno al lado de otro.