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Her forgetfulness.

Armin no solía ponerse nervioso estando a salvo. Alejado de alertas y advertencias sobre la interrupción de los titanes en alguna ciudad, lejos del pánico y el temor de que aquellas situaciones en las que se sentía un incompetente se convirtieran en algo muchísimo peor. Pero esa sensación alojada en su pecho era bastante diferente a estar aterrado. Estaba incluso... Eufórico. ¿Por qué? Sus compañeros de entrenamiento y ahora también compañeros de escuadrón, se dedicaban a colocarse las capas de la Legión de Reconocimiento que les habían entregado hacía unos minutos. Él no había tomado la suya porque parecía estar muy concentrado en un punto lejano e inexistente en el reflejo del sol golpeando sobre las columnas que sostenían la entrada del lugar. Algo en aquella luz lo atrapaba por completo.

— Armin. — La voz de Mikasa lo sobresaltó un poco, y alejó la mirada de la entrada para fijarla en su compañera. Ella ya llevaba puesta su capa, mientras que en las manos cargaba otra igual a la suya. — Esta es tuya.

— Ah...— El rubio realmente no sabía cómo responder, aunque no tuviera que contestar nada. — ¿Cuándo las han entregado?

— Ahora. Creí que estabas escuchando al líder de escuadrón. — El chico dudó un poco antes de tomar la prenda verde de las manos de su compañera, pero al final se encontró a sí mismo envolviendo la capa por encima de sus hombros.

— También pensé que estaba prestando atención. — Carcajeó vagamente mientras frotaba el tejido de la nueva prenda entre sus dedos. Armin no sabía mucho sobre tela, pero ese recubrimiento abrazando su espalda parecía estar hecho de algodón. El viento le sacudió el cabello y la ropa; se dio cuenta de que el bordado de las alas de la libertad en la espalda de la capa pesaba un poco.

— Armin... ¿En serio estás bien? Estás sudando y tu rostro está rojo. — Mikasa se veía preocupada. Dio unos pasos para acercarse un poco a Armin, pero él tan sólo le dedicó una pequeña sonrisa. Entendía perfectamente porqué estaba tan nervioso al punto de sentirse enfermo. La noche anterior estaba en el mismo estado, e incluso fue sorprendido por un golpe de nostalgia al recordar que esas sensaciones se volvieron bastante comunes durante el último año de entrenamiento. Armin no se había enfermado, tampoco padecía ningún tipo de resfriado o fiebre.

— No pasa nada. Tan sólo creo que me he quemado un poco con el sol. Sí... el sol. — De repente se sintió terriblemente avergonzado y no pudo evitar mirar el suelo y levantar los hombros involuntariamente, como si quisiera esconderse. — Mm... Esta capa da mucho calor, ¿no crees?

— Estoy bien. — Mikasa respondió con una rapidez y neutralidad casi premeditadas mientras su rostro mostraba una mueca ilegible. No le parecía extraño que Armin se pusiera así.

— Ah, sí, claro, ¡por supuesto!— Volvió a reír nerviosamente para luego dar unos pasos hacia atrás.

Sus manos jugaban entre sí cerca de su rostro, como si quisieran ocultarlo por vergüenza, frustración y euforia. Ese día parecía ser especialmente malo controlando sus emociones porque se dejaba más en evidencia al tratar de actuar con normalidad. Después de que su cuerpo dejara de moverse como si una colonia entera de hormigas hubiera trepado por sus piernas, su expresión se relajó y bajó la mirada hasta sus dedos, dónde sus pulgares se pellizcaban entre sí. Mikasa notó como su amigo esbozaba una sonrisa boba.

— Creo que sí tengo un poco de fiebre después de todo. — Habló casi en un suspiro.

— No, no es fiebre. — Negó la azabache. — Estás así por Jolene, ¿no?

Armin se tambaleó con las piernas flaqueando como si fueran cuerdas, quedó enfrentando a su compañera con la espalda erguida mientras se mordía con fuerza el labio inferior y sentía como el calor se extendía hasta sus orejas, incluso alcanzando gran parte del cuello. Se negaba a pensar que aquel sofocante calor era provocado tan sólo por recordar a Jolene y que la verdadera culpable era la capa verde en su espalda.

Young Blood |Levi Ackerman|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora