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Ya había anochecido cuando YoonGi regresó a casa.

Su padre seguía sentado en la mesa del comedor, mirando la televisión. Cuando YoonGi entró, su padre ni si quiera lo miró ni lo saludó, así que YoonGi hizo lo mismo, ignorándolo.

Su madre estaba en la cocina, fregando los platos, por lo que ya debían haber cenado sin esperarle. Cuando lo vio entrar, la mujer cerró el grifo y se secó las manos para darle un ligero beso en la mejilla a YoonGi.

Sin mediar palabra, le hizo sentarse en la mesa de la cocina y le puso delante los platos y los palillos mientras le calentaba las sobras de la comida, porque realmente ella había estado toda la mañana cocinando para él, haciendo que YoonGi se sintiera un poco culpable por haberla dejado plantada, aunque su padre le había dado motivos para hacerlo.

Mientras YoonGi comía, su madre se sentó a su lado y le hablaba en voz baja para que su padre no los escuchara desde el salón. Le dio la charla, tratando de explicarle que ellos solo querían lo mejor para él, que les daba lástima ver que se estaba haciendo mayor y no tenía pareja ni un trabajo estable y que tenían miedo de que cuando ellos faltaran, YoonGi estuviera solo y no tuviera ni donde caerse muerto.

YoonGi entendía su preocupación, pero seguía en sus trece de que ellos debían dejarle abrir sus alas y volar, aunque tuviera que estrellarse.

Su madre no estaba de acuerdo, pero respetó su decisión por el momento, más por no discutir que porque realmente aceptara las condiciones de YoonGi.

— Haz las paces con tu padre, YoonGi... — le suplicó su madre cuando terminaron de hablar.

— Mañana — prometió YoonGi.

No perdió el tiempo en escabullirse a su habitación, cerrando la puerta y tumbándose en la cama con la luz apagada. Con el estómago satisfecho después de a penas haber comido en todo el día, el sueño empezó a hacerse presente. Estaba agotado física y mentalmente. La discusión con su padre había sido apoteósica, pero su encuentro con SeulGi había terminado por minar sus defensas.

A punto de derrumbarse, encendió su teléfono después de cinco días de tenerlo apagado.

Los mensajes lo colapsaron durante unos segundos. Tenía docenas de notificaciones, cientos de mensajes de KakaoTalk, de SeokJin y TaeHyung, de JiMin y JungKook, pero la mayoría eran de NamJoon.

A decir verdad, no los leyó. No había encendido el móvil para eso. En lugar de eso, buscó el número de NamJoon entre sus contactos y sin contenerse más, lo llamó.

En el espacio de cada tono, el corazón de YoonGi latía cinco veces, golpeándole el pecho, deseando salirse y largarse de allí.

Al octavo tono, YoonGi estaba a punto de desistir, resignado a que NamJoon no iba a responder la llamada. De todas formas, YoonGi nunca lo había llamado. Tal vez no quisiera hablar con él por haberlo ignorado durante toda la semana.

Pero entonces, escuchó cómo se conectaba la llamada y la voz de NamJoon lo recibía.

Suga — su voz sonaba feliz y calmada, su tono era de alivio y YoonGi supo que sonreía al pronunciar su nombre — Te echaba mucho de menos...

YoonGi no respondió de inmediato, pero él también lo estaba echando de menos. Se mantuvo en silencio unos instantes, dejando que su pulso se tranquilizara, escuchando la estática de la línea, sintiendo cómo se relajaba y la realidad se desdibujaba sólo con saber que NamJoon estaba al otro lado.

— ¿Dónde estás? — preguntó, en un susurro y con la voz rota, escuchando música y conversaciones de fondo al otro lado de la línea.

— Estaba en una fiesta en casa de un amigo. Pero he salido fuera. Podemos hablar.

— Siento haberte molestado...

Tú eres más importante, Suga — YoonGi sonrió, alagado, al escuchar tal cosa — ¿Estás bien?

— NamJoon... — YoonGi paladeó el nombre, dejando que las bocales rodasen por su lengua y se deslizasen entre sus labios. Pudo escuchar un trémulo suspiro de parte del menor al escucharlo decir su nombre de ese modo, YoonGi lo imaginó derritiéndose y con las rodillas temblando, allá donde estuviese — Cántame...

¿Quieres que cante? — preguntó NamJoon. Su voz sonaba más grave y profunda, estaba nervioso, estaba excitado, estaba deseando estar con YoonGi de nuevo, estaba deseando poner fin a esa distancia que lo volvía loco.

— Sí...

Espera.

YoonGi escuchó ruido y movimiento. Podía oír los pasos apresurados de NamJoon mientras que la música y las risas se alejaban. Entendió que NamJoon buscaba un lugar privado, más íntimo, donde poder cumplir la extraña petición de YoonGi.

Cuando la voz NamJoon volvió, ya había empezado a cantar. No era rap, no era hip hop, ni si quiera era una canción que hubiera escuchado antes con la voz de NamJoon. Era una balada suave que NamJoon lograba armonizar pese a que su voz no estaba acostumbrada a cantar.

YoonGi cerró los ojos y se dejó llevar, hundiéndose por completo en su voz rasposa y grave, sus palabras delicadas, pidiendo que le dejara ir a su lado, que lo seguiría al fin del mundo, que no se alejara de él.

NamJoon se interrumpió antes de terminar, hubo un corto silencio y después su risa inundó la línea.

Perdona... He olvidado la letra...

— No pasa nada... — por algún motivo, los dos hablaban en susurros, pese a que nadie podría escucharles — No es tuya, ¿verdad?

Es de EXO — volvió a reír NamJoon, avergonzado — «Don't go», era la única que se me venía a la cabeza y aun así... Lo siento...

— Está bien. Me ha gustado...

¿Estás mejor?

— Sí...

¿Cuándo vas a volver? — la necesidad en el tono de NamJoon le dijo a YoonGi cuanta falta le hacía.

— Pronto...

No vuelvas a desaparecer, Suga...Por favor...

YoonGi no prometió nada, pero la forma que tuvo de suplicárselo le hizo dudar que tuviera otra vez la necesidad de escapar. 

Don't you (forget about me) | NamGi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora