Capitulo 3

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¡Que bonitos son los fines de semana! Todo paz y tranquilidad, sin escuela, sin tareas, sin Vera (muchas gracias Señor) y sin mamás absortas en chupetearse a sus novios.
Solo jorge y yo. Mirando una película en el televisor mientras comemos palomitas. Inmejorable.

El chirrido de un auto se oyó y un golpe seco le siguió. -¿ que fue eso manita? - se había oído justo enfrente de la casa. Unas carcajadas y el sonido de unas llaves confirmaron mis sospechas.

-¿es mamá? - preguntó en tono bajo. Me agache para quedar a su altura y asentí - ve al cuarto y quedate ahí, cierra la puerta y no salgas -

-pero - lo tome de la mano y lo guíe hacia nuestro cuarto.

-haz lo que te digo. Oigas lo que oigas quedate dentro del cuarto - podía oírlos batallando para abrír la puerta. Lo apure a entrar. Sabía que harían mucho escándalo y dependiendo del humor de Rubén las cosas podrían ir mal o bien. No es que fueran a golpearnos hasta matarnos pero estoy segura que el estado en el que se encontraba mamá y sus consiguientes acciones harían demasiada mella en mi pequeño hermano, quien la tenía como la mujer perfecta. Era más fácil para mi inventar alguna historia y dejarlo ser un niño normal un poco más.

Voltee justo en el segundo que ellos abrieron la puerta. - mamá ya iba a abrirte, estaba en el cuarto - ella solo se río fuerte y le resto importancia con un gesto.

-da lo mismo, no necesitaba ayuda yo sola podía, verdad amor.- se volteo y lo beso, podía ver sus lenguas juntarse, de hecho podía verlas muy bien porque ni siquiera alcanzaban a pegar las bocas. Mire el techo y luego el piso. Me sentía tan cómoda como res en una carnicería. Di un pasó atrás dispuesta a largarme del maldito lugar antes que Rubén empezará a meterle mano. ¿Y si por esto me sale un grano en el ojo? asco. Estaba a dos pasos de lograr mi cometido cuando Rubén me llamó.

-¿a donde crees que vas? - me miro con sus ojos rojos, se veía que le costaba enfocarme.

-a mi cuarto - mamá se tambaleo y se aferro más a las solapas de la arrugada camisa de Rubén.

- ¿y quien coño te dio permiso de irte? - tenia ganas de contestarle con algún insulto pero de nada me serviría, estaba ebrio si, pero hablaba menos barrido que mi madre y también parecía sostenerse mejor. De hecho el parecía ser el poste del que se sostenía mi madre.

-creí que preferirían intimidad- mi madre alzó la cabeza fijando su vista en Rubén, al parecer se había mal viajado unos segundos. Lo jalo de su camisa e intento besarlo de nuevo, sonreí victoriosa, él se negó un poco pero después se vio obligado a ceder.

- vete - dijo mamá.

-no- dijo él - quiero cenar, muero de hambre patita.

Mamá regresó la mirada a mi - prepara algo de cenar Andrea - lo jalo de la mano hacia su cuarto.- vamos a ponernos cómodos tu y yo bebé

Quería vomitar, no sabía si de asco o coraje. Me dirigí a la cocina, dudaba que el maldito tuviera hambre, seguro solo buscaba una forma de hacerme perder la paciencia para que mi querida progenitora me regañara.

Estaba calentando la sopa que había preparado por la tarde y haciendo unos huevos revueltos, cuando sentí una pesada mirada clavada en la nuca, voltee hacia la puerta. Permitanme corregir, una pesada mirada clavada en mi trasero cuyo dueño estaba tan ensimismado en la apreciación de mis glúteos que ni si quiera presto atención a mi insistente llamado.

- Rubén, RUBÉN - su vista por fin se dirigió a mis ojos - esta listo, llama a mi mamá -

-esta dormida - sus ojos viajaron por mi cuerpo, no tengo la menor idea de que veía con tal intensidad. Mi atuendo era obsoleto por decir lo menos. Mi playera negra de los Rolling Stone contrastaba con mi sexy pantalón de franela rosa con conejitos blancos.

Atracción Física  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora