Sostennia la botella de licor medio vacía de manera descuidada. Hace rato ya que había perdido la cuenta de los tragos ingeridos. Ni si quiera podía definir de forma concreta como me sentía, era tristeza, frustración, ira, dolor supongo que eran todas las anteriores y para amortiguarlas un poco me puse a beber.
No funcionó, ni poquito. En la única cosa que soy capaz de pensar es en Andrea y en cómo carajo había terminado en este punto.
Primero Rubén luego Damara.
Parecía que la vida estaba decidida a cobrarme de una todas las malas decisiones que tome en el pasado.
Ya entendí, Dios.
Hice mal. Sea lo que sea que esté pagando deja por favor de cobrartelo con ella.
¿Por qué con ella?
Si había muchas otras maneras, infinidad de formas de hacerme sufrir.
"porque está es la que más te puede"
Ya, vaya. Es verdad y supongo que bien merecido me lo tengo pero por favor permiteme explicarle que jamás la traicione.
Apure el líquido por mi garganta decidido a caer en un coma etílico, cualquier cosa era mejor que repetir una y otra vez en mi mente todo los errores que había cometido.
Desde mi estúpida competencia con Rubén hasta dejar que Fernando se casara con Damara.
Damara, Damara. Esa maldita intrigosa hija de perra.
¿Que carajos pasaba por mi mente cuando me fije en ella? Debo admitir que es muy buena mentirosa, sus dones histrionicos son verdaderamente envidiables porque durante los meses que salimos juntos, jamás, ni siquiera por un instante me paso por la cabeza que ella estuviera engañandome, menos aún que lo hiciera con mi mejor amigo.
Imaginen entonces la sorpresa al enterarme que de hecho era Fernando el verdadero novio.
Yo solo era el idiota con quien pasaba el rato. Ingeri otro largo trago intentando con el licor pasarme la amargura.
La primera vez que la vi fue en el almacén sentada en el escritorio de Fernando. Ella iba en sexto semestre y sin embargo jamás me había fijado en ella, es más hasta ese momento ni siquiera le había dedicado una sola mirada. Ese día me atendió con tanta amabilidad, me pareció tan linda y agradable, casi enseguida se ganó mi simpatía. Por aquel entonces Fernando y yo solíamos comer en el almacén, el alboroto que Gustavo había armado acusandome de salir con una alumna estaba demasiado reciente, la chica optó por cambiarse de escuela y el profesorado se encontraba dividido entre creer y no en alguno de los dos, prefería pues guardar mis distancias y comer en la privacidad que el almacén ofrecía.
Por eso me la topaba todos los días.
No solía fijarme mucho en ella, era una alumna después de todo. Por Fernando sabía que hacía su servicio en la escuela en sus horas libres y fines de semana. Intercambiabamos muy pocas palabras cuando Fernando estaba pero a solas se mostraba más desinhibida y hasta coqueta.
No le tomaba mucha importancia no era la primera alumna en coquetear abiertamente conmigo así que solo fingía no darme cuenta aparte ella me agradaba de manera que solía tomar sus filtreos con bastante humor.
Hasta una tarde lluviosa, la vi caminando con un pequeño paraguas luchando contra el viento que amenazaba con volarlo.
"¿gustas que te acerque a casa?"
"¡Claro!" contestó sonriente y subió al coche tan aprisa como pudo "vaya aguacero" suspiro volteando a verme "gracias, profesor".
"no es nada. Me extraña que Fernando no se haya ofrecido a llevarte, recordaré reclamarle mañana" no era propio de Fernando ser tan desconsiderado.
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Atracción Física
RomanceLa fuerza del amor, la potencia del deseo, la inercia del miedo...Una chica complicada, un apuesto profesor y su extraña forma de enseñar sobre la materia.