Capitulo 27

131 9 7
                                    

No estaba del todo contenta con Vera, me percate en la playa de su insistente mirada más no me preocupe porque él llevaba gafas oscuras pero podía sentirla taladreando mi espalda. Fue muy difícil ignorar y no voltear a verlo.

Cada vez que lo hacía de reojo temía que baba escurriera de mi boca, se veía genial con lentes, playera sin mangas y cabello desordenado. Odie que se lo comieran con la mirada.

Lo peor es que es un coqueto empedernido, es fácil imaginarlo entrando a un bar y saliendo un par de horas después con una chica colgada del brazo. Algo me dice que en la universidad fue así.

Un leve toque en mi puerta me hizo saber que él estaba afuera esperando, las ganas de dejarlo ahí parado luchaban contra el miedo a que alguien se asome al pasillo y lo vea tocando mi puerta. Me levante de la cama con parsimonia, no pensaba correr a abrirle. No es hasta que giro la manija de la puerta que caigo en cuenta que solo tengo unas panteletas amarillas de algodón y una blusa de tirantes. Hace calor, cuando me puse esta ropa y me tire sobre la cama los sentí como la mejor opción, ahora al abrirle la puerta al coqueto profesor me sentí un poco expuesta. Luego recordé que me había visto desnuda y sobretodo que debía ser castigado de alguna manera por ser tan endomoniadamente risueño.

Su presencia inundó mi cuarto, estaba recién bañado y olía a loción para después de afeitar. Su mirada recayó en mi elaborado atuendo.

-hola preciosa - me saludo con un beso en la mejilla.

-buenas noches, profesor - camine de regreso a la cama sintiendo su mirada fija en mi.

Observa lo que no te dejaré tocar, querido.

-¿estas enojada? - preguntó mirándome con los ojos entrecerrados.

-no - sí.

Sonrió incrédulo. Me senté en la cama y me permití observarlo, parado aun lado de la puerta usando un short de algodón y una playera sin mangas. Su cabello al igual que él mio aun estaba húmedo a causa de la ducha.

-traje algo de cenar- nos habían dicho en la posada que las comidas estaban incluidas pero no contábamos con que la cena consistiese en café y una dona. Decidimos de manera grupal que cada quien cenara lo que quisiera como pudiera y los profesores nos dieron una hora para ir a comprar, después de eso la posada se cerraría.

Se me hizo mala idea porque les dio oportunidad a los chicos de ir y conseguir alcohol pero si teníamos hambre, Sam y yo fuimos a ver que encontrábamos para cenar pero las cosas terminaron poniendose algo extrañas cuando empezó a preguntar por Esmeralda.

-creo que a Sam le gusta Esmeralda - solté sin más recostandome y mirando el techo.

-que bueno, me urge que ese chico tenga novia - rodé los ojos.

Maldito celoso - ya te dije que Sam solo es un -

-si, si, si, pero igual me siento más seguro sabiendo que le interesa alguien, que no seas tú, por supuesto - se sentó en el borde de la cama, dio una rápida mirada a mís piernas intentando no entretenerse demasiado en eso. Asentó la bolsa en la pequeña mesita de noche que separaba las camas. Alzo su mano para acariciar mi cabello, lo deje hacer, incluso bese el interior de su palma, me miro con ojitos tiernos cuando lo hice y justo cuando se inclinaba para besarme le dije - ¿trajiste tacos? Huele a tacos - su rostro se detuvo a mitad del camino y asintió un poco mosqueado.

Suspiro y saco las cosas de la bolsa - ¿qué te hace pensar que al buen Sam le gusta tu amiga? -

-algunas actitudes de Sam no son las normales de un amigo - destapó un té helado para mi - no es con ella como es conmigo - le di un sorbo a la fría bebida, el ventilador estaba encendido aun así se sentía calor.

Atracción Física  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora