Capitulo 41

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-¿qué le dijiste que? - la cara de estupefacción de Sam me confirmaba el error que cometí.

-lo sé, lo sé. Fue una estupidez pero que querías que hiciera - no podía contestar con la verdad, por un instante pensé en  hacerlo pero al mirar a la cara a Fernando no pude. Dios mio, no. ¿Como decirle algo asi a alguien tan bueno como Fernando?

Sergio y Damara tenían que ser un par de  malditos desgraciados sin corazón para hacerle eso a Fernando.

-¿y con quien se supone que sales? -

-no le dije. Estaba nerviosa y enfadada no encontré nada mejor que decirle- y tal vez quería vengarme un poco, por ese micro segundo pense que al enterarse Sergio estaría celoso, sufriría, que se yo. Sam me tomo de la mano guiándome para cruzar la calle.

-no te vengaste, tonta. Lo único que conseguirás es que vuelva a perseguirte. Gracias a Dios ya no nos da clase solo de recordar como era  dando clase cuando estaba celoso- Sam hizo temblar ligeramente sus hombros  para enfatizar sus palabras. No creía que algo así pasará, Vera se había rendido muy rápido conmigo algo que agradecía y maldecia a partes iguales, lo primero por temor a no resistir su cercanía y lo segundo porque de tanto en tanto recordaba a Damara diciéndome que él la había estado buscando y rogando durante dos años.

Ese idiota no me rogó ni dos semanas.

Calaba hondo darme cuenta que tuve tan poca importancia en su vida sobretodo porque me trague el cuento de que me quería - Obviamente Sergio se reirá de mi en cuanto Fernando le diga -

Sam detuvo su andar y me miró - seguro que si. Una risa maníaca y lobuna mientras piensa como descuartizar al enemigo - lo mire mal - ok, no tanto así pero no debiste decir eso, Andrea. Puede resultar contraproducente- más allá de que se riera de mí no veía como.

Llegamos por fin frente a la puerta de mi casa, en estos días Sam había insistido en acercarme a casa algo que le agradecía infinitamente. Ayudaba a mitigar un poco la extraña sensación que sentía en el pecho al salir de la escuela. Durante 2 años había utilizado el sendero de cultivos para llegar a casa, después cuando Vera irrumpió en mi vida seguí utilizándolo para encontrarnos a solas, ese bendito camino había sido parte de mi vida y cambiar mi rutina me hacía sentir rara.

Por supuesto mucho menos rara que cuando intente ir por ahí y terminé sintiendome  una idiota al recordar mi primer encuentro con Vera ahí, llegué a casa con los ojos hinchados de tanto llorar.

Siento pena al recordarlo.

-¿quieres pasar? - le pregunté en tono sugerente - tengo la casa sola - Sam sonrió socarron y apoyo su mano en la pared inclinándose hacia mi, cualquiera que nos viera pensaría que estabamos coqueteando.

-solo si tienes espagueti - contesto con un intento de voz ronca, baje la cabeza fingiendo estar apenada cuando de reojo pude ver a una vecina pasar caminando detrás de Sam mirándonos. Mis hombros comenzaron a sacudirse mientras Sam acercaba su rostro de manera lenta hacia mi cuello y después se precipitaba de un tirón hacia mí.

Grite y reí mientras sam me sujetaba por la cintura y me hacia cosquillas.

-para idiota, nos están viendo -

-tu me provocaste, melocotoncito -.

Abrí la puerta y pasé dejando la mochila aventada en algún lugar de la sala. Él me siguió y se desplomó en el sillón suspirando hondamente mientras dejaba caer la mochila al suelo. Camine hacía la cocina por un vaso de agua - ¿quieres algo? ¡Sam! ¡Samuel!-

Regrese a la sala para ver porque no contestaba, Sam estaba acostado y tenía la mirada perdida en el techo. No era exactamente tristeza lo que vi en sus facciones, pero algo había... - ¿qué ocurre? - pregunté apoyándome en el respaldo.

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