El alma me regreso al cuerpo al salir de esa oficina. No sabía bien que me iba a decir mi querido padrastro pero estaba segura que no era ni la mitad de lo que iba a decirme si Vera se hubiera puesto en el mismo plan que el otro día.
-voy a mi salón - le dije dispuesta a largarme de ahí tan rápido como pudiera.
-no te salvaras del regaño Andrea, acompañame al auto- lo seguí. Íbamos llegando al estacionamiento cuando volvió a dirigirme la palabra - ¿por que no me habías dicho que Sergio Vera era tu profesor? -
-¿por que lo haría? No sabía que lo conocías y no es importante para mi - sonrio de manera extraña como enfadado
-no tiene importancia para ti eh - sus dedos se enterraron fuertemente en mi brazo, me queje pero no me soltó. Me jaló hacia el coche de manera brusca, el polvo del estacionamiento sin pavimentar se levantaba con nuestro forcejeo - no es importante, ¿me crees idiota acaso? -
-¿ es una pregunta retórica? - me azotó contra el auto y coloco su mano en mi cuello.
- no juegues conmigo, ¿ese péndejo te gusta, no? A que todas tus amigas se mojan por él, ¿tu también? - negué con la cabeza - ¿no? No te creo, él te gusta y tú a él también de eso estoy seguro -
Su agarre era firme en mi cuello, - él no me gusta y muy contrario a lo que piensas me detesta. Esto que acaba de pasar solo es una forma más de arruinar mi existencia, si tu y él fueron amigos, puedo ver porque se llevaban también - mi mano se instalo en su muñeca e hizo presión ahí - ahora sueltame antes de que alguien te vea- quito su mano.
-no tienes ni idea de lo afines que somos y por eso te advierto, ni se te ocurra, de verdad, ni se te ocurra meterte con él - me señaló furioso
- con que afines, si es así no tienes de que preocuparte, puedes estar seguro de que en la vida yo me meteré con alguien como tú - se acerco a mi furioso, dispuesto a arremeter contra mi, alze la barbilla y lo mire desafiante. El sonrio frustrado, no iba a hacer nada. Sus ojos me miraron con advertencia y luego camino rodeando el auto, lo oí subirse y encenderlo. Me aparte y comencé a caminar con rumbo a mi salón, respire profundo para regular mi respiración y liberar un poco mis nervios. Mi brazo palpitaba y estaba segura de que mi cuello ahora era rojo.
Estos incidentes eran cada vez peor. Se supone que tendría que reportarme en clase pero con la pinta que estoy segura traía prefería ir a tranquilizarme al baño . Decidí ir al de los profesores. Estábamos a mitad de un periodo, no habría nadie allí, por el contrario el de los alumnos era patrullado regularmente por los prefectos. La blanca pared del baño me recibió al entrar, el lugar estaba solo, justo como me imaginaba. Contemple mi rostro en el espejo, estaba pasable. Los brazos a salvo bajo el suéter azul marino pero el cuello se veía rojo y unos dedos se marcaban del lado izquierdo. Solté mi cabello, la cabeza me dolia, apoye la frente en el filo del lavamanos y solté todo el aire que tenia en mis pulmones.
-se supone que debería estar tomando clase, señorita - la profunda y sensual, ¿cuál sensual? No es sensual es, es, grotesca, exacto, grotesca voz me tomó por sorpresa, ¿porque él? Porque entre tanto calvo me tenia que tocar el de la blonda melena y justo ahora.
- y se supone que usted debería estar impartiendo clase, profesor - mejor actuar normal
-salí al baño -
Me incorpore y lo mire a través del espejo - yo igual - dije utilizando mi tono más familiar. Estaba parado al lado de la puerta, apoyando un hombro en ella y con una mano metida en su pantalón de mezclilla ajustado, deberían prohibirle traer ese tipo de vestimenta. Es imposible no mirarlo y mirarlo es pecar. - gracias por lo que hizo por mi, profesor - me sonrió de lado - aunque hubieramos podido evitarlo si usted no hubiera hecho algo tan grande de un simple, pequeño, diminuto incidente - su sonrisa se fue al traste.
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Atracción Física
RomanceLa fuerza del amor, la potencia del deseo, la inercia del miedo...Una chica complicada, un apuesto profesor y su extraña forma de enseñar sobre la materia.