Estix #2 |Niall Horan.

47 '¿Inmortal?'

 Mi cuerpo entra en la turbia sustancia. Inmediatamente mi piel se reciente ante el caluroso tacto del agua. Siento como el peso me obliga a ir hacia abajo. Lucho, trato de encontrar la forma de ascender, pero no encuentro una manera de hacerlo. La desesperación es tal que todo mi cuerpo está en modo supervivencia. Trato de mantener el oxigeno en mis pulmones mientras que con brazos y piernas busco el camino para regresar a la superficie. 

La última luz del cielo se extingue, estoy cada vez más lejos. Mis ojos no resisten el escozor y debo cerrarlos ¿Es acaso este mi fin? Me cuestiono cuando mi cuerpo no tiene más fuerzas para luchar. ¿Así terminaré? ¿Muriendo donde se suponía debía revivir?

El agua me atrapa, me rodea, me ahoga, me quema. Está acabando con mí ser, siento que me consume y la salida se ve cada vez más imposible. Trato de utilizar mis brazos como remos para salir a la superficie pero estos no responden.

Dejo de luchar cuando mi cuerpo se acalambra. Es tan malditamente doloroso que prefiero detenerme. Mis últimas fuerzas comienzan a irse y ya no tengo un sólo aliento para pelear por mi existencia. Solo me queda una última esperanza, él.

Niall...

Es lo primero que surca mi mente. Su nombre. Trato de encontrar la paz que sus hermosos orbes siempre han traído para mí. El azul celestial que estos poseen aplaca el rojo sangre que me rodea. Esta es una buena manera de acabar, de terminar con lo que fue y lo que pudo haber sido. Qué mejor forma de acabar con mi mundana existencia que teniendo sus ojos una vez más en mi mente.

Justo cuando comienzo a rendirme y a dejar que este pequeño infierno me consuma algo tira bruscamente de mis piernas. La fuerza con la que desciendo es diez veces más fuerte que la anterior. La tranquilidad que estaba logrando se esfuma justo cuando poso la mirada sobre mi agresor. Mis ojos escuecen y me es muy complicado enfocar de quien se trata. Una vez que lo distingo mi cuerpo se estremece y trato de empujarme con fuerza hacia arriba. Luchar bajo el agua es demasiado complicado para mí ser, no logro atizarle ni uno de mis ataques.

Su mano huesuda y su cráneo esquelético me estremecen. Trato de patear con fuerza para alejarlo de mí, pero no lo consigo. La falta de oxigeno parece no hacer estragos en mis pulmones ni en mi cerebro por lo cual siento algunas fuerzas para batallar. Esperaba que mi fin fuera pacifico. Pero esto es todo lo opuesto.

Giro a mi derecha. Hay más de ellos. A mi izquierda puedo ver incluso cientos. Tres de ellos toman de nuevo mis piernas y sin que pueda hacer nada me llevan con rapidez hasta una pequeña parcela de tierra. Una vez que estoy fuera por instinto tomo una gran bocanada de aire. Trato de acompasar mi respiración pero me lleva tiempo. Mis pulmones aprecian el oxigeno que les proporciono. El olor no ha cambiado en lo absoluto, muerte y azufre, lo soporto, necesito hacerlo.

Mi cabello esta bañado en aquella sustancia naranja en la que estuve anteriormente. Al igual que mi ropa, trato de quitar el exceso de agua. Exprimo la ropa con fuerza. Comienzo a sentir la molestia de la tela húmeda sobre mi cuerpo, pero no tengo nada más que hacer, debo soportarlo. Limpio mis manos sacudiéndolas un par de veces y retiro el agua de mi rostro.

Con nerviosismo miro a mí alrededor ¿Dónde están los esqueletos? Me cuestiono repetidas veces, mi mirada se posa en cada esquina de este lugar. No veo más que cavernas, las estalactitas adornan los techos y me aterrorizan. El agua tenebrosa que corre a mí alrededor no me reconforta en lo absoluto.

Suspiro un par de veces tratando de acallar el nudo que crece en mi pecho. Siento las lágrimas picando mis ojos y los escalofríos recorriendo cada milímetro de mi cuerpo. Regreso al suelo y rodeo mis piernas con fuerza. Coloco mi cabeza sobre mis rodillas. Dejo que las lágrimas corran por mis mejillas, estoy aterrorizada.