Estix #2 |Niall Horan.

33 'Reencuentro'

Tomo la carta entre mis manos. Vacilo entre si debo leerla o no. Entre si este es el lugar apropiado o no. Quizá Niall me ha seguido y quizá Zayn no quería que nadie más la viera. Camino hacia la puerta y sin pensarlo dos veces la cierro. Pongo el pestillo y regreso a la cama.

Mis manos tiemblan mientras que el papel arrugado danza en mis manos. Mi cabeza duele, mis ojos se entrecierran. Me recuerda aquella lucha que sentía cuando Niall colocaba "el escudo" en mi cabeza. Sin embargo, se siente como si estuviera perdiendo. Le pido a mis ojos un esfuerzo y puedo mantenerlos abiertos mientras leo.

Elizabeth.

Para cuando tengas esta carta en tus manos, yo debí haberme ido y tú, como bueno indiscreta habrás entrado en mi cuarto. He dejado esta carta donde sólo tú podrías encontrarla.

Bien, dejemos las formalidades, debes estar odiándome. Pero si soy sincero incluso yo me odio.

Sí, regrese con ellos. Pero espera, no saques conclusiones apresuradas, pese a que este es tu fuerte. No lo hago porque quiera, aunque los demás crean eso.

Comencemos con la historia, si bien quise decirte toda la verdad, no me arrepiento de no haberlo hecho. No hasta que comprendí lo que pasaba, tú pretendías ocultar el brillo azul de tu mirada, pero Lizzy, te conozco, tal vez más de lo que crees, no sabes mentir, recuérdalo.

Incluso ahora pienso que es mala idea que sepas lo que pasa. No sé hasta qué punto, él sigue controlándote. Sólo te pido que luches, esto no puede contra ti. Tú eres fuerte, lograrás vencerlo, por favor, inténtalo, no permitas que te lastime.

Por mi, no te preocupes, sólo quiero que confíes. Confía, querida Lizzy, confía.

Ahora comprendo lo que es querer a alguien, eso es por ti, gracias por demostrarme que en mi interior hay más que odio.

Por último, te pido que te deshagas de esta carta y que no le comentes a nadie lo que en ella has leído.

Sinceramente, Zayn.

Leo la carta un par de veces más, su contenido no me tranquiliza, siento que algo malo va a pasar y que él trata de advertirme. ¿Qué está pasando? ¿Por qué se ha ido?

Me levanto de la cama y rompo la carta en pedazos diminutos, imposibles incluso de volver a ser armados, los deposito en la papelera del baño.

Cuando doy un par de pasos, escucho la lluvia caer y golpetear suavemente contra el techo y las ventanas, el sonido me incomoda, mi cabeza palpita con fuerza. Cierro los ojos y presiono mis sienes, el dolor no se aparta y siento la necesidad de aire fresco.

Salir de la habitación no me ayuda, necesito algo más. Mis piernas se mueven solas, atravieso las salas directo al ascensor con la mayor rapidez que puedo. Al estar en la recepción salgo sin importarme los comentarios de los guardas y alguno que otro agente especial.

Corro sin prestar atención a la lluvia que cae con rapidez sobre mi cuerpo. Mis ojos se empañan en las lágrimas que estuve conteniendo todo este tiempo.

Sin darme cuenta estoy sobre un pequeño monte, no es muy alto, pero si lo suficiente para alejarme del resto del césped. Junto mis piernas y las enredo bajo con mis brazos, en ese diminuto hueco que se forma, dejo que mi cabeza repose.

Reprimo un par de sollozos, pero dejo que las lágrimas fluyan. Tengo miedo, esta vez mi mente está perdiendo, lo siento, siento como hurga en mi cerebro, me produce nauseas.