Capítulo 7

70 14 1
                                    


Mi sorpresa era tanta que no me percaté de que mi madre estaba como loca sonando el claxon. Me hacía señas extrañas. Su mirada furibunda sobre mi figura paralizada lo decía todo.

— ­­­­¿Es en serio?—exclamó mi madre—. Mueve tu trasero hacia acá. Llevo 15 MINUTOS esperándote aquí.

Avancé hacia el auto. Veía a todos lados buscando al autor de anterior sorpresa. Montones de personas me rodeaban que era imposible distinguir alguno.

—Mamá—abrí la puerta y subí—, apenas hace 5 minutos salí, tan solo mira la hora.

— ¿Estas insinuando que estoy loca?

— ¡Para nada! —le contesté—. Pero sí que olivsaste atrasar un reloj.

— ¡No es...—se detuvo en seco. Sentí como el cinturón de seguridad rosaba contra mi pecho por el brusco impulso. "Pudo haber sido algo peligroso" pensaran algunos. "Pudiste herir a alguien" dirán otros. Pero yo solo pienso algo como "Es verdad, es peligroso, pero me da risa". Si mis bromas pueden ser algunas veces directas, las de mi madre son crudas y pesadas. No le importa ni siquiera chocar con alguien con tal de hacerme reír. Lo sé, es extraño, pero confío en que nunca saldrá mal.

—Ese fue un recordatorio para que no olvides que debías llevar a reparar los frenos de la camioneta. Pero claro, como lo del reloj no te tocaba a ti, sí lo recordaste.

—Jamás entenderé tus métodos correctivos—le contesté.

—Y yo jamás entenderé como mi hijo a sus 17 años nunca ha invitado a salir a alguien. Ya de perdida invita a un amigo.

Más bromas directas.

— ¡En eso te equivocas!

— ¿Invitaste a un varón al cine?—frenó de nuevo.

— ¡Obviamente no!—la voltee a ver—. Otra vez, no era necesario que hicieras eso, pudo haber pasado algo peor.

— Peor que...

— ¡Que no lo hice! —la interrumpí—. Es solo por fin salí de la prisión de la soledad por una de las salidas más lindas que puede haber.

— ¿La puerta de la escuela estaba adornada?—rió.

—Mamá, ¿Es en serio? —le pregunté.

— ¿Qué?, ¿Acaso no me permites hacer una pequeña broma?

—Sí, pero olvídalo.

Recargue mi cabeza sobre la ventana. No sé si me golpeé fuerte o mi madre se percató que sus bromas estaban fuera de contexto.

— ¿A quién invitaste al baile?

— ¿Qué? ¡No! —le contesté—. Iré al baile solo o tal vez ni siquiera iré.

—Te creería si no tuvieras un beso marcada en tu mejilla— me sonrió.

— ¿Qué?, ¿A qué te refieres?—bajé el espejo y me miré el cachete—. Demonios ¿Cómo pude...?

—Deberías ser más precavido, hijo—golpeo ligeramente mi hombro con su codo— ¿Quién fue la desafortunada?

— JA-JA-JA, que graciosa—le contesté—. No es una relación, solo es una amiga de primer año.

­— ¿Primer año? Creí que no te gustaban menores.

—Es amiga de...de alguien importante... No me atrae. Además, a un amigo le interesa; no soy tan malo. Aun así, no la invité al baile.

Cuando amanezca ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora