Capítulo 12

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Era la 1:25 y pensé en cuán grande sería el plan que Kaitlyn tenía planeado. La sincronización era bárbara y no tenía ni la menor idea de en qué me había metido. Estacioné el auto unos metros fuera del inmenso centro comercial. Parecía estar lleno, lo que empeoraba la situación. Escuché las siguientes indicaciones esperando que no fueran comprometedoras o vergonzosas.

—Bien, ya estamos aquí. ¿Ahora qué?

—Primero iremos a la sección de ropa en Aeropostale a conseguirte un cambio—me dijo con su voz seductora pero inocente a la vez—. Cargo 50 dlls, así que procura no exceder y compra solo lo necesario.

—Eso suena bien.

—Después iremos a la sección de electrodomésticos en Sears para comprar unas cuantas cosillas.

— ¿Es todo?

—Am... sí, eso creo.

—Entraremos por la puerta "Este"—señalé—. Está más cerca de la tienda y me ahorrará explicaciones.

—Sólo mantén la distancia—rió—. No quiero ser parte de la burla.

Caminamos hacia el centro comercial juntos como lo había soñado. Me sentía especial con el simple hecho de estar a su lado. Era un sentimiento involuntario, como si su presencia fuera la que me llenara de júbilo todo el tiempo. Abrí la puerta por ella y en respuesta obtuve una risa. Reía al ver mis pantaloncillos rotos de las rodillas. En esos momentos olvidé el completo significado de "vergüenza" y me creía todo un hombre al lado de su bella pareja. Un sujeto cualquiera al lado de una linda chica sumamente encantadora. No importaba que tan ridículo luciera, siempre estaba dispuesto a protegerla, así fuera del más mínimo problema.

El centro comercial estaba congestionado a la 1:35 de la madrugada. Era desconcertante considerando que a estas horas la mayoría de la gente está durmiendo.

— ¿Estarán regalando algo?—bromeé.

—Tal vez cerebros—rió.

—Olvidé donde está la tienda.

— ¿De cerebros?

— ¡No!—reí—. Me refiero a la de ropa.

— ¿Entonces cómo sabías que puerta quedaba más cerca?

—Una corazonada.

—Tu corazón miente—palmeó mi pecho—. Es por aquí, sígueme—tomó mi brazo y me haló consigo.

Caminamos unos pasillos. No me importaba cuanta gente me viera, yo solo quería estar con ella.

Hacía mucho tiempo que no veía estos alrededores. Quizas desde mucho antes que lo remodelaran, y estamos hablando de unos 2 años atrás. Si lo visité en ese tiempo, pero nunca me paré a mirar con detenimiento el lugar.

—Tenía mucho que no recorría el lugar, además de que no puedo concentrarme cuando todos se me quedan viendo.

—No seas un delicado—tomó mi mano—. Solo te mirarán si tú lo haces. Ignóralos y camina.

Entramos a la tienda buscando algo de ropa que ocultara mi pena, aunque después de pasearme por todo el centro comercial dudo que algo lo lograra. Encontré algo de vestimenta curiosa, según era la de moda, pero más bien parecía la de un payaso ex miembro de un circo barato que fue despedido y vino aquí a empeñar sus trapos. Cogí un pantalón morado a rayas naranjas. Me lo puse por encima de la pijama intentando bromear con Kaitlyn.

— ¡Hey, Kaitlyn!—brinqué—. ¡Mira esto!

—No tenemos tiempo para bromas—me dijo—. Búscate algo rápido.

Cuando amanezca ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora