Capítulo 14

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Caminamos hacia la tienda. No se encontraba más que a lo equivalente de unas 4 cuadras. A medida que avanzábamos el silencio se apoderaba de la situación. Se escuchaban los autos pasar por el estacionamiento. Las luces marcaban nuestro camino. Los motores de cientos de autos encendiéndose era lo único que rompía la cautela.

—Han pasado 3 años y aún no nos ponemos al día...

— ¿Es eso necesario?—me miró—. Recordar el pasado para vivir el presente—suspiró—. ¿Lo es?

—No te entiendo.

—Sigue así—desvió la mirada.

Noté que su rostro cambió, quería ocultarlo pero no podía. Su mirada se tornó perdida, como si hubiera algo que se estaba guardando.

— ¿Hay algo que me debas decir?

—No—dijo manteniendo la vista en un lugar apartado. Caminó más deprisa. Iba unos pasos adelante.

— ¿Kaitlyn?—la detuve.

Ambos nos detuvimos, me volteó a ver, estábamos cara a cara. Me miró a los ojos, lucía con cierto grado de fastidio, pero no del fastidio que va de acuerdo a la situación, sino del fastidio que viene de mucho antes.

—Solo hay ciertas cosas que sucedieron y me gustaría no pensar en ellas—me dijo.

—Sabes que siempre he estado para ayudarte.

—Lo sé, pero no es eso—su semblante se transformó y noté que de sus ojos turquesas comenzaba a brotar un mar de lágrimas las cuales trataba ocultar.

—Solo dime, ¿Alguien te hizo algo?, ¿A quién debo golpear?—traté de animarla.

—Para nada—secó sus mejillas y mostró una leve sonrisa.

—Kaitlyn, si esto ayuda, quiero que sepas que siempre te he ama...

—Aunque, pensándolo bien—me interrumpió—. ¿Por qué no me cuentas cosas tú?—trató de disimular su estado pero no era suficiente.

—De acuerdo—respiré hondo—. Pero después sigues tú, ¿ok?—extendí mi puño hacia ella.

La luz de la luna era reflejada en su rostro y nos miramos fijamente. En su imagen se dibujó una bella sonrisa que decía más que mil palabras, idéntica a la de la dulce niña con la que caí enamorado 6 años atrás.

—Ok—extendió su puño y lo chocó contra el mío mostrando una señal de aprobación.

Nos despojamos de todo sentimiento de tristeza y comenzamos a caminar rumbo al supermercado, a la vez que le explicaba lo que había sido de mí durante los últimos 3 años.

—A decir verdad no ha pasado gran cosa en mi vida—le dije.

—Eres un mentiroso.

— ¡Es verdad!

—Entonces es inútil preguntar acerca de tus novias—me dijo.

—Un poco—reí—. Aún estoy esperando.

— ¿Por la chica ideal?

—Supongo...

—Daniel, he escuchado eso CIENTOS de veces y créeme que no todos han tenido un final feliz.

—Romperé la estadística.

—No me refiero a eso—replicó—. Solo digo que te estás limitando al ser tú quien busca las oportunidades.

— ¿Debo quedarme a flote esperando a que los peces vengan a mí sin siquiera usar carnada?

—No me estas entendiendo. Lo que te quiero decir es que te esfuerzas mucho por buscar a la chica ideal—dijo—. Solo disfruta de la vida, ella llegará cuando menos lo esperes. Te lo aseguro.

Cuando amanezca ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora