Capítulo 13

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Pasé al baño. Me despojé de aquellas telas que me hicieron pasar ratos bochornosos. Entré esperando que hubiera la menor cantidad de gente posible. Si hay algo que odio casi tanto como a los sujetos acosadores del equipo de football, era encontrar a alguien más en el baño. Me sentía observado a pesar de que el chavo que estuviera no tuviera ni la menor intención de realizar algo morboso. Aun así era sumamente incómodo. Para mi fortuna estaba totalmente vacío. Era extraño si lo comparas con el gran número de personas que se encontraban afuera. Aproveché el espacio que tenía para desvestirme lo más pronto posible y así ahorrar un poco de tiempo. Cuando me encuentro a solas un montón de pensamientos invaden mi cabeza. Es un sentimiento ambiguo. Así como amo reflexionar, también lo aborrezco. Involuntariamente las ideas van y vienen, como si hubiera voces en mi mente que luchan entre sí por aconsejarme y decidir quién tiene la razón.

— ¿De verdad está pasando esto? No puedo creerlo—me cuestioné—. Una noche estás acostado viendo las estrellas y a la siguiente, estás en el cielo con ellas. Todo va de maravilla y más que soñar despierto estoy viviendo mis sueños de una forma que nunca imaginé. Tal vez los intentos de Ashley por ayudarme resultaron útiles después de todo. Pero en estos malditos momentos de lucidez me siento culpable, como si la belleza que estoy viviendo no fuera tan plena. Estoy con la persona que siempre quise estar, pero hace unas horas no lo pensaba así. Sentí creer que era capaz de dejarlo todo, pero reconozco que estaba equivocado. Fue una farsa creada en mi mente. Quizás las palabras que me dio Stephanie eran reales, debería ver a Kaitlyn como una amiga nada más y comenzar de cero con alguien más.

Salí del baño y Kaitlyn se encontraba frente a la puerta, presumiendo que llevaba una eternidad esperándome.

— ¿Todo salió bien?

—CLARO—contesté—. Solo dejé caer la playera por el inodoro y tuve que salir corriendo desnudo para conseguir una nueva.

—Seguro—camino a mi alrededor—. Te creería si de verdad me hubiera alejado del lugar.

— ¿No lo hiciste?—dije sorprendido.

Comenzó a brincar. Era tan tierna. No podía contener mi emoción.

—Digamos que "convencí" a un nerd virgen para que consiguiera los tenis por mí—jugaba con su cabello.

— ¡¿Le diste las llaves del auto a un desconocido?!—exclamé.

—Obvio no—respondió—. Lo convencí para que fuera a comprar un calzado al local de enfrenté.

Sacó una caja con unos deportivos negros con vivos blancos. Eran deslumbrantes. Me los puse. Eran realmente cómodos...y caros.

— ¡Dios!, ¿Estas demente?—grité—. Específicamente, ¿Qué le dijiste?

—Fue sencillo. Digamos que era un antisocial. De esos adictos a las revistas morbosas.

— ¿Revistas morbosas?

—Sí, como las que tú tienes bajo la cama—me golpeó con su codo.

—JA JA JA, que graciosa.

—Te gustan con pechos grandes, pelotudo—rió—. Como sea, me bastó con pararme frente a él y pedírselo.

— ¿Así de fácil?

—Así de fácil—brincó de la alegría gritando.

—Vaya, me sorprendes...

—Y también le dije que lo besaría—tosió con ligereza.

— ¡¿Que le dijiste qué?!

—Calma, "pequeño". No lo besé—me dijo—. Después de que volvió lo mandé por una última cosilla.

— ¿Y eso era...?

—Un perfume carísimo—contestó—. Se lo dije para ganar tiempo. Podemos irnos antes de que vuelva.

—Eso es...descabellado—alcé ambas cejas.

—Aunque también conseguí esta.

Sacó de una bolsa que tenía detrás de ella una chamarra de cuero deslumbrante. Oscura y muy cuidada. No era nueva pero si estaba en perfectas condiciones.

—No puedo creerlo—tartamudee de la emoción—. Es ÉPICA.

—Sabría que te gustaría—dijo—. Esa es por mi parte.

—Es asombrosa—dije—. ¿Es parte del plan?

—Es toda tuya.

—Bromeas, ¿Verdad?

—Para nada—sonrió.

— ¡Dios, es perfecta!—me puse la chaqueta y la miré con detenimiento. La calidad era increíble. Hermosa en muchos aspectos—. Además, me queda a la medida.

—Te queda perfecta.

Noté que su mirada se tornó en una mezcla de alegría y tristeza. Pude haber ahondado en ello pero no quería empeorar la situación. Quizás se trataba de algo que no me incumbe, cosas en las simplemente no me debo meter. Sí, Kaitlyn es una persona irreverente. Pero si de un problema íntimo se trata, prefiere guardárselo. No porque quiera que le insistan, sino porque cree que el silencio es la mejor cura.

Sin lucir egoísta, seguí con la plática antes de que esto aumentara.

— ¿Cómo la conseguiste?

—Bueno...es una larga historia—replicó—. Después lo sabrás.

—Respetaré tu criterio—la abracé—. Muchas gracias. En serio, esto cada vez se pone mejor.

—Y aún falta mucho más.

—Ya lo creo... Bueno, retomando el tema, en cuanto a lo del puberto... ¿Eso fue hace...?

— ¡Joder!, ¡Ahí viene!

Corrí tras de ella por todo el centro comercial hasta la salida. No importaba cuanta gente se nos quedaba viendo, o si los de seguridad no detenían por hacerlo. Estaba junto con la chica que amo en una noche de verano. Estábamos a punto de ser parte de algo grande. Ni en el mejor de mis pensamientos sentía algo así. Mi pulso estaba acelerado, producto de la diversión y adrenalina que estaba sintiendo. Juro que mezclar una noche perfecta con una chica perfecta y una aventura que pinta para ser perfecta es una combinación totalmente enferma. La amo, estoy con ella. No se compara con nada lo que siento en estos momentos.

Caminé hacia el auto creyendo que ella venía conmigo, hasta que me di cuenta que había tomado otro rumbo, al parecer uno que conducía al supermercado.

— ¿Falta comprar algo?

—Las cosas más importantes las conseguiremos allá, en K-Mart.

—Yo conduzco.

— ¿Alguien dijo usaríamos el auto?

Cuando amanezca ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora